Los peritos descartan que el acusado actuara bajo los efectos de una laguna mental, pero consumió cocaína

Santander.-  Los peritos del juicio contra el acusado de matar a su pareja en Carrejo (Cabezón de la Sal) han considerado hoy improbable que Javier L.V. actuara en un episodio amnésico o de laguna mental, pero sí han dejado claro que había consumido una cantidad elevada de cocaína.

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(EFE)

Javier L. V., acusado de matar a su pareja, la ciudadana colombiana Gina Calderón, en su domicilio de Carrejo (Cantabria) conversa con su abogada durante el juicio en la Audiencia de Cantabria.

Los cuatro peritos han declarado esta mañana en la tercera sesión del juicio con jurado popular que celebra la Audiencia de Cantabria contra Javier L.V., quien presuntamente acuchilló y asfixió a su pareja, Gina Calderón, en mayo de 2007.

La defensa sostiene que el procesado actuó bajo el efecto de la cocaína, que le provocó "alteración" y "amnesia" lo que, según esta parte, fue el desencadenante de los hechos.

No obstante, la mayoría de los peritos forenses (que examinaron al acusado tres días después de los hechos) han destacado que el procesado es una "persona normal" que no sufre ninguna patología o trastorno mental y han descartado que pudiera haber sufrido una "laguna de memoria".

Ante las preguntas de los letrados, han admitido la existencia de casos de psicosis provocados por una ingesta tóxica de cocaína, en los que el sujeto presenta agresividad y "puede hacer cosas sin darse cuenta", pero han matizado que se trata de un "cuadro grave" que requeriría tratamiento y vigilancia, lo que no ocurrió con Javier L.V.

Han remarcado que esta posibilidad no se recogió en los informes de los primeros exámenes a los que se sometió al acusado en Sierrallana y Valdecilla. "Allí se mostró coherente, podía hablar perfectamente", han apostillado los peritos (médicos forenses y psicólogos).

Han insistido en que, tras el examen que realizaron a Javier L.V., no encontraron ninguna "base patológica" ni ningún indicio que apuntara a la posibilidad de que éste pudiera sufrir un episodio amnésico.

Han explicado que el acusado sí era consumidor "crónico" de cocaína, aunque tomaba esta sustancia fundamentalmente los fines de semana, sin que afectara a su vida cotidiana.

Los análisis a los que se sometió a Javier L.V. una vez detenido y tres días después de los hechos revelaron que el consumo de cocaína había sido elevado.

A preguntas de los letrados, han opinado que la nota de despedida que se atribuye al acusado y las heridas que tenía "hacen pensar" que Javier L.V. "controlaba sus actos", pues, según han aseverado, escribir un texto requiere "integridad cognitiva e intelectual".

A su juicio, los cortes y las heridas que presentaba el procesado se las habría infligido él mismo, pues eran superficiales.

No obstante, uno de los peritos propuesto por la defensa ha considerado que no se puede descartar que, como consecuencia del elevado consumo de droga durante esa tarde, el acusado actuara en un estado de "desinhibición" en el que, pese a que distinguía lo que estaba bien y mal, "no le importaba".

"Es cierto que la cocaína no mata a nadie, no produce homicidios pero los facilita. En este caso pudo haber un estrechamiento de la voluntad", ha afirmado el especialista planteado por la defensa, que fue director del Plan Regional de Drogas y que atiende habitualmente casos de drogadicción.

Pese a recalcar que comparte gran parte del testimonio del resto de peritos, de que el acusado es una persona "normal" y no tiene trastornos, este experto ha indicado que el efecto conjunto del alcohol y la droga podría haber inducido la conducta del acusado.

Según este especialista, aunque no era drogodependiente, Javier L.V. "abusaba" en exceso de la droga y el alcohol, con consumos, según ha reconocido el propio acusado, de 15 gramos en un fin de semana.