Los testigos dicen que la relación de la pareja era buena y no tenían problemas

Santander.-  Los testigos que han declarado hoy en el juicio contra el acusado de matar a su compañera, Gina Calderón, en Carrejo (Cabezón de la Sal) han asegurado que la relación de esta pareja era "buena" y no tenían problemas, y que Javier L.V. estaba "muy enamorado" de la víctima y era "cariñoso" con ella.

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(EFE)

Javier L. V., acusado de matar a su pareja, la ciudadana colombiana Gina Calderón, durante el juicio en la Audiencia de Cantabria.

En el juicio, que se celebra en la Audiencia de Cantabria, el sobrino de la víctima, que convivió con la pareja durante casi tres meses, ha subrayado que la relación entre ambos era "buena".

Ha resaltado que la decisión de mudarse a Torrelavega (él, con novia y su tía) se produjo por motivos de trabajo y que, aunque se planteó al acusado la opción de que fuera con ellos, éste se negó.

El sobrino de Gina Calderón, que ha manifestado que esta mujer era como "segunda madre", ha afirmado que nunca vio consumir droga a Javier L.V. ni sabía que lo hacía.

Ha señalado que comenzaron a alarmarse al día siguiente de los hechos, cuando su tía no aparecía, y decidió ir, con el hermano de la víctima, a la casa de Carrejo. Allí comenzó a llamarla al móvil, que sonaba dentro de la habitación.

"Al final, miré a la izquierda y vi el cadáver, semidesnudo y con una almohada en la cara. Tenía terror y pánico en su mirada", ha dicho este testigo, que, antes de abandonar la sala, ha enfatizado que confía "en la Justicia española".

El hermano de la víctima, que era el propietario del bar en donde trabajaba, ha señalado que a la familia no le gustaba esa relación y querían que Gina "se fuera de allí".

"No le dije nada porque era su vida", ha recalcado este testigo, que ha dicho que al final su hermana se estaba "dando cuenta de lo que tenía en casa".

Ha corroborado que el día en que sucedieron los hechos la víctima estuvo trabajando en el bar hasta las 19.00 horas y se fue a la casa de Javier L.V., que había estado toda la tarde "entrando y saliendo" del establecimiento, aunque su comportamiento fue "normal".

Dos horas más tarde, él también fue a ese domicilio para buscar un material que guardaba allí, y, según ha contado, les vio a los dos asomados a la ventana y "contentos".

"Él estaba muy sonriente y yo me quedé tranquilo, no noté nada que llamara mi atención", ha apuntado el hermano de la víctima.

Estos familiares de la víctima y los guardias civiles encargados de la inspección del domicilio han explicado que en la casa todo estaba revuelto e incluso había electrodomésticos fuera de su sitio y varios objetos manchados de sangre. El cuerpo de Gina Calderón estaba boca arriba, debajo de la cama.

Además, los agentes hallaron en el salón de la casa una nota de despedida que podría haber escrito el acusado, y que estaba firmada con su nombre. Javier L.V. estaba en ese misma habitación, tumbado en un tresillo y tapado con una manta.

El testimonio de su hermana y de su cuñado se ha centrado en un episodio violento, anterior a los hechos, que protagonizó el procesado mientras vivía con ellos en Vitoria.

Según han relatado, el cuñado fue atacado con una maza de cantero por Javier L.V. una noche, cuando se levantó al baño. La hermana también fue agredida cuando acudió ante los gritos de socorro de su marido, que pudo reducir al acusado aprovechando ese momento.

"Pude hacerle una llave por detrás y le saqué a la calle", ha contado el cuñado del procesado, que ha apostillado que en esos momentos Javier L.V. no oía nada ni reconocía a nadie, y "estaba como ido".

El matrimonio ha dicho que agentes de la Ertzaintza atribuyeron lo sucedido al consumo de cocaína, ya que encontraron una papelina en la mesilla de noche del cuarto de Javier L.V.