WASHINGTON, D.C.- Marissa Mayer lo preguntó en el Senado estadounidense: si Google está haciendo tanto daño a la prensa, ¿por qué no impiden que sus noticias aparezcan en las búsquedas?. La respuesta es tan sencilla como que las webs de noticias necesitan el tráfico que les llega desde el buscador. Pero eso no quita su enfado. Google News ya publica anuncios junto a los resultados de esas búsquedas, alimentando la polémica por obtener beneficios gracias a contenido que no le pertenece.
Google no tiene todas las respuestas... y las del futuro de los periódicos tampoco.
En este debate hay dos posturas. Por una parte, Google defiende su derecho a publicar los links a diferentes noticias cuando ayuda a un internauta con su servicio de búsqueda. Dado que ese link lleva al medio y contenido original —es decir, no se queda bajo el dominio Google.com—, son las cabeceras quienes registran el tráfico y obtienen el beneficio por la publicidad en su página. Esta es la razón por la que ninguna ha impedido a Google que recomiende su contenido.
"Creo que la polémica es en realidad una equivocación, porque lo que hace Google News no es apropiarse de las noticias, sino recomendarlas. Google proporciona un servicio totalmente diferente al de informar, por lo que tiene todo el derecho para controlar lo que anuncia dentro de ese servicio que ofrece", argumenta Timothy Karr, experto en medios para Free Press.
Sin embargo, y ésta es la postura contraria, no está claro si Google y los agregadores de noticias sólo recomiendan información o la lista de titulares que ofrecen les convierte en un medio más. Un buscador ayuda a encontrar noticias, pero también informa a una persona que sólo lee los titulares sin llegar a pinchar en ninguno de los links. De momento, las recomendaciones de 'Uso Justo' en internet establecen que incluir un titular de una noticia de otro medio está dentro de los límites recomendables.
El difuso límite entre el servicio de búsqueda y el de informar adquiere un nuevo nivel de complejidad si consideramos a los agregadores de contenido. El más famoso es Huffington Post, aunque otros como yahoo news, daylife o el español lainformacion.com también agregan contenidos.
Pero, ¿cuál es la diferencia entre estos agregadores y la labor de Google? Mientras que Google recomienda links que llevan a las páginas originales —como hace también soitu.es a través de El Selector—, los anteriores agregadores alojan contenido creado por otros en páginas bajo su propio dominio. Esto les permite no sólo publicar información que no les pertenece, sino también obtener ingresos por publicidad en esas páginas.
Los diarios no cuentan con una legislación que les respalde. Ningún país ha regulado aún lo que se puede agregar o recomendar y lo que no. Tampoco si un buscador se apropia de contenido ajeno al ofrecer titulares de otros
"Google se está llevando toda la atención porque es más grande, pero los periódicos y las agencias están mucho más enfadados con los agregadores. Al fin y al cabo, Google no manipula el contenido porque está todo automatizado, pero hay agregadores que llevan material ajeno a sus páginas y esto es diferente", explica Rick Edmons, consultor del Instituto Poynter.
Además de las dificultades para luchar contra Google, los diarios no cuentan con una legislación que les respalde. Ningún país ha regulado aún lo que se puede agregar o recomendar y lo que no. Tampoco si un buscador se apropia de contenido ajeno al ofrecer titulares en los resultados de una búsqueda. "Lo más grave es que ni siquiera hay un proyecto de legislación que podamos estudiar para resolver todas estas dudas", afirma Edmons.
En la actualidad, sólo existen recomendaciones de uso sobre los límites de lo que podemos utilizar antes de cruzar la línea de lo ilegal, pero no una legislación concreta. En Estados Unidos, la ley 'Digital Millenium Copyright Act' es la única sobre esta materia, pero data de 1998 y no tiene en cuenta ninguno de los avances tecnológicos que han tenido lugar desde que se publicó. Organizaciones como el Centro de Medios Sociales en Washington también han creado guías de recomendación para esta materia sin regular. "La historia nos dice que la tecnología siempre ha ido más rápido que la legislación, por lo que es necesario actualizar esta ley y que incluya los problemas actuales. Hay mucho descontento con esta norma, porque no cuenta con los avances de la tecnología, pero además está hecha según los intereses de los grandes medios", nos explica Karr.
Entre las posibilidades de los periódicos —las publicaciones que más se sienten perjudicadas por Google— figura la de poner una denuncia al buscador. Para ello, los rotativos estadounidenses necesitan que el Congreso levante la prohibición de monopolio, algo que les permitiría unirse en dos frentes: exigir el cobro por acceder a todas las publicaciones online y demandar a Google como una sola fuerza. En España el ruido de fondo cada vez es más intenso y tanto directores de medios como la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) han lanzado en el último mes varias advertencias contra Google News y los agregadores en general.
"No creo que consigan una excepción de las reglas antimonopolio. Es posible, pero Google es ya un gigante económico y, si combinamos esto con la complejidad del problema, la posibilidad de que prospere una demanda es casi nula", argumenta Rick Edmons.
Según explicaba Eric Clemons en el blog de TechCrunch, un caso legal sobre las reservas de billetes de avión puede inspirar el proceso de los periódicos contra Google. En 1980, el Departamento de Justicia de Estados Unidos denunció a los sistemas de reservas Sabre y Apollo por monopolio. Estos dos sistemas pertenecían a las aerolíneas American Airlines y United Airlines, que controlaban el 70% de todas las reservas y llegaban a obtener más beneficios que las propias compañías que operaban estos vuelos. Y, como argumenta Edmons sobre este caso, igual de negativo que podría ser para los periódicos desaparecer de Google, las aerolíneas que se negaron a proporcionar reservas a través de los servicios de Sabre y Apollo terminaron en la bancarrota.
Los medios también consideran ahora que habría que deshacerse de las leyes antimonopolio para crear una fórmula que obligue a pagar por las noticias en todas las publicaciones digitales.
"Creo que esto también es regresivo. El desafío está en crear un modelo nuevo que permita a los lectores elegir lo que quieren leer. La idea de medios como filtros que imponen una elección al lector ya no encaja con el Siglo XXI", explica Karr, para quien entramos en una era en la que los lectores diseñan su propia forma de acceso a la información. El miembro de Free Press defiende que ahora son las audiencias las que eligen cómo informarse. Ya no confían en una cabecera para obtener toda la información, sino que herramientas como los lectores de RSS les permiten tener su propio filtro de acceso a las noticias.
El desafío está en crear un modelo nuevo que permita a los lectores elegir lo que quieren leer. La idea de medios como filtros que imponen una elección al lector ya no encaja con el Siglo XXI
"El Siglo XX fue el de las oligarquías de medios, con muy pocas publicaciones y agencias controlando el flujo de información que llega a los ciudadanos. Ahora esos medios también quieren manejar a los nuevos usuarios, y volver a ese modelo para mantener su control no sólo sobre la información, sino también sobre la política o la cultura. Pero esto ya no es posible," defiende Karr. "Lo que hacen falta son nuevos modelos que no repitan los mismos errores del pasado, como querer controlar todos los derechos sobre las noticias de forma tan rígida".
Aunque los medios parecen tan confundidos como cualquier otra persona que intente averiguar cuál será esta fórmula. Días después de anunciar que estaba negociando con Google, el Washington Post publicaba un editorial en el que defendía la necesidad de levantar las restricciones antimonopolio. Además, abogaba por la creación de un sistema de pago unificado para todas las webs de noticias —con la dificultad que supondría, por ejemplo, controlar el tráfico entre países—, o endurecer las normas sobre cómo compartir información en la red. Estas reglas dejarían fuera, entre otros, a blogueros y ciudadanos anónimos con ganas de recomendar una noticia en su web.
Paradójicamente, esta postura podría restringir el derecho de acceso a la información de los ciudadanos mientras intenta proteger el derecho a informar. La solución no parece fácil.
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
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