Los "malos" de los centros de menores nos cuentan su versión

Los medios de comunicación los han pintado como casi los herederos del doctor Mengele, se quejan. El informe que el Defensor del Pueblo (.pdf) hizo público la pasada semana destapando malos tratos en "muchos" centros de menores con trastornos de conducta y en situación de dificultad social ha puesto la labor de los educadores que trabajan en estas instituciones bajo sospecha. Durante varios días hemos escuchado testimonios de ex educadores y de adolescentes que habían pasado por estos centros y corroboraban las conclusiones del documento: agresiones, vejaciones, maltratos, niños en celdas de aislamiento sin supervisión judicial e incluso medicación forzosa eran algunas de las prácticas que describían. Pero, ¿qué dicen los "verdugos"?

(EFE)

Picón de Jarama, el centro peor evaluado por el Defensor.

Casa Joven es uno de los que salen peor parados en el informe del Defensor. Situado en Azuqueca de Henares (Guadalajara), está gestionado por O'Belen, una de las fundaciones privadas que administra centros. Abel Domínguez y Roberto Barrado son, respectivamente, psicólogo y educador en Casa Joven. Ponen en duda el aluvión de denuncias y dicen que se está desprestigiando el trabajo que se realizan muchas personas en estos centros. "Los medios de comunicación no parecen interesados en contrastar las noticias", dice Domínguez. Barrado ha redactado una carta en la que da su versión de los hechos. A continuación, confrontamos los puntos negros que señala el informe con su experiencia como trabajadores.

Salas de aislamiento:

La sala es siniestra, de reducido tamaño y no tiene ventana, estando las paredes recubiertas de una goma negra que desprende un olor muy fuerte y desagradable, casi irrespirable. Tiene, a fin de insonorizarla, dos puertas de seguridad, con sendos ventanucos para poder controlar al menor (...) El tiempo de permanencia en la sala es de unos minutos, comprobándose cada 2-3 minutos por el educador que el menor se encuentra bien.

La existencia de estas salas, en las que se aísla a los menores como castigo, es lo que más sensibilidades ha herido. Fue en uno de estos habitáculos donde el pasado mes de diciembre se suicidó Hammid, un niño marroquí de 12 años. Según Daniel, un educador que estuvo trabajando en Casa Joven, "son habitaciones acolchadas que recuerdan a las de los psiquiátricos del siglo XIX" donde se les mete descalzos para que no puedan hacer ruido al dar golpes. Sin embargo, según Barrado, "son, ni más ni menos, habitaciones diáfanas". "Se utilizan como último recurso cuando la situación es incontrolable", dice. Según Domínguez, psicólogo del centro que debe dar la autorización para meter a un adolescente en este tipo de habitáculos, se abre únicamente en "casos excesivos de agitación psicótica". "Son momentos en que el menor no distingue ni a qué le está pegando, está descontrolado y pierde la noción de todo".

Registros:

Generalmente los registros conllevan la realización de un informe, con excepción de Casa Joven (...) a veces se hacen batidas y se llevan a cabo desnudos integrales de los menores con objeto de someterlos a registro, sin que, como se ha señalado anteriormente, exista ninguna norma de la Administración que regule este tipo de intervención.

Domínguez es tajante a este respecto: "No se les desnuda. Todavía no he conocido a nadie que desnude a los chavales. Cuando uno viene de un permiso se le registra para ver si trae sustancias que no están permitidas".

Contenciones:

La contención física supone la aplicación de medidas de control físico ante acciones violentas de los menores (...) Los menores de Casa Joven señalaron que éstas se realizan manteniendo al niño o niña contra el suelo y bocabajo y con un exceso tal de agresividad que, en ocasiones provoca lesiones físicas (...) nos hicieron llegar sus quejas por la cotidianeidad con que se realizan (...) Lo más habitual es que los educadores carezcan de formación para realizar las contenciones de manera que causen el mínimo daño posible a los menores.

El informe recoge también el testimonio de un grupo de educadores que trabajaron en el centro y que aseguran que muchas de las intervenciones educativas no son adecuadas y llegan a constituir "maltrato psicológico y físico". Como las contenciones, que se convierten en un castigo y, en ocasiones, se utilizan para "hacer daño a los menores de forma consciente y voluntaria". Pero la visión que tiene Barrado no tiene nada que ver con la de estos educadores: "Es un procedimiento totalmente validado a nivel médico y supervisado por las administraciones".

Según estos dos trabajadores, el objetivo de las contenciones es evitar que los menores se hagan daño a sí mismos, a terceros o a sus educadores. "A este extremo se llega tras haber agotado el resto de recursos educativos y humanos", dicen. "Evidentemente se produce una situación muy desagradable que a nadie le gusta pero que hasta el día de hoy es el método más apropiado que yo conozco y que se utiliza", añaden.

Para saber más

• Centros de menores: los 'Guantánamos' salen a la luz
• Consulta el informe completo del Defensor del Pueblo
• centrosdemenores.com, un blog de denuncia sobre estas instituciones con testimonios, estudios y noticias