Madrid.- Lucía Lacarra no planea, por el momento, crear su propia compañía porque está "en el mejor momento de su carrera" y quiere disfrutar bailando, aunque esta estrella internacional de la danza asegura que no se pone límites y no descarta nada, salvo coreografiar y enseñar.
La bailarina española Lucía Lacarra, primera figura de la Ópera de Munich, durante la presentación hoy en Madrid del espectáculo "Duke Ellington Ballet", de Roland Petit, con el que ha vuelto este verano a España.
Figura de la Ópera de Munich, Premio Nijinsky en 2002 y Premio Nacional de Danza en 2005, entre otros galardones, la bailarina española recala del 5 al 7 de agosto en el Patio Central del Conde Duque con la gira que realiza este verano con la compañía japonesa Asami Maki Ballet Tokio y el espectáculo "Duke Ellington Ballet", de Roland Petit.
Esta es la segunda gira que realiza Lucía Lacarra por España con el Asami Maki Ballet Tokio, tras la de hace dos años, también con una pieza de Roland Petit, con música de Pink Floyd.
A pesar de que Lucía Lacarra trabaja fuera de España desde 1994 -año en el que se incorporó en Marsella al Ballet Nacional de Roland Petit, que la tomó como musa- sigue atenta la evolución de la danza en España: "Últimamente se está haciendo mucho ruido, que es lo que hace falta para empezar. Se ve que hay ganas", explica en una entrevista con Efe la artista.
Y es que, se discuten los planes del Gobierno de crear una ley de artes escénicas y el próximo mes de septiembre se pone de largo la compañía que ha creado Ángel Corella, otra de las figuras españolas de la danza que se han convertido en estrellas internacionales.
"Apoyo a Ángel y le deseo lo mejor", ha explicado la bailarina de Zumaia, que, sin embargo, no tiene planes, en este momento, de seguir por este camino. "Para montar una compañía se necesita un Hércules, una dedicación al cien por cien, y yo tengo ganas de bailar. Me siento en el mejor momento de mi carrera", ha aclarado.
Pero no descarta esta opción en el futuro, ya sea en España o en otro país, aunque sí otras. "No descarto nunca nada. Ahora bien, el día que deje de bailar sé lo que no me gustaría: coreografiar y enseñar", precisa.
"Bailar y coreografiar no tienen nada que ver, son dos formas de expresión totalmente diferentes; un coreógrafo, como dice Roland Petit, tiene una necesidad creativa; no se hace, nace. Yo no tengo esa necesidad, yo soy el instrumento de un creador. Enseñar tampoco, -prosigue- porque para ello hay que saber. No todos los bailarines tienen la capacidad pedagógica que hace falta".
Así, adelanta: "yo querría trabajar con profesionales, o para aportarles en el lado artístico, ayudándoles a sacar lo que tienen dentro ante el escenario -siempre me ha interesado el lado interpretativo más que el técnico-, o bien, podría ser, dirigir una compañía".
"Roland Petit siempre dijo que yo sería una directora ideal porque tengo el carácter y las ideas bien puestas, pero eso sería a largo plazo. Quizá llegue el día en el que la necesidad que tengo de bailar esté cumplida y realizada", comenta.
Respecto de la creación de una ley de artes escénicas, Lucía Lacarra cree que lo más importante es "colocar a la danza al mismo nivel que las otras artes, porque la falta de una institución estable con repertorio variado ha hecho que la danza sea un poco la hermana pobre".
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