El escritor cubano Rodríguez dice que "Chiquita" es una representación en miniatura de la mujer caribeña

Bogotá.-  El escritor cubano Antonio Orlando Rodríguez no duda en imaginar a Espiridiona Cenda, la liliputiense que inspiró su premiada novela "Chiquita" como "una representación en miniatura de la gracia y la picardía de la mujer del Caribe".

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(EFE)

El escritor cubano Antonio Orlando Rodríguez, autor de la novela "Chiquita", inspirada en la bailarina cubana de fines del siglo XIX e inicios del XX, Espiridiona Cenda, de 65 centímetros de estatura, y con la que obtuvo el Premio de Novela Alfaguara de 2008, dio una entrevista a Efe, en Bogotá (Colombia).

"Creo que tiene que haber sido una mujer muy singular, muy seductora, a pesar de su pequeño tamaño", dice Rodríguez al recabar, durante una entrevista con Efe en Bogotá, en la personalidad de la fascinante bailarina cubana de fines del siglo XIX e inicios del XX.

Rodríguez, que obtuvo con "Chiquita" el Premio de Novela Alfaguara de 2008, presenta hoy la obra en Bogotá, en una gira que empezó en España y ha seguido por Estados Unidos, México y Colombia.

"Es mucho más que una mujercita en miniatura", advierte, porque no es común que una mujer con 65 centímetros de estatura haya sido capaz de abrirse un espacio, triunfar y amasar una fortuna en "un mundo pensado a la medida de los gigantes".

Y también, como mujer independiente, talentosa y de mucha fuerza interior, de ser feliz, al haberse "dado el gusto de tener amores de todo tipo, sin importarle la opinión ajena", dice Rodríguez, que le dedicó cinco años a investigar a este personaje y a recrearlo en términos literarios.

"Es el espíritu de una gran mujer concentrado en 65 centímetros", expresa con admiración el autor.

Desde sus lecturas de niño en Ciego de Ávila, la población donde nació en 1956, Rodríguez encontró en la literatura infantil un buen lugar para desarrollar su estilo y ver el mundo de una manera "más marcada por la imaginación, el absurdo y el humor", como lo muestran títulos como "La isla viajera", "¡Qué extraños son los terrícolas!" o "Mi bicicleta es un hada y otros secretos por el estilo".

Es un ámbito que combina desde 1985 con obras para públicos mayores, primero con cuentos ("Strip-tease") y, más recientemente, con novelas, género en el que irrumpió en 2002, con "Aprendices de brujo".

La escribió en Bogotá, donde vivió tras una estancia como exiliado en Costa Rica, y que visitó por primera vez en 1991, para impartir un taller sobre literatura infantil en la Feria Internacional del Libro (FILB).

"Aprendices de brujo" es una "novela colombiana" (los personajes son dos bogotanos de las primeras décadas del siglo pasado), dice Rodríguez, sin añoranzas, como no las tiene de su tierra natal, porque, notifica, "no soy un hombre de la nostalgia".

El autor, que reside en Miami, cree que cada etapa vital hay que llevarla con intensidad, con fruición, y enriquecerla con la cultura y la gente del lugar de paso, y debe ser puesta en función de la vida y, en su caso como narrador, de la obra.

Se trata, explica, de "no vivir con un pie en el sitio donde estás y con el otro en tus recuerdos, porque si tratas de avanzar en esa posición puedes correr el riesgo de tropezar y de caerte".

En su primer viaje a Bogotá, Rodríguez decidió quedarse a vivir "fuera del país (el suyo)", una Cuba de la que, dice, se interesa del mismo modo que lo hace por todo lo que pasa en el mundo.

El autor aclara que no es la persona que "vive pendiente de las noticias de lo que sucede en Cuba", por lo que se considera "un cubano no profesional", es decir, un inexperto en cuestiones políticas.

Rodríguez dice sin resignación que los cubanos "parecen condenados, por el hecho de haber nacido en la isla, a ser expertos en política nacional", que es algo de lo que, advierte, rara vez se le pregunta a un escritor de actualidad de Chile, Japón o Noruega en sus giras de promoción.

La molestia no le impide aceptar como válida la lectura política de algunos críticos sobre "Chiquita", que interpretan como "una metáfora de la isla de Cuba y de su deseo de sobresalir en el concierto de los países por su cultura y por su dignidad".

Otros ven en ella un anuncio de la "mujer moderna", incluso una "reflexión sobre el exilio" y, también, "una invitación a respetar y aceptar que todos somos diferentes, y que lo anormal, lo aberrado, es pretender que todos sean iguales".