Cuando vayas al 'hiper', no te fíes

De un tiempo a esta parte, las estanterías de los supermercados parecen haberse convertido en una farmacia. Comer galletas puede evitar que muramos de un infarto, la leche nos reduce el colesterol y el pan de molde hasta adelgaza. O eso es lo que dice la publicidad de los productos. La Confederación Española de Organizaciones de amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU) ha hecho público un estudio del que puede extraerse una idea: mejor no fiarse de los 'efectos milagrosos' que prometen los alimentos cuando vamos a la compra.

(EFE)

Se va a cumplir un año de la normativa que regula el uso de frases como 'bajo en sal', 'sin azúcar', 'rico en fibra', etc... y con la que se pretendía evitar el abuso de estas expresiones. Desde que entró en vigor — el 1 de julio de 2007 — hace falta que se cumplan una serie de criterios objetivos para poder afirmar esto pero los fabricantes han descubierto nuevos trucos para atraer compradores.

'Cuida tu corazón', 'ayuda al desarrollo de los huesos' y 'potencia la actividad del riñón' son algunos de ellos. Sin embargo, desde la CEACCU, son contundentes: el 58,9% de los mensajes que aparecen en las etiquetas de los productos no se ajusta a la normativa en vigor. Algunos son ambiguos, otros no dejan claro hasta qué punto es bueno lo que proponen, qué cantidad es necesario consumir para obtener los efectos deseados o qué beneficios aportan respecto a otros productos convencionales.

Pero lo más preocupante para la CEACCU es que, en muchas ocasiones, todos estos mensajes ocultan los verdaderos datos útiles para los consumidores, como es la información nutricional (valor energético, grasas, proteínas,hidratos de carbono, etc.). La inclusión de este tipo de declaraciones en las etiquetas — la mayoría de los productos incluyen varias frases — han hecho que muchas de ellas sean ininteligibles. "Yo no leo las etiquetas porque, además de que no lo veo bien, no hay manera de entender lo que dicen", comenta una señora en la tienda. Como ella, el 64,1% de los encuestados asegura no entender la práctica totalidad de la información que aparece en el etiquetado de alimentos. "¿Pero quién sabe lo que es el glutamato monosódico?", pregunta una chica en la tienda mientras lee la etiqueta de una bolsa de patatas fritas.

Publicidad muy cara

Aunque grave, el hecho de que los efectos prometidos por los productos no sean del todo ciertos (por ejemplo porque la cantidad de algún ingrediente que incluyen no es suficiente) no parece tan importante como los posibles efectos negativos que pueden tener algunos alimentos. La obsesión por consumir productos ricos en vitaminas, minerales y fibra puede traer algunos problemas de salud, indican desde la Confederación. A pesar de esto, su presidenta, Isabel Fernández, ha querido transmitir un mensaje de tranquilidad a los consumidores, asegurando que los productos que se pueden encontrar en el mercado "son seguros" aunque "no cumplan la legislación existente" ya que "no pueden atribuirse propiedades terapéuticas inexistentes".

Además, la diferencia también se nota en el bolsillo. Los productos con 'propiedades adicionales' pueden ser hasta un 130% más caros que uno convencional y las margarinas son las que se llevan la palma. Para no dejarnos deslumbrar por propiedades milagrosas y eslóganes atractivos, hay una clave: recordar que estos productos no son sustitutivos de una dieta equilibrada y una vida saludable.