Madrid.- El Gobierno español es "optimista" con la Cumbre de Copenhague pero advierte de que para conseguir un acuerdo ambicioso que siente las bases del régimen climático a partir de 2012 queda un trabajo "muy técnico" en el que la Conferencia de Barcelona jugará un papel "clave".
La secretaria de Estado española de Medio Ambiente, Teresa Ribera. EFE/Archivo
La Conferencia de Barcelona (la última cita importante antes de la Cumbre de Copenhague del mes de diciembre), que tendrá lugar del 2 al 6 de noviembre, tiene el reto de convertirse en un espacio de encuentro multilateral y de facilitar la negociación para lograr el éxito en Copenhague.
En una rueda de prensa, la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, ha explicado que a la conferencia de Barcelona acudirán más de 4.000 delegados de 170 países, más de 200 organizaciones no gubernamentales y 300 medios de comunicación.
Las sesiones de negociación se organizarán en dos grupos de trabajo diferenciados: uno encargado de la cooperación a largo plazo, que se centrará en la discusión de temas como la mitigación de los efectos del cambio climático en los países en desarrollo, la deforestación, los enfoques sectoriales, los enfoques de mercado y las medidas de respuesta.
El segundo, el llamado grupo de trabajo especial sobre los nuevos compromisos, tendrá como objetivo avanzar en la fase final de las negociaciones y sentar los pilares del acuerdo.
El resultado de estas discusiones en Barcelona será "determinante" para cerrar las cuestiones más técnicas y avanzar hacia el tramo final de las negociaciones en Copenhague, que tiene el reto de lograr un pacto internacional lo suficientemente sólido y ambicioso como para sustituir al Protocolo de Kioto, frenar la deforestación y mitigar los efectos del cambio climático.
Ribera ha subrayado que en todo este proceso es muy importante que la Unión Europea mantenga la "presión constructiva" porque esa actitud ya ha dado "avances significativos" en las posiciones de los países en vías de desarrollo como China e India y también en las de los países industrializados como Japón o Australia.
Para Ribera es importante que la UE siga ejerciendo un papel de liderazgo porque en las próximas citas quedan aspectos por resolver tan importantes como determinar la financiación necesaria para ayudar a los países en vías de desarrollo, luchar contra los efectos del cambio climático o acordar medidas para frenar la deforestación y lograr una gestión sostenible.
Además, entre Barcelona y las citas informales que restan antes de que se celebre la cumbre de Copenhague, habrá que dirimir cuál es la emisión de gases de efecto invernadero que pueden emitir el transporte aéreo y el marítimo, dos sectores que quedaron excluidos del Protocolo de Kioto.
En cuanto al papel de España en todo este proceso, la secretaria de Estado ha explicado que "por sí sola no cuenta" pero ha reconocido que en esta ocasión jugará un papel "más especial" ya que ocupará la próxima presidencia de turno de la UE, que será "la encargada de asumir todo lo que salga de Copenhague".
No obstante, Ribera ha recordado que antes de la cumbre de Barcelona, entre los días 29 y 31 de octubre, habrá una reunión informal organizada por Dinamarca que intentará impulsar el diálogo político en los temas más conflictivos y bloqueados de esta negociación.
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