Santiago de Chile.- Aunque admite que "es difícil que pase a una segunda vuelta", Jorge Arrate Mac Niven, el candidato presidencial de la izquierda extraparlamentaria chilena, cree que "lo mejor para el país" sería que los electores tuvieran que decidir entre su candidatura y la del empresario Sebastián Piñera.
Arrate cuenta que se marchó porque no se sentía identificado con las alabanzas que se prodigaba a sí mismo el bloque de partidos de centro e izquierda que gobierna Chile desde el fin de la dictadura.
"Sinceramente creo que sería lo mejor para Chile, sería en realidad la confrontación de dos proyectos democráticos: uno liberal de derechas y otro de avanzada de social de izquierdas", explica en una entrevista con Efe.
Abogado, economista, escritor y académico, Arrate (Santiago de Chile, 1941), lleva cuatro décadas en la política y ha participado en todos los Gobiernos democráticos que ha tenido Chile desde 1970, excepto en el de Michelle Bachelet, de quien dice que "es una mujer íntegra, de grandes condiciones políticas y sensibilidad".
A pesar de que lleva cuatro décadas en política, menos de diez minutos en televisión durante el debate electoral del pasado miércoles le bastaron para dejar de ser "el candidato invisible" y convertirse en la revelación de la campaña.
Los sondeos daban hasta ese momento al abanderado presidencial de la coalición Juntos Podemos (integrada por comunistas, allendistas y cristianos de izquierda), un 1% (menos de 100.000 votos). Ahora aspira a obtener entre 500.000 y un millón de votos.
Pero Arrate no es un recién llegado. Su trayectoria política se remonta al Gobierno de Salvador Allende, en el que fue vicepresidente ejecutivo de Codelco (la empresa estatal del cobre) y ministro de Minería.
Tras el golpe militar de Augusto Pinochet se exilió en Italia, en La República Democrática Alemana y en Holanda. Al restablecerse la democracia, Arrate se incorporó al gabinete de Patricio Aylwin como ministro de Educación; luego estuvo en el Gobierno de Eduardo Frei (hoy, uno de sus oponentes electorales) y fue embajador en Argentina con Ricardo Lagos.
Pero "cansado de que la Concertación no tuviera ni la fuerza ni el coraje" de perseverar en las reformas y de "que se amoldara progresivamente al sistema", hace unos meses, acompañado de un grupo de 400 seguidores de Salvador Allende, decidió abandonar el Partido Socialista, del que alguna vez fue secretario general y presidente.
Arrate cuenta que se marchó porque no se sentía identificado con las alabanzas que se prodigaba a sí mismo el bloque de partidos de centro e izquierda que gobierna Chile desde el fin de la dictadura.
"La Concertación debe hacer balance y autoextinguirse, para después reencarnarse, las coaliciones no son eternas", sostiene este candidato, quien propugna la creación de una fuerza que aglutine a todos los sectores de la izquierda chilena, un proyecto que Arrate evita deliberadamente llamar "progresista".
"El progresismo a mí me resulta cada vez más como un chicle lengueteado y masticado por demasiada gente distinta; no tengo claro qué quiere decir", afirma.
"La única candidatura abierta y orgullosamente de izquierdas es la que yo represento", recalca Arrate, quien describe a Sebastián Piñera como un neoliberal; a Eduardo Frei, como un democristiano partidario de una economía social de mercado, y a Marco Enríquez Ominami como un liberal progresista, "y eso tampoco es de izquierdas".
"Gane quien gane esta elección", Arrate piensa que "el futuro político de Chile es muy interesante", convencido como está de que el actual modelo "se va a romper".
Por eso arremete contra un sistema político que "está podrido" y que ha provocado exclusión (Chile es uno de los doce países con peor distribución de la riqueza en el mundo) e indiferencia (el 80% de los jóvenes no está inscrito para votar).
"Nuestro proyecto es reconstituir una izquierda firmemente asentada en su identidad, pero que mire al futuro; no se trata de ponerle un viejo papel de calco a la historia, nosotros tenemos que inventar nuestro futuro, así como Allende inventó el suyo", señala.
Tras más de 40 años de militancia y estudio de las ideas socialistas, Arrate ha llegado a la conclusión de que "la izquierda es pendenciera, beligerante y crítica", y opina que "es bueno que así sea, hasta ciertos límites".
"Yo no tengo enemigos en la izquierda (...), tampoco practico el arte del ataque personal, sino el arte de la polémica de ideas", puntualiza.
Considera "absolutamente legítimo" que los empresarios (como Piñera) se dediquen a la política siempre que lo hagan "bajo ciertas reglas que actualmente no existen en Chile", y por eso insiste en que "hay que construir una Muralla China entre los negocios y la política".
Firme defensor de la educación pública gratuita, de una nueva Constitución, y de la nacionalización del cobre y el agua, Jorge Arrate fue el único candidato que planteó estos temas en el debate electoral y eso, según él, fue lo que le permitió dejar de ser "el candidato invisible".
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