Una oreja a Diego Urdiales, premio al valor y la entrega también de sus compañeros

Bilbao.-  Una oreja a Diego Urdiales es un premio que viene a reconocer también la buena actitud y entrega de los otros dos alternantes, Juan José Padilla y José Luis Moreno, que al igual que el riojano emocionaron por el valor y la temeridad en una dificilísima corrida de Victorino Martín, última de las Corridas Generales, hoy en Bilbao.

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FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Victorino Martín, bien presentados, con genio y mucho peligro. Los menos malos, los dos primeros. Tercero, cuarto, quinto y sexto, verdaderas alimañas.

Juan José Padilla: estocada (gran ovación tras petición); y estocada baja (división a favor, con más palmas que pitos).

José Luis Moreno: estocada y dos descabellos (gran ovación tras un aviso); y pinchazo y media (gran ovación tras un aviso).

Diego Urdiales: media estocada (gran ovación); y estocada (oreja).

La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde calurosa.

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PREMIO DE TODOS

La última esperanza de una feria mala en casi todo era esta corrida. Habría salvación si embestían los "victorinos", y naturalmente si los toreros llegaban también a tiempo con inspiración y arrestos.

Por lo que a toros se refiere, salieron muy difíciles y con peligro. Los toreros, sí, se hicieron respetar.

La oreja final para Urdiales, quede claro, la sudó bien el torero, por esfuerzo y ganas, por valor y entrega, todo por exceso. Oreja, sin embargo, que no justifica otros contenido, ni artísticos ni técnicos. Fue el premio al valor, por estar "ahí", por aguantar y asustar.

Tensión en el tendido por lo que podría pasar. Y conmovedora reacción cuando entró la espada a la primera. Explosión de pañuelos, más que suficientes para que el presidente no tuviera más remedio que dar el trofeo.

Fue el premio que se daba el público a si mismo. La oreja la paseó Urdiales, no podía ser de otra manera, pues al fin y al cabo el valor lo puso él. Pero fue premio al fin y al cabo de todos.

Con Urdiales ya se habían vivido momentos muy apasionantes en su primero. Suspense por el toro, peligroso, sin pasar ni humillar, y "metiéndose" en cada arrancada por sorpresa. Urdiales le tragó lo indecible en una labor de arrojo y también torería.

El primero de corrida, noblón en comparación con los cuatro últimos y para lo que suele ser el tipo de toro que cría Victorino, empujó poco y tampoco terminó de humillar. Padilla lo toreó templado y limpio, fundamentalmente por el pitón izquierdo. En realidad el toro no respondió a derechas. Y si hubo algún error en el planteamiento de faena por parte del jerezano fue precisamente empezar y acabar por ahí. Lo mató bien, y aunque hubo petición de oreja, faltaron pañuelos.

El cuarto, violento, tirando gañafones, se dejó engañar en el capote aún echando las manos por delante, lo banderilleó Padilla con facilidad, pero en la muleta ni uno, lo que se dice ni un muletazo. Probó el torero infructuosamente antes de aligerar con un breve trasteo sobre las piernas.

Moreno entró a última hora por la vía de la sustitución ante la obligada incomparecencia del lesionado "Fundi". El rubio torero cordobés se había ganado estar en Bilbao después de triunfar con rotundidad en su Córdoba natal, en Valencia y en Madrid, nada menos, y justificó con creces esta cuarta contratación en plaza de "primera". Lástima que la corrida salió tan imposible.

Descastado y pensándoselo mucho su primero, que no andaba para adelante. Estuvo Moreno muy firme y capaz, lo que se dice sacando agua de un pozo completamente seco. Muletazos sueltos, sobre todo por el lado izquierdo, con profundidad y aroma, con mando y mucho dominio. Un toreo impensable, a la postre también recio y auténtico.

Y si había estado apabullantemente valiente en aquel segundo toro, todavía se superó en el quinto, otro "victorino" de armas tomar. Toro peligrosísimo, sabiendo siempre lo que se dejaba atrás. Se le podía engañar a lo sumo en el primer muletazo, pera en ningún caso tomaba el segundo.

Moreno estuvo más allá del valor, en la temeridad. Firmeza basada en la verdad. Hubo varios amagos de cogida, por fortuna sin consumar. No le echó mano el toro de verdadero milagro. Este también fue un gran triunfo de Moreno, salir indemne.