Cóctel de monólogos (sociales) con la sombra del PP

El nulo entendimiento que están demostrando sindicatos y patronal en materia laboral demuestra que el diálogo social sólo tiene de diálogo el nombre del mismo. Conforme pasan los días parece más lejano un acuerdo que tiene como fin mejorar el mercado de trabajo y las prestaciones sociales a los desempleados. El Gobierno, que no está dispuesto a que nadie le amargue el verano, ha puesto toda su artillería al servicio del mismo.

(EFE)

Cada uno a lo suyo.

La clave en ese sentido la ha dado el secretario de Estado de la Seguridad Social Octavio Granado. "Cuando se produzca esa situación [que los agentes sociales no lleguen a un acuerdo laboral antes de que acabe julio] el Gobierno comunicará lo que va a hacer", ha dicho acerca de las infructuosas reuniones que están manteniendo Gobierno, sindicatos y patronal a cerca del diálogo social.

Las palabras de Granado, también secretario de Economía del PSOE, han mostrado lo poco que se está conversando realmente en la mesa del diálogo social y el golpe en la mesa que va a dar el Ejecutivo antes de agosto. Si el jueves pasado era una reunión tensa y el lunes el anuncio de contactos bilaterales, hoy ha sido el reconocimiento explícito de que documento antes del verano lo habrá, con acuerdo o sin él. Palabra de Zapatero (o al menos de alguien de su entorno).

Para que no ocurra esto —siempre es mejor la foto de todos sonrientes— ZP ha subido un peldaño jerárquico en las negociaciones. Por si no fuera poco con destinar a su mejor hombre en materia económica al pacto laboral, el presidente ha decidido incluir también a su jefe de Gabinete José Enrique Serrano, que tiene rango de secretario de Estado. Ni rastro, sin embargo, de la supuesta competente en esta materia, la secretaria de Estado de Empleo, Maravillas Rojo.

Cinco posturas diferentes

Esta misma tarde han comenzado las reuniones bilaterales entre el Gobierno y los sindicatos y mañana le tocará el turno a la patronal. Aún no ha trascendido nada de las mismas, pero lo que es seguro es que el Ejecutivo tratará de convencer al resto de que el acuerdo antes del verano es necesario. Lo que pasa es que el diálogo, según juzgan los participantes del mismo, no es tal. Sus propuestas, cada vez más enfrentadas, muestran cuatro monólogos diferentes: el de los sindicatos (que piden ampliar a un año la prestación posterior a un año y que ésta ronde los 600 euros), el de la patronal (abaratamiento del despido y rebaja en cinco puntos de las cotizaciones a la Seguridad Social), el del Gobierno (un acuerdo de mínimos que pica un poco de todo sin dar nada a ninguno de los participantes) y el de la patronal de Pymes (que se siente defraudada porque no le hacen caso y dice desmarcarse de la postura de su hermana grande, la CEOE).

Si se quiere, incluso, puede que del diálogo de besugos de los participantes salga otro monólogo, el del PP, que aunque no forma parte de este asunto pide también el abaratamiento del despido y las rebajas a las cotizaciones de la Seguridad Social. Más aún, pide, en su papel de oposición y en boca de su líder, que el Gobierno tome la iniciativa y adopte decisiones en caso de que no se llegue a un acuerdo en la mesa del diálogo social. La identificación de propuestas con las de la patronal en materia laboral, y la reunión que mantuvo Mariano Rajoy con la directiva de la misma el jueves pasado, ha hecho que los sindicatos sospechen de que el cambio de rumbo en las negociaciones desde la semana pasada tenga mucho que ver con los vínculos que existen entre ambas organizaciones.

Minutos antes de que Rajoy diera a conocer la postura del PP, en el mismo lugar Xavier Sala (el economista de cabecera de Esperanza Aguirre según le ha confesado ella misma) ha dicho que "abaratar el despido es un error y moralmente corrupto". Ojo Esperanza con lo que dice admirado experto sobre las propuestas de tu partido.