25 pasadores cumplen el ritual mágico del paso del fuego en San Pedro Manrique

San Pedro Manrique (Soria).-  Más de tres mil personas presenciaron en la noche de San Juan, la más corta del año, el tradicional paso del fuego en la localidad soriana de San Pedro Manrique, un rito mágico que este año fue protagonizado por veinticinco pasadores.

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(EFE)

Un joven salta una hoguera durante las celebraciones de las fiestas de San Juan en el barrio palentino de San Juanillo.

El anfiteatro de la ermita de la Virgen de la Peña se volvió a quedar pequeño, un año más, con la presencia de más de tres mil personas, que presenciaron con devoción esta tradición declarada de interés turístico nacional y que fue seguida este año, en el banco de autoridades, por el duque de Lugo, Jaime de Marichalar.

Veinticinco hijos del pueblo, entre ellos una mujer, cruzaron este año la alfombra de fuego, que durante su preparación llega a alcanzar 1.200 grados y, durante el festejo, en torno a 400, en un momento en el que silencio y magia cobraron protagonismo.

La celebración ancestral del paso del fuego es, para los expertos, un ritual iniciático para lograr la inmortalidad a través de la hoguera purificadora y, para los menos versados, uno de los momentos más emocionantes del calendario festivo más allá de las fronteras provinciales y nacionales.

Jesús María Celorrio, el alcalde, José Antonio Hernández, y Alejandro García han sido los primeros vecinos en cruzar la alfombra de fuego, portando a sus espaldas a las móndidas, personajes centrales de las fiestas de San Juan en San Pedro Manrique y que rememoran, según algunos estudiosos, la abolición del tributo de las cien doncellas tras la derrota musulmana durante el reinado del rey astur Mauregato, y para otros, son la encarnación de las antiguas sacerdotisas celtíberas.

Jesús María Celorrio, que abrió este año el turno de pasadores, ha manifestado que la única condición para superar el manto de brasas sin quemarse, como hizo él, tiempo atrás, por primera vez, con quince años, es "echarle valor, tener un poco de fe y pasar con firmeza, mirando hacia el frente".

Celorrio ha reconocido que durante todo el año se piensa en esta noche mágica y ha alabado que la juventud siga sumándose a este rito para perpetuar la tradición.

El alcalde José Antonio Hernández ha mostrado su satisfacción por el desarrollo del rito, que espera que sirva para darle "un empujón" no sólo al paso del fuego sino a San Pedro Manrique.

En este sentido, ha reivindicado la nominación de San Pedro Manrique como uno de los diez festejos calificados como patrimonio cultural inmaterial.

Además, ha señalado que el centro de interpretación del paso del fuego está pendiente de una última ayuda, confiando en que el próximo año pueda ser una realidad.

Ismael Luis y Daniel García, de 15 años, han cruzado este año por primera vez el paso del fuego, un rito que también ha cumplido este año el párroco de la localidad, Antonio Arroyo, y el joven Carlos "Colodras", por dos veces.

Ismael Luis, que llevaba varios años pensando afrontar el reto, a lo que se decidió hace una semana, ha asegurado que el manto de brasas no quema sino que pincha.

El manto de cenizas ha necesitado este año dos mil kilogramos de leña de roble, cortada en el invierno pasado en montes de la comarca y guardada todo el año bajo llave a la espera de la noche mágica de San Pedro Manrique, según ha explicado Rafael Sánchez, uno de los tres horguneros del festejo -personas que se encargan de preparar el manto de brasas-.

A las ocho de la noche se ha iniciado la preparación de la hoguera, formando una pila de leña que ha sido encendida a las nueve de la noche para, dos horas después, confeccionar una alfombra de cenizas, con la ayuda de una vara de madera de cinco metros.

El grosor del manto de fuego está todos los años entre diez y quince centímetros, en función de como se haya quemado la leña, por seis metros de larga, para que los pasadores den una media de seis a ocho pasos para atravesar el manto de fuego y rememorar un año más una tradición ancestral.