Por el eje Prado-Recoletos-Castellana se suceden los carteles electorales en los que López Aguilar y Mayor Oreja piden a los ciudadanos que voten porque "el partido se juega en Europa" (según los socialistas) y porque se necesitan "ahora soluciones" (para los populares). Con el fondo rojo o azul, el mensaje es parecido: Europa importa, y mucho. Mientras, el centro de Londres está empapelado con eslóganes como 'Di NO a la Unión Europea'. El movimiento contra la UE ya no es exclusiva de los partidos minoritarios en muchos países aunque en España no tiene apenas calado. El objetivo: acabar con la UE desde dentro de la UE.
El UKIP británico podría tener más apoyo que los laboristas de Brown.
Se les conoce como euroescépticos aunque en muchas ocasiones defienden posturas abiertamente antieuropeas. Desde la xenófoba Liga de las Familias polaca a la sueca Junilistán (Lista de Junio), un buen número de candidaturas que se presentan a las elecciones quieren menos Europa. Y éste podría ser su año. Como dijo Durão Barroso, "existe el riesgo de que la alta abstención permita a los euroescépticos y a los extremistas tener mayor representación en el debate y en las decisiones sobre nuestro futuro". El presidente de la Comisión Europea tenía razón: si, como advierten las encuestas, los europeos se quedan de manera masiva en casa y no acuden a votar, será más fácil que otros partidos tengan opción de entrar en el PE.
Pero para tener representación no basta con que los 'rivales' no tengan apoyo, sino que hay que conseguir que un buen número de ciudadanos —cerca de 280.000 en España, según fuentes de la Eurocámara— crea en ti. O, mejor dicho, que no crea en la UE. Y, seamos sinceros, la imagen de la Unión ha sido muy castigada en los últimos tiempos. Después de que durante la última legislatura se vieran obligados a cambiar el proyecto de Constitución por el Tratado de Lisboa tras varios 'No' en países como Francia, de que los ciudadanos se indignaran por la posibilidad de trabajar 65 horas a la semana y de que las instituciones europeas fueran duramente criticadas por sacar adelante la 'directiva de la vergüenza' sobre inmigración, la Unión no va sobrada de amigos.
"Durante mucho tiempo se ha presentado la adhesión de España a la UE como nuestro mayor triunfo nacional tras años de dictadura"
Si a todo esto le sumamos el malestar por la crisis económica, las altas tasas de paro y algún que otro escándalo nacional —por ejemplo el de los gastos de los diputados británicos—, no es de extrañar que los votantes miren con ojos golosos candidaturas en las que se defienden ideas como dar menos dinero y autoridad a la UE, recuperar parte de la soberanía perdida e, incluso, retirarse de la Unión. En Reino Unido, por ejemplo, muchas encuestas incluida la del Times dan al UKIP (el partido del 'Di NO a la Unión Europea') como el segundo más votado en el país, por delante de los laboristas de Gordon Brown.
Este tipo de candidaturas encierran un gran peligro: además de la recuperación de la soberanía, en muchas ocasiones sus discursos van acompañados de mensajes de tinte xenófobo, nacionalista y ultraliberal. Otro de los lemas del UKIP es 'Di no a la inmigración ilimitada'. Después de haber conseguido 11 representantes en las elecciones de hace cinco años —es el partido más importante del grupo del PE 'Independencia y Democracia', que cuenta con 37 eurodiputados— esperan que éste sea su año.
De momento, el euroescepticismo no tiene cabida en las listas de los grandes partidos españoles y queda relegada a grupos con poca o ninguna posibilidad de conseguir un eurodiputado. Y, como ocurre en el resto de Europa, suelen ser partidos muy escorados hacia la izquierda o la derecha. Uno de ellos es el Partido Obrero Socialista Internacionalista (POSI) y, aunque en su programa incluyen la derogación de los Tratados de Maastrich y Ámsterdam, su principal intención es que haya un reflejo en España de esta corriente cada vez más fuerte en Europa.
"Somos realistas —asegura Blas Ortega— yo soy el cabeza de lista y no estoy haciendo las maletas para ir a Estrasburgo. No aspiramos a formar parte del sistema, pero nos presentamos intentando poner voz a mucha gente que no está contenta con la UE pero que tampoco está en su contra: simplemente quieren otro modelo de Europa porque el que tenemos no sirve. Está totalmente manipulado por los gobiernos y habría que acabar con él y empezar de nuevo".
La batalla entre los grandes partidos no se juega en Europa.
Pero que este tipo de ideas se extienda entre la sociedad española es difícil. "Durante mucho tiempo se ha presentado la adhesión de España a la UE como nuestro mayor triunfo nacional después de muchos años de dictadura. Siempre se ha visto como un logro, es una actitud distinta a la de otros países en los que este tipo de partidos sí que consiguen representantes", explica el politólogo José Ignacio Torreblanca.
Como explica este profesor de Ciencia Política de la UNED, "la UE nunca ha significado para España lo mismo que para Reino Unido". Al país anglosajón le supuso un cierto fracaso nacional darse cuenta de que "ya no podían solos". En el caso de Polonia (donde existen varios partidos que defienden incluso la salida del país de la UE) y de otros antiguos miembros de la extinta URSS, "hay que tener en cuenta el daño sobre las culturas políticas que hizo la época soviética. Además de la idea de haber 'perdido' parte de la soberanía inmediatamente después de haberla recuperado" que supone la integración en la UE.
¿Y no resulta un poco paradójico intentar acabar con la UE formando parte del propio sistema? "Bueno, si se quiere hacer de un modo civilizado y se trata de una iniciativa seria, no hay otra manera. Aunque también hay que tener en cuenta que, al final, la participación de estos diputados en la vida política europea es bastante reducida: no acuden a buena parte de las sesiones y no trabajan en el día a día sino que prefieren actos con gran repercusión mediática", resuelve Torreblanca.
Esa falta de debate nacional es la que denuncian desde otros partidos españoles que también se autodenominan euroescépticos. "Como las dos grandes formaciones no abren la discusión sobre Europa, parece que hay que aceptar que no se puede estar en contra de la UE o que, si lo estás, lo mejor que se puede hacer es no votar. Pero que no hay alternativas para trabajar desde dentro", cuenta Francisco Torres, portavoz del partido católico Alternativa Española.
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