MADRID.- "Estaba cenando en el Baobab, un restaurante senegalés, cuando vi pasar a la Policía. Pensé: van a entrar. Y acerté. Me indigné porque sólo se acercaron a las mesas en las que había personas africanas. Me dio mucha vergüenza y a mis amigos españoles que estaban sentados conmigo, también". Maxim (nombre ficticio), senegalés de 33 años, nos cuenta entre risas lo que le ocurrió hace unos días en un local del centro de Madrid. Según las personas que estaban allí, se trataba de "una redada masiva y programada" basada en criterios raciales.
Tu testimonio puede ayudarles.
La práctica que denuncia Maxim es la misma que recogieron en un documento varios sindicatos de Policía hace unos meses, asegurando que sus superiores les obligaban a cubrir un cupo de sin papeles a cambio de incentivos. A muchas personas que, por casualidad, han sido testigos de redadas de este tipo, estas prácticas les chirrían sin tener muy claro si son legales o no.
En aquel momento, de boca del propio ministro del interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, nos enteramos de que no. No están permitidas. "Alguien no ha hecho las cosas bien y punto", sentenció Rubalcaba dando por zanjada la polémica tras prohibir expresamente los cupos, asegurar que las redadas masivas están prohibidas y negar rotundamente discriminación racial a la hora de aplicar la Ley de Extranjería.
Sin embargo, una investigación que la red de colectivos que apoyan a los inmigrantes indocumentados, Ferrocarril Clandestino, ha llevado a cabo sobre los controles de identidad a inmigrantes que viven en distintos barrios de Madrid sostiene todo lo contrario. Según ellos, las redadas indiscriminadas son una realidad, tanto antes como después de que el ministro las prohibiera expresamente. "Salir a la calle es un desafío", denuncian los propios inmigrantes. Malik, portavoz de la Asociación de sin papeles de Madrid, afirma que a muchos indocumentados "la Policía les busca en lugares a los que habitualmente acuden para ganarse la vida", divertirse, hacer la compra o incluso recoger a sus hijos al colegio. "A muchos nos han detenido cerca de los juzgados, de las embajadas, en el locutorio, en las estaciones de autobuses, en los lugares donde nos ofrecen trabajo, a la salida de las clases de castellano ", relata. Nino Trillo, abogado de la organización, lanza una acusación más grave: "Yo mismo escuché: esta noche hay cacería".
Así, Ferrocarril Clandestino recuerda otro de los motivos por los que algunas actuaciones policiales que se han denunciado últimamente dejan a quien las presencian y, por supuesto, a quienes las viven, con mal sabor de boca: la desproporción. "El derecho se basa en los principios de mínima intervención y proporcionalidad", observa Marisa Pérez. Así, la portavoz de la organización señala que, "mientras que carecer de documentación es una infracción administrativa, las medidas que se están utilizando para afrontarla son de tipo penal: grandes despliegues policiales, cacheos y registros, detenciones de hasta 72 horas en comisaría, ingreso en los Centros de Internamiento para Extranjeros durante 40 días, etc". Según ella, "si se trata de un proceso administrativo, este puede seguir su curso sin necesidad del perjuicio y el daño psicológico que todo este dispositivo implica para la persona que comete la infracción, por no hablar del tremendo gasto social que supone".
Los sin papeles de Madrid quieren trasladar estas protestas a las autoridades competentes, como la Delegación del Gobierno o el propio Ministerio del Interior de cara la inminente aprobación de la Ley de Extranjería, pero con pruebas y testimonios que les amparen. Para ello, han elaborado un estudio sobre esta realidad que han acompañado de 67 testimonios, la mayoría explicando realidades muy crudas, que Ferrocarril Clandestino quiere completar —por ejemplo, a través de internet— con los relatos de otras personas que hayan presenciado o han sido víctimas de una situación en la que la Policía se haya extralimitado. Entre las declaraciones recogidas hasta ahora, encontramos testimonios como estos:
Me llamo María Luisa, soy de Ecuador. Era verano, iba por la calle y al llegar a la estación de Méndez Álvaro me encuentro con un control policial. Me detienen y me llevan a la comisaría por no tener papeles. El trato fue vejatorio, me hicieron quitar la ropa y así, desnuda, me insultaron. Después de 24 horas detenida, salí en libertad con una orden de expulsión.
Me llamo Salma, soy de Marruecos. En Madrid llevo siempre mi pañuelo como símbolo de libertad, aunque en mi familia en Marruecos nunca nadie lo llevó. Al despertar una mañana a las 9 horas, mi hijo vio que le habían robado su bicicleta y fue a denunciarlo a la comisaría de Alcorcón. Allí le pidieron los papeles y al no tenerlos lo llevaron directamente al CIE del que salió, pasados los 40 días con una orden de expulsión que por el momento ha impedido que le den el arraigo. En Alcorcón, el 6 de abril de 2009.
Desde el otro lado de la barrera, Cristina se indigna recordando un episodio que vivió en el Metro de Madrid. Un policía apartaba a personas con aspecto de extranjeros para pedirles la documentación de muy malas maneras. "Yo entiendo que están haciendo su trabajo, pero me parecía que el agente estaba tratando muy mal a esas personas sin motivo", explica. Finalmente, Cristina increpó al policía, pero se fue con la duda. "¿He hecho bien? ¿Cómo debería actuar uno en estos casos?" Cada vez más personas comparten su duda: ¿Qué hacer si presencio este tipo de prácticas que me chirrían? Ferrocarril Clandestino y sus simpatizantes contestan a modo de lluvia de ideas basada en el conocimiento de la ley y en la propia experiencia.
Según Trillo, lo primero es quejarte de este hecho ante el propio agente que comete el supuesto abuso. "Usted no se meta. No sabe lo que vemos aquí todos los días", le increparon a Cristina aquel día en el metro de Vallecas. Trillo asegura que esto es bastante habitual. "Te pueden denunciar a ti los policías", comenta el letrado, que asegura haber vivido esta situación en sus propias carnes. Otra forma sería poner una denuncia en la propia comisaría, aunque, según los presentes, en ocasiones los agentes traten de disuadir a la persona que va a poner la denuncia. Con todo, sigue siendo el procedimiento habitual. "Recordemos que los primeros en denunciar los abusos fueron los propios policías a través de sus sindicatos", apunta Trillo, quien asegura que puede pasar que sean los propios policías que están en comisaria los que te animen a denunciar.
Interponer una queja en el propio Ministerio del Interior a través de su oficina de quejas o denunciar los hechos ante el juzgado, son otros procedimientos a los que uno puede acudir si es testigo de una clara situación de abusos.
En petit comité, Yuyu y Maxim, de la Asociación de Sin Papeles de Madrid, explican lo que aconsejan ellos a las personas en su misma situación:
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