WASHINGTON, D.C.- El presidente Obama visitó ayer por primera vez las instalaciones de la CIA, se reunió con 50 oficiales y después compareció ante los agentes para pedirles que "no se desanimen" por el hecho de que la opinión pública sepa hasta dónde llegó la inteligencia norteamericana para obtener información. La visita se producía días después de que el Departamento de Justicia desclasificara los informes sobre los métodos utilizados para interrogar a sospechosos de terrorismo.
Lavando la imagen de la inteligencia norteamericana
"Lo que hace que Estados Unidos sea especial, y lo que os hace especiales a vosotros, —decía Obama a la élite de la inteligencia estadounidense—, es precisamente el hecho de que estamos dispuestos a mantener nuestros valores e ideales incluso en los momentos más duros, no sólo cuando las cosas son fáciles. Incluso cuando tenemos miedo o estamos amenazados, no sólo cuando nos conviene hacerlo".
Ahora sabemos que los agentes de la CIA utilizaron la técnica de ahogamiento simulado hasta 183 veces para obtener información del detenido Khalid Sheik Mohammed. El supuesto miembro de Al-Qaeda había declarado ser el cerebro de los atentados del 11-S. Otros sospechosos fueron víctimas de la misma técnica, según informa esta mañana el diario New York Times.
Pero hasta el domingo, justo después de que el presidente Obama decidiera hacer públicas las órdenes del servicio de inteligencia, nadie tenía los datos exactos. El público no sabía cuántos presos habían sido sometido a esas prácticas de interrogación que la Administración Bush calificó de "seguras y legales". Tampoco sabían si había sucedido una vez, seis, o 266. Tampoco si había ocurrido en Guantánamo, Irak o una de las cárceles secretas que Obama ordenó cerrar el segundo día de su mandato.
Lo que sigue siendo un secreto es si el actual inquilino de la Casa Blanca ha decidido desvelar esta información por respetar los valores estadounidenses, por recuperar la dañada imagen norteamericana en el extranjero o por pura estrategia política.
Parte de la polémica creada por los métodos de interrogación de la CIA radica en eso, en su falta de concordancia con los valores norteamericanos. Pero la decisión de hacerlos públicos y no perseguir a los responsables, según Naciones Unidas, es también contraria a la ley internacional. Y Obama ha optado por restaurar los valores nacionales dentro y fuera de su frontera, en vez de buscar más enfrentamiento político.
"Obama ha decidido no perseguir a ningún responsable porque para ello necesitaría el apoyo de varios republicanos en el Senado [donde el partido demócrata no cuenta con la mayoría suficiente para sacar adelante una propuesta como ésta], y no quiere quemar ningún puente", nos explica Steve Biddle, experto en política exterior estadounidense del Council on Foreign Relations. "No puede arriesgarse a perder esos votos después, cuando los necesite para aprobar otro presupuesto, la reforma sanitaria o de inmigración".
El presidente también arriesgaba perder votos en su propio partido, al menos de los demócratas más liberales que quieren ver a Bush responder por los informes de la CIA. Aunque a lo mejor ha considerado que los demócratas más moderados son más fáciles de convencer si les necesita en un futuro.
Current hizo una demostración del 'waterboarding'
Entre los más conservadores y los liberales están quienes piensan que, ya que no se va a perseguir a Bush, en la Casa Blanca entre los años 2002 y 2005 a los que corresponden estos informes, ni a los agentes que llevaron a cabo los interrogatorios, la justicia debería perseguir a los que caen justo en medio: los que redactaron los informes y contaban con autoridad para dictar dichas órdenes.
El jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emmanuel, declaraba este fin de semana en la cadena de televisión ABC que la Administración actual está en contra de que el Departamento de Justicia persiga a ningún responsable. Pero nadie se ha pronunciado sobre si otra autoridad podrá hacerlo.
"Obama ha tenido mucho cuidado y en ningún momento ha especificado si perseguirá a alguien o no. Ha evitado muy cuidadosamente decir nada sobre qué pasará con quién redactó los informes, y eso puede que satisfaga a los demócratas más liberales", apunta Biddle.
Tampoco ha mencionado si no perseguirá a ningún agente ni miembro del anterior Gobierno por acuerdo con el partido republicano. Según declaraba ayer en la sede de la CIA en Washington, "sólo lo he hecho por una razón: porque creo que nuestro país es más fuerte y más seguro cuando mostramos todo nuestro poder y el poder de nuestros valores, incluido el de la ley".
Aunque hay quien no se siente tan seguro después de que los informes hayan visto la luz. Muchos países occidentales respiraron hondo cuando Obama firmó la orden ejecutiva que prohibía el uso de estas técnicas, pero los más conservadores en Estados Unidos ya han mostrado su preocupación. Entre ellos están el antiguo fiscal general Michael B. Mukasey, y anterior director de la CIA, Michael V. Hayden quienes escribían el pasado viernes en el Wall Street Journal que al publicar los métodos de interrogación, los terroristas podían estar ya preparándose para superarlos.
"Me parece un argumento muy débil pensar que los terroristas se pueden entrenar ahora para superar estas técnicas de interrogación. Estarían perdiendo el tiempo porque Estados Unidos no va a volver a utilizar estos métodos", argumenta Biddle.
El revuelo que ha provocado la salida a la luz de estos informes y la cantidad de debates que han inspirado en los medios contrastan con la falta de debate en la opinión pública hasta antes de la campaña electoral. Las cárceles secretas, simulaciones de ahogamiento, presos obligados a permanecer horas de pie o encerrados con insectos son ideas que los medios sólo ahora han empezado a mencionar. Por no emitir, ya sabemos que no había ni imágenes que dieran demasiadas pistas a los estadounidenses de las condiciones en que luchaban sus soldados.
Tardaremos un tiempo en saber si se convierte en un auténtico debate público o si se apaga el fervor de algunas discusiones en televisión este fin de semana, en editoriales dedicados a la decisión de Obama incluso ayer lunes o los titulares que el New York Times sigue añadiendo a su cobertura del tema. Los norteamericanos son expertos en mirar hacia adelante y el pasado noviembre eligieron el lema optimista y esperanzador de Obama, quien ayer repetía su intención de dejar atrás el pasado.
Biddle me recuerda al acabar la entrevista un proverbio chino. "Un viaje de mil millas empieza por el primer paso". Y Obama, con cada paso, demuestra que sólo quiere mirar hacia delante.
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