Madrid.- Elegante, preocupado estos días por saber si va a poder hacerse bien el nudo de la corbata. Así ha comparecido hoy Juan Marsé ante los periodistas, en vísperas de que el Rey le entregue el premio Cervantes y con sus ideas siempre claras: "el esmero en el trabajo es la única convicción moral del escritor".
La reina Sofía saluda, en presencia del rey Juan Carlos y los Príncipes de Asturias, al escritor Juan Marsé, último Premio Cervantes, y su esposa, al inicio de almuerzo que los Reyes ofrecen con motivo de la entrega del galardón más importante de la literatura española, el próximo jueves.
"Me cuesta mucho mirarme al espejo", explicó con franqueza Juan Marsé (Barcelona, 1939), eterno candidato al Cervantes hasta por fin alcanzarlo, cuando le preguntan por el chaqué, y es que este autor es uno de los escritores más sinceros y llanos del panorama literario nacional.
Escribe con las vísceras, nunca ha tenido pelos en la lengua -por citar algo, es muy crítico con el cine español actual porque dice que carece de talento- y no le gusta nada que le llamen intelectual.
Acompañado por la nueva ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, Marsé reconoció que estaba muy ilusionado con el premio. "Estoy muy agradecido y contento por recibir el Cervantes, como es obvio; es el galardón más importante en lengua española, pero yo no escribo para que me den premios", precisó, y no quiso, "por respeto", adelantar mucho sobre el discurso de entrega del premio.
"Reflexionaré sobre la memoria histórica, sobre la memoria individual, sobre la transversal y sobre toda clase de memorias. Hablaré de la imaginación, del cine, de la dualidad, del español y el catalán, del escritor anómalo y de la 'faena' de mi trabajo", avanzó.
Y es que Juan Marsé, el primer escritor catalán que recibe el Cervantes, que vive en Barcelona desde su nacimiento y que ha hecho de Barcelona parte de su universo literario, escribe en castellano y de eso también hablará.
"Para mí no es problema escribir en castellano, y no lo es porque yo he vivido siempre en una sociedad bilingüe, y esa especie de dualidad para mí es connatural desde chaval. Es una situación anómala en la medida en que la lengua propia de Cataluña es el catalán y es el idioma materno, nada más", dice.
Y continúa: "pero es que a mí me han interesado siempre los anómalos, me gusta ser un escritor anómalo. Sin querer compararme, Conrad, que era polaco, escribía en inglés; Nabokov, ruso, lo hacía en inglés, o Kafka, que era checo y escribía en alemán".
"En fin, sin querer compararme, me gustan las situaciones fronterizas del escritor, incluso la marginación social es buena y conveniente", recalcó.
El autor de "Últimas tardes con Teresa", "Si te dicen que caí" o "Rabos de lagartija" insiste, ante las preguntas de los periodistas, en que el castellano no está amenazado en Cataluña.
"Se habla de amenazas y lenguas amenazadas y es un disparate -argumenta-. El castellano no está en peligro en Cataluña, lo afirmo una y otra vez. Se trata de una sociedad bilingüe y lo va a ser siempre, a no ser que los nacionalistas catalanes levanten unos muros altísimos que separen Cataluña del resto y no entre nadie".
En su opinión, "desde los estamentos oficiales pueden decir lo que quieran, luego está la calle. Sólo cuando la lengua se usa como si fuera una bandera empiezan los problemas, pero yo paso de eso", añadió.
Marsé, que comenzó en los años 60 en el grupo de "La escuela de Barcelona" con Gil de Biedma, Carlos Barral, Ana María Matute o Ana María Moix, entre otro, comentó que de la Barcelona que escribía, de la del 48, ya no queda nada. "Y en eso he avanzado algo, y de la Barcelona actual queda mucho por explorar. Aunque siempre está la memoria, porque un escritor sin memoria no es nada".
Defensor de la novela, de contar historias, Marsé es un enamorado de la del XIX, de Dickens, de Stevenson, a los que no deja de releer, y detesta la "literatura sonajero", como él definió a las narraciones con artificios literarios, "porque lo que le importa es lo que se dice, no en la lengua en la que se dice".
Autodidacta, Juan Marsé comenzó su relación con Cervantes a los 16 años. "Después de tres intentos fallidos de leer el Quijote", logró leerlo esa edad en el parque Güell. Es una relación eterna, para siempre", concluyó.
La entrega del Cervantes parará por un tiempo la escritura de su nueva novela, que se llamará "Aquel muchacho, esta sombra", y de la que no quiso dar detalles porque no le gusta hablar de lo que está escribiendo.
Carmen Sigüenza
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