El "obispo del Duero" baja la frontera hasta el río Tajo en la sede primada

Valladolid.-  El arzobispo electo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez se ha autotitulado hoy el "obispo del Duero", en referencia a sus tres anteriores destinos episcopales en Osma-Soria, Salamanca y Valladolid, situados en esa cuenca fluvial que ahora ha trocado por la del Tajo en la sede primada de Toledo.

Como si de un reconquistador se tratara, el prelado ha bajado la frontera desde el Duero hasta el Tajo en los veintidós años que median entre el 13 de noviembre de 1987 -fecha de su designación como obispo de Osma-Soria-, hasta el 16 de abril de 2009 -en que se ha conocido su nombramiento como arzobispo de Toledo y Primado de España, difundido hoy por boca del Nuncio Manuel Monteiro.

Rodríguez Plaza dirigirá a partir de ahora una Archidiócesis con un caudal de sacerdotes que prácticamente duplica a los 220 censados en la provincia de Valladolid, en cuya demarcación eclesiástica ha permanecido durante los últimos seis años y medio este madrileño nacido en Aldea del Fresno, municipio que riegan los ríos Perales y Alberche, respectivamente afluente y subafluente del Tajo.

Dos décadas como pastor deja atrás en tierras de Castilla este siervo de Dios donde ha encontrado "retos muy complejos", según ha dicho, vinculados a la peculiar configuración territorial de esa comunidad autónoma, caracterizada por una población escasa, envejecida y dispersa que dificulta el ministerio apostólico.

Uno de los primeros pensamientos del arzobispo electo, después de hablar con el Nuncio, ha sido para "aquellos que se han quedado sin trabajo por culpa de una crisis de la cual ellos no han sido los responsable", dentro de la línea de justicia social que ha impregnado las homilías y cartas pastorales por él firmadas desde Valladolid.

Aficionado al balonmano, uno de sus deportes favoritos desde la infancia, monseñor Rodríguez cree que se ha mostrado como "una persona normal" en la cátedra episcopal que ahora deja para cruzar la Sierra de Guadarrama y adentrarse en la otra Castilla.

A su abuelo materno, el señor Álvaro, cartero que fue de Fuensalida (Toledo), ha dispensado el prelado un especial recuerdo delante de los periodistas esta mañana en el mismo instante que uno de sus colaboradores le ha entregado un fax remitido por el alcalde de ese municipio, Víctor Manuel Fernández, para felicitarlo.

El primer y único antecedente de un arzobispo trasladado a Toledo desde Valladolid data de marzo de 1876 cuando fue designado para ese cargo Juan Ignacio Moreno Maisonave (1817-1884), mientras que a 1901 se remonta el último traslado de un arzobispo de Valladolid a cualquier otra sede, en este caso a Zaragoza, en 1901, en la persona de Antonio María Cascajares (1834-1901), aunque murió sin empuñar el báculo.

Al cardenal Marcelo González (1918-2004), enterrado en una de las capillas de la girola de la catedral primada, le cabe el honor de ser el único vallisoletano de nacimiento, lo hizo en el vecino municipio de Villanubla, que ha ocupado la cátedra episcopal toledana, entre 1971 y 1995, y de la que fue emérito hasta su muerte, según ha recordado a Efe el historiador de la Universidad de Valladolid Javier Burrieza, adscrito al CSIC.