El CERI toledano, más de 30 años por la conservación de la fauna silvestre

Sevilleja de la Jara (Toledo).-  El Centro de Estudios de Rapaces Ibéricas (CERI), dedicado a la educación, recuperación e investigación y cría de aves en cautividad, recibe anualmente 600 ejemplares de fauna silvestre que precisan asistencia veterinaria, de los que un 35 por ciento consigue reinsertarse en el medio natural.

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(EFE)

Varios buitres en el Centro de Estudios de Rapaces Ibéricas (CERI), el más antiguo de España y uno de los pioneros a nivel mundial en desarrollar técnicas de reproducción asistida para aves en cautividad, libera anualmente un tercio de las 600 aves.

El CERI comenzó a desarrollar su actividad en 1977 y está considerado como "el mejor dotado" de España, ya que en él se desarrollan técnicas pioneras en reproducción asistida para especies en peligro de extinción.

Sus instalaciones se sitúan a medio camino entre Toledo y Cáceres, en una superficie de diecisiete hectáreas de monte mediterráneo revestido de jaras, encinas, cantueso y tojo.

En este centro, la actividad de los biólogos, veterinarios y auxiliares de mantenimiento está encaminada a la conservación e investigación de especies en peligro de extinción, la recuperación de aves que resultan seriamente dañadas en el medio natural (fundamentalmente a causa del hombre) y la educación ambiental.

Gran parte de su extensión está dedicada a un área formativa, que visitan anualmente unas 5.000 personas.

Esta zona está compuesta por un aula que cuenta con distintos servicios multimedia, así como por once voladeros o jaulas de grandes dimensiones en las que habitan las aves consideradas "irrecuperables", junto con otras que son incorporadas a estos habitáculos para preparar su puesta en libertad.

Las aves que no pueden ser liberadas, puesto que no sobrevivirían, se mantienen en los voladeros y cumplen una doble función: difundir la necesidad de una mayor protección a las especies animales, y facilitar la sociabilización de ejemplares que van a ser liberados.

Uno de los ejemplares más "famosos" que allí se encuentran es "Gaspar", el alimoche que se dio a conocer en la serie de Félix Rodríguez de la Fuente, "El hombre y la Tierra", por coger pequeñas piedras con su pico y lograr con ellas abrir huevos de avestruz.

Otros, no tan famosos, no dejan de ser menos sorprendentes y un ejemplo de ello son las cigüeñas que anidan sobre el voladero de cigüeñas comunes y que parecen ser la envidia de sus vecinas, gozando de plena libertad y, sin embargo, tan cerca de sus compañeras en cautiverio.

"Hay animales aquí que se creen humanos y otros, como las cigüeñas, que tienen el instinto de volver al lugar en el que han nacido", explica el biólogo encargado de la coordinación técnica del centro, Marino López, quien destaca la labor conservacionista del CERI: "sirve de referente epidemiológico, para saber qué es lo que está ocurriendo" en el medio natural.

En este sentido, el centro toledano, dependiente de la Consejería de Industria, Energía y Medio Ambiente de Castilla-La Mancha, está considerado como un centro de referencia forense en la región.

La fauna silvestre que resulta dañada a consecuencia de tendidos eléctricos, malas prácticas cinegéticas, uso de venenos, alambradas, carreteras, expolio de nidos o maquinaria agrícola en la provincia de Toledo es trasladada a las instalaciones médicas del centro, que están compuestas por una clínica, quirófanos y "mudas" o postoperatorios.

En una de estas "mudas", se encuentra actualmente uno de los dos buitres negros que fueron encontrados con síntomas de envenenamiento en el mes de febrero en una finca de Consuegra (Toledo), "está anémico perdido", explica la bióloga Pilar Cervera, quien asegura hacer "todo lo posible" para sacarlo adelante, aunque las expectativas no sean buenas.

El desarrollo de técnicas de conservación pioneras, que pasan por la extracción de semen en el caso de aves amenazadas, motivó que en agosto de 2007 naciera en el CERI el primer pollo de águila real concebida utilizando semen congelado.

"Ha sido el hecho más importante del centro" afirma Marino López, quien añade que "la lástima" es que no se haya conseguido también con el águila imperial, especie en peligro de extinción que cuenta con apenas 55 parejas en la región.

Uno de los veterinarios encargados de la investigación en cautividad, Juan Manuel Blanco, afirma que la cría es un trabajo "muy satisfactorio", puesto que permite contemplar "cómo se esfuerzan los animales por salir adelante; nosotros somos más cómodos, ellos son mucho más luchadores".

Otro de los hechos más destacables de este centro fue, en 2007, el acuerdo de colaboración con el Gobierno de Nueva Zelanda que contempla el intercambio de tecnología, experiencias y conocimiento en el campo de la reproducción asistida de aves, para la conservación del kákapo, el loro más amenazado del planeta.