Las tumbas de los olvidados también reciben su homenaje en el Día de Difuntos

Granada.-  Sin nichos que aderezar ni lápidas sobre las que orar, son miles las personas que conmemoran un Día de los Difuntos peculiar, con el peregrinaje hacia tumbas sin nombre y en numerosas ocasiones aisladas del resto de sepulturas del cementerio; se trata de familiares de represaliados durante la Guerra Civil.

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(EFE)

Familiares de represaliados durante los primeros meses de la Guerra Civil Española rinden homenaje a sus victimas en el cementerio de Alhendin (Granada) en conmemoración al Dia de los Difuntos, junto a la fosa común donde yacen una veintena de fusilados.

La austeridad de las numerosas fosas comunes que salpican gran parte de los camposantos, donde los cuerpos que yacen sólo son recordados con unas sencillas flores acompañadas de algún retrato, contrasta con la suntuosidad del mármol que decora gran parte de los túmulos funerarios.

Precisamente la palabra "recuerdo" es la que retumba en los comentarios de Antonio Ruiz Miranda, de 72 años, mientras visita el lugar donde -supone- descansan los restos de su padre, periodista de "El Defensor de Granada", fusilado durante los caóticos días de agosto de 1936 y enterrado en una fosa en el cementerio granadino de Alhendín.

Junto a las tapias de un reducido e inaccesible patio de esta necrópolis, Ruiz cumple con el mismo ritual de miles de personas en estas fechas, mientras asegura a Efe que casos como el suyo evidencian que, "como en el mundo de los vivos, en el de los muertos, también hay clases".

Acompañado por una decena de familiares que también acuden allí cada año para honrar a sus muertos, este ferviente militante sindicalista durante el franquismo reprocha a las instituciones "la situación de total abandono de la zona", así como la propia imposibilidad de entrar a esa parte del cementerio, tapiada durante las sucesivas ampliaciones desde su fundación en 1903.

"Al igual que intentaron justificar el asesinato de mi padre apuntando a su supuesta afiliación al Frente Popular y abriéndole un proceso en 1941 cuando llevaba cinco años muerto", ha recordado, "no son pocos los que ahora, después de 72 años, siguen aludiendo al miedo y a la venganza para justificar que nuestros familiares sigan enterrados en estas condiciones".

Ruiz, que hace estas declaraciones mientras señala hacia las ramas y la maleza que sobresalen por encima de los muros, se queja de que ni siquiera dispongan de una puerta para entrar en el pequeño espacio "donde reposan no sólo los restos de nuestros padres, sino también de una parte de nuestra propia conciencia que corre el riesgo de desaparecer".

Los familiares que le acompañan en el acto se afanan por evitarlo: flores en un tarro de cristal y una bandera republicana tratan de dar identidad a las tumbas de los olvidados.

Una veintena de víctimas según algunos, más de sesenta según otros, esta fosa alberga a la mayoría de las personas que, procedentes de todo el área metropolitana, fueron ejecutadas a escasos metros del cementerio, en el puente que salva el río Dílar.

Víctimas que, como Marcelo Junco, "cometieron el delito de estar afiliadas al sindicato anarquista de la CNT", según afirma su hijo Marcos, quien se desentiende de "la venganza contra los culpables", para sentenciar que sólo busca "un lugar digno donde reconocer a su padre".