Más vale tarde que nunca. Con un año de retraso sobre lo que debían de haber hecho, los seis bancos centrales más importantes del mundo han anunciado medidas coordinadas para hacer frente a la crisis de líquidez que padecen los sistemas financieros.
Ben Bernanke
Aunque la primera reacción de todos los expertos consultados ha sido de esperanza, las críticas han llegado inmediatamente. "Es una completa falta de fe en los mercados", ha dicho Jim O¨Neill, el economista jefe de Goldman Sachs Group en Londres. Para Emilio Ontiveros, catedrático de Economía y experto en los mercados internacionales, esta acción coordinada "debería de haberse hecho hace un año, cuando comenzaron los problemas. Pero si no va unida a otras medidas, será como la de diciembre pasado". Efectivamente, la operación de salvamento de los bancos centrales del pasado 13 de diciembre sólo sirvió para frenar momentáneamente la escalada de los tipos de interés y la desestabilización de los mercados. Siete meses después, la situación es mucho peor.
Cuando hasta los sabios más intuitivos siguen advirtiendo que después de lo de Lehman Brothers nadie sabe que será lo próximo en suceder, como insiste Paul Krugman, otra acción de políticas concertadas por parte de los grandes bancos no sería más que una medida coyuntural.
Mientras Krugman insiste en que todo esto puede acabar como en la crisis bancaria de 1930, el catedrático Ontiveros —a punto de publicar un libro— hace tiempo que defiende que los grandes bancos y popes económicos del G-7, los países más ricos del mundo —Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido— deberían haber iniciado ya conversaciones para afrontar una solución global a los problemas económicos. O si no es posible hacer esa política desde el G-7, afrontar la situación a través del Fondo Monetario Internacional (FMI). La cuestión es moverse, abordar el asunto desde una posición conjunta.
Henry Paulson
La última vez que se llevó a cabo una propuesta similar fue en 1985, cuando se firmaron los acuerdos del hotel Plaza de Nueva York. Los responsables de las principales potencias del mundo se reunieron como consecuencia de los desequilibrios que el dólar ocasionaba al resto de las monedas, especialmente el yen. La reunión en el mítico Plaza propició una revaluación ordenada de las principales monedas frente al dólar, acuerdos para mejorar la eficiencia de los mercados de divisas y para reequilibrar las balanzas por cuenta corriente mundiales.
El comisario de Economía en la UE, Joaquín Almunia, aclara que la actuación de los seis bancos centrales de esta mañana "unicamente es una respuesta a las necesidades de liquidez" y no preludio de ninguna conciencia por parte de los dirigentes económicos americanos y europeos, de que haya que propiciar un encuentro político, ya sea a traves del viejo G 7 o del FMI, para abordar medidas, como ocurrió en el Plaza en 1985.
Los hay que ya con menos ataduras políticas, como el economista Carlos Solchaga, ex ministro de Economía de Felipe González, van más allá. Opina que en la situación actual, cuando el sistema sufre mucho más que convulsiones, un acuerdo como el del Plaza en 1985 sería insuficiente. Y aunque no pronuncia el nombre legendario de Bretton Woods en 1944, confiesa que vive estos días como "históricos" para la economía mundial. Pero aún persiste una "falta de transparencia" importante. Por eso, mientras "no haya claridad en todo, lo único que van a hacer las autoridades económicas es intervenir cuando se vaya a caer una gran entidad que arrastre riesgo sistémico. O inyectar líquidez cuando nos asfixiemos, como ha sucedido hoy".
Y sin embargo, todos los economistas y analistas consultados por soitu coinciden en que, mientras es verdad que no existe un liderazgo político para la crisis económica global —Bush es un pato cojo y no hay políticos con perfil de gran estadista en los otros seis paises del G-7— sí que hay hombres con prestigio al frente de la economía norteamericana. Henry Paulson, el secretario del Tesoro fue el hombre fuerte de Goldman Sachs y está considerado como uno de los mejores expertos precisamente en crisis financieras. Y Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal que sustituyó a Alan Greenspan, es un sabio, experto, entre otras cosas en la Gran Depresión.
Ni Paulson ni Bernanke son John Maynard Keynes y Harry Dexter White, es verdad, pero cada vez hay menos economistas que se atreven a decir que lo que está pasando ahora no fue tan grave como la situación que llevó a Bretton Woods.
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Claro que servirá. Para concentrar aún más los capitales en pocas manos +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
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