Mugabe y Tsvangirai precisarán los detalles de su acuerdo de Gobierno antes del lunes

Harare.-  El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, y el hasta ahora líder de la oposición, Morgan Tsvangirai, precisarán antes del lunes los detalles pendientes del acuerdo alcanzado ayer, jueves, para formar un Gobierno de unidad nacional.

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(EFE)

El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, quien ha alcanzado un acuerdo de gobierno con el líder de la oposición, Morgan Tsvangirai.

El acuerdo, según dijeron a Efe fuentes de ambas partes, contempla que Tsvangirai sea el primer ministro y jefe del Consejo de Ministros, pero Mugabe retendrá la Presidencia y encabezará el gabinete, un arreglo cuyos detalles no se han explicado y que podrían centrar las conversaciones de ambos estos días.

Las mismas fuentes apuntaron que Tsvangirai será la cabeza del Ejecutivo y también controlará la Policía, mientras Mugabe, cuyo papel real en el Ejecutivo no se ha aclarado, mantendrá la jefatura de las Fuerzas Amadas.

El opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MDC) de Tsvangirai, tras alcanzar el acuerdo, ha reconocido que no es lo mejor que esperaba, pero su portavoz, Nelson Chamisa, dijo hoy a Efe que, "aunque hay cosas que no queríamos, lo firmaremos porque es lo mejor para el país".

Por su parte, la gubernamental Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), está satisfecha con el acuerdo, que permite a Mugabe mantener la dirección del gabinete.

Patrick Chinamasa, ministro de Asuntos Legales, dijo hoy a Efe que el acuerdo muestra que los zimbabuenses "están aburridos de división y polarización y quieren avanzar".

Según una fuente de las negociaciones, la propuesta de que Tsvangirai fuese jefe del Consejo de Ministros y Mugabe encabezara el gabinete la presentó el mediador en las negociaciones, el presidente sudafricano Thabo Mbeki, que de ese modo consiguió que se superara la diferencia sobre quién controlaba el Gobierno.

La fuente indicó que en el nuevo Gobierno la ZANU-PF y la facción mayoritaria del MDC de Tsvangirai tendrán un número similar de carteras, mientras la minoritaria del grupo opositor, que encabeza Arthur Mutambara, tendrá unos pocos ministerios.

Esta será la primera vez que Mugabe comparta el poder ejecutivo con la oposición en los 28 años transcurridos desde la independencia de Zimbabue del Reino Unido.

Su partido, que ha sido también omnímodo hasta ahora, ya perdió la Presidencia de la Cámara Baja del Parlamento, el pasado 25 de agosto, cuando Lovemore Moyo, de la facción mayoritaria del MDC, obtuvo 110 de los 209 votos emitidos por los diputados.

Mugabe, de 84 años, sujeta las riendas del poder en Zimbabue desde 1980, cuando se convirtió en el primer ministro de un nuevo país creado de la Rodesia que dejó el Gobierno blanco de Ian Smith, no reconocido internacionalmente.

Siete años después, Mugabe se convirtió en el presidente ejecutivo del país y mantiene el cargo hasta ahora, aunque su reelección en los últimos comicios no ha sido reconocida por la comunidad internacional.

La ZANU-PF perdió los comicios del 29 de marzo pasado, cuando el MDC obtuvo la mayoría en el Parlamento y Tsvangirai consiguió el primer puesto en las presidenciales, aunque no obtuvo el 50 por ciento de votos necesarios para ocupar la Jefatura del Estado en la primera vuelta.

La oposición y la comunidad internacional rechazaron el resultado de la segunda vuelta, celebrada el 27 de junio, en la que Mugabe participó en solitario, pues Tsvangirai se retiró debido a la violencia contra los partidarios del MDC de las milicias de la ZANU-PF.

La MDC acusa a los partidarios de Mugabe de haber matado a decenas de sus militantes y partidarios antes y después de las elecciones.

Además de solucionar la crisis política, al Gobierno de unidad nacional le corresponde batallar con el caos económico del país, fraguado hace diez años, cuando Mugabe inició una caótica reforma agraria en la que expropió miles de fincas de agricultores blancos y entregó gran parte de esas tierras a sus seguidores.

En Zimbabue se ha incrementado la pobreza, hay una grave escasez de alimentos, el desempleo llega al 80 por ciento y la inflación es la más elevada del mundo, con una tasa que el Gobierno admite que supera los 11 millones por ciento.