Corea del Sur celebra su 60 aniversario segura de su éxito

Seúl.-  Corea del Sur celebra hoy el 60 aniversario de la fundación de un país exitoso en lo político y lo económico a pesar de la herencia de la guerra fría: una presencia militar abrumadora y la constante amenaza norcoreana.

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(EFE)

El presidente de Corea del Sur, Lee Myung- bak (en una pantalla), durante un discurso por el 63 aniversario de la independencia de la colonización japonesa en el palacio Kyungbok de Seúl, Corea del Sur.

En las últimas décadas Corea del Sur ha sufrido el gran lastre del sabotaje, el terrorismo y la amenaza de invasión norcoreanas, pero a pesar de todo ha logrado levantar una de las 15 mayores economías del mundo.

Con Corea del Norte en plena abdicación de su poder nuclear ante las presiones del Seúl y EEUU, China, Rusia y Japón, Corea del Sur se siente segura de haber ganado la partida al comunismo y sus empresarios ya se plantean los negocios que harán cuando se produzca la unificación.

El presidente surcoreano, Lee Myung-bak, ha decretado este año la celebración del 60 aniversario de la fundación del país, que coincide con el 63 aniversario de la liberación coreana de las manos del imperio nipón.

Y durante el discurso que pronunció hoy, Lee dibujó un futuro en el que la Corea unificada será un centro de transportes que conectará Europa con el Pacífico, un futuro que será construido por los grandes conglomerados industriales surcoreanos como Hyunday o Samsung.

Más de medio siglo después de la partición de Corea, la victoria del sur capitalista sobre el norte comunista es incuestionable, a pesar del poderío militar del régimen norcoreano, nuclear oficialmente desde hace dos años.

Durante un corto paseo por el centro de Seúl es inevitable topar con uno de los numerosos pelotones de policía compuesto por jóvenes con los 20 años recién estrenados.

Herencia del régimen autoritario que gobernó el país hasta apenas dos décadas y signo de que las autoridades surcoreanas todavía no se sienten seguras de las manifestaciones populares como las que se vienen celebrando en desde mayo contra las importaciones de vacuno estadounidense.

Pero en distritos como Sinchon o Hyehwa, mujeres jóvenes vestidas con shorts mínimos y tacones máximos al estilo japonés, compran ropa, toman café y cenan en restaurantes de moda que están repletos todas las noches.

El capitalismo ha sabido incluso reconvertir la amenaza norcoreana en un negocio, con el flujo diario de cientos de turistas a la frontera, donde se puede visitar, por ejemplo, uno de los cuatro túneles descubiertos que Corea del Norte excavó en el pasado para preparar una invasión del sur.

Uno de los soldados surcoreanos que patrulla habitualmente el lugar comentó a Efe frente a la entrada al túnel que está deseando cumplir con su servicio militar obligatorio de dos años, para poder regresar a completar sus estudios a EEUU.

Pero el lugar que quizá simbolice mejor el estado de las cosas en la península de Corea hoy en día sea la JSA (la zona de seguridad conjunta en sus iniciales) de Panmujon.

A un kilómetro y medio escaso de la cabaña donde se firmó el final de la guerra de Corea y la partición de la península, soldados de ambos países se observan a diario en un ambiente tenso.

Los soldados norcoreanos lo hacen encastillados en un edificio de aire militar y oteando con prismáticos, mientras que los surcoreanos vigilan apostados tras las casetas que marcan la frontera con el últimos reducto del comunismo de hierro.

La sensación de paz vigilada la rompe el turismo desenfadado que ha llegado hasta éste lugar, el símbolo de la frontera más militarizada del mundo.

Quienes lo visitan firman un contrato en el que asumen su responsabilidad por estar en un lugar en el que se han producido diversos incidentes incluso con víctimas mortales y se comprometen a vestir y comportarse de manera adecuada.

Pero incluso la solemnidad que exigen los soldados estadounidenses que acompañan a la comitiva se rompe cuando los turistas desenfundan sus cámaras digitales en la única caseta en la que se puede cruzar a la Corea del Norte comunista, convertida en un producto turístico.