Georgia: ¿una guerra accidental o los Balcanes del siglo XXI?

Los temores a una extensión del conflicto bélico que enfrenta a Rusia con la antigua República Soviética de Georgia se confirmaron hoy, cuarto día consecutivo de choques armados entre ambos países que han disparado la crisis de seguridad más grave vivida en Europa desde la Guerra de Kosovo en 1999.

(REUTERS)

En una operación calificada de «preventiva» por Moscú, tropas rusas avanzaron por territorio propiamente georgiano, lejos del foco de conflicto, la región separatista de Osetia del Sur, enclavada en Georgia, pero cuya independencia respalda el Gobierno ruso.

El objetivo final del Kremlin en esta campaña militar no está claro, aunque el ministerio de Defensa ruso justificó la operación por la necesidad de «evitar que las fuerzas georgianas se reagrupen para llevar a cabo nuevos ataques contra Osetia del Sur". El despliegue de tropas se produjo a pesar de que pocas horas antes, el presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, había firmado un alto el fuego unilateral para el cese de las hostilidades.

"El potencial para una escalada del conflicto en la zona es enorme y peligroso", señala Nicu Popescu, especialista en el Cáucaso del European Council of Foreign Relations (ECFR). «Ucrania y Nagorno-Karabaj son candidatos de primera fila para entrar en una confrontación bélica. La región podría convertirse en los Balcanes del siglo XXI».

El enclave armenio de Nagorno-Karabaj (cuya soberanía enfrenta a Armenia y Azerbayán) viene reclamando el reconocimiento internacional y, según sus líderes separatistas «tiene más argumentos para la independencia que Kosovo».

Ucrania, por su parte, tiene un largo historial de disputas con Moscú que pivotan sobre las simpatías pro-occidentales de las autoridades ucranianas, su inclinación a alejarse de la órbita de dominio moscovita y su aspiración a ingresar en la OTAN. Igual que Georgia.

El gobierno ucraniano ya ha advertido a Rusia de que si emplea su flota contra Georgia en la crisis actual, los buques rusos no podrán regresar a su base principal, el puerto ucraniano de Sebastopol, que Rusia alquila.

"Con su incursión en Georgia, Rusia está lanzando el mensaje de que hará lo que sea necesario para reafirmar su poder en su antigua esfera de influencia, incluso usar la violencia", señala Popescu. "El recurso a la fuerza es la solución por defecto en esa parte del mundo, como ya se ha visto en el caso de Chechenia".

Otro riesgo es que los enfrentamientos, incluso si acaban pronto, desgasten las ya de por sí tensas relaciones de Rusia con Estados Unidos y la UE. La suspensión de las conversaciones sobre un nuevo pacto bilateral entre Rusia y la UE, la congelación de las negociaciones para eliminar el requisito de los visados a los ciudadanos rusos que visiten territorio comunitario y la supresión de la ayuda humanitaria que los 25 conceden a Chechenia -cifrada en unos 18 millones de euros anuales- podrían figurar entre los puntos que los ministros de Exteriores de la UE debatan en la reunión extraordinaria que mantendrán el miércoles día 13 para abordar la crisis.

Sin embargo, las perspectivas de una solución diplomática parecen débiles. La OTAN ha pedido que se detengan los ataques, pero hasta la fecha no han condenado a ninguna de las partes. Washington ha lanzado las advertencias más duras contra Moscú, pidiendo la retirada de sus tropas y criticando al Gobierno ruso por su responsabilidad en «la peligrosa y desproporcionada escalada del conflicto». La ONU ha convocado varias reuniones de urgencia, pero no ha logrado acordar una resolución de alto el fuego. La intervención de Naciones Unidas en la crisis pasaría por el beneplácito de Rusia, que tiene capacidad de veto en el Consejo de Seguridad, por lo que la organización tiene escasa capacidad de maniobra.

"Sin la participación de Europa, no habrá paz en Georgia", asegura Popescu. "Haría falta enviar una fuerza multinacional de mantenimiento de la paz, un contingente transparente y neutral, similar al que se conformó para el Líbano, donde la UE está mucho más involucrada. Esa quizás sea la primera lección para Europa: que tiene que tomar cartas en el Caúcaso como lo ha hecho en Oriente Medio. Ignorar las fricciones no sirve para evitar conflictos, sino que contribuye a agudizarlos, como se está demostrando en Georgia. La UE tiene que transmitirle a Moscú la noción de que este tipo de comportamientos no asustará a los europeos, ni hará que se mantengan al margen".