El juez díscolo que quiso archivar el caso de Víctor Jara

"Somos cinco mil", escribió días antes de ser brutalmente asesinado en el Estadio de Chile -hoy Estadio Víctor Jara- pocos días después del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende y dio paso a la dictadura militar con Pinochet al frente. Treinta y cinco años después, de poco han servido los miles de ojos que presenciaron su muerte. Este mes el caso ha estado a punto de cerrarse con un solo procesado, el coronel Manríquez Bravo, jefe del campo de prisioneros por aquel entonces. Todos miran al juez Juan Eduardo Fuentes, al que acusan de no emplearse a fondo en la investigación del caso. Pero Víctor Jara no es un cualquiera. La presión mediática ha obligado a recular al magistrado. Con todo, la resolución del caso aún parece una utopía.

Nadie puede creer que aún no se conozca la identidad de 'El Príncipe', el autor material del crimen de Jara, y que no se haya procesado a los implicados. El nombre del sospechoso suena con fuerza en Chile. Algunos ya dan por hecho que el oficial retirado Edwin Dimter Bianchi, al que le apodaron 'El Príncipe' por su actitud altiva, fue el asesino. Sin embargo, no hay avances. Después de tres años de investigaciones infructuosas, el juez Fuentes decidió dar carpetazo a un caso ya emblemático en Chile y en toda América Latina. Por poco tiempo. La presión mediática le ha obligado a reabrirlo.

El chileno Cristóbal Peña es uno de los periodistas que más sabe sobre el caso Víctor Jara. Su trabajo 'La sangre de un poeta', fruto de sus investigaciones sobre el brutal asesinato del cantautor le valieron el premio Lorenzo Natali de la Comisión Europea. Para él, la actitud del magistrado que lleva el caso ha sido determinante para que las investigaciones sobre la muerte de Jara estén, en estos momentos, "dormidas". Peña opina que "Fuentes toma el caso con desgana, con falta de convicción".

No es el único que opina así. Según explica en un artículo la Red Solidaria por los Derechos Humanos, en el ambiente judicial crece "la convicción en la falta de profundidad y dedicación" del juez para indagar los crímenes de lesa humanidad en las causas que tiene en sus manos, una actitud "que los querellantes le han imputado también en otros procesos". Algunos han llegado a bromear con el tema asegurando que, con otro magistrado, "ya se habría identificado hasta el gato que se paseaba por el techo del Estadio Chile". El cierre del caso fue la gota que colmó el vaso.

Se veía venir. O al menos eso dicen los que conocen el proceso en profundidad. Cristóbal Peña recuerda que el juez Fuentes "ha sido muy partidario de la declaración de amnistías en casos anteriores". Sirva como ejemplo el caso del 'Comando Conjunto' un grupo paramilitar que se dedicó a la represión de los grupos sociales durante la dictadura de Pinochet, y en el que Juan Eduardo Fuentes Belmar decretó la libertad provisional a cinco militares condenados acogiéndose a una medida de prescripción en materia de derechos humanos.

No es de extrañar que, como explica Peña, este juez haya sido "contradicho por la Corte Suprema, que ha ordenado reabrir muchos de los casos que él ha cerrado". No ha sido el caso esta vez. Fuentes lo acaba de reabrir por iniciativa propia, evitando así que se lo ordenara la Corte de Apelaciones. La postura de la familia y la presión social han tenido mucho que ver en esta decisión.

La sociedad presiona al juez

Para el autor de 'La sangre del poeta', la "ofensiva mediática" emprendida por Joan Jara, viuda de Víctor, y sus hijas, ha sido fundamental para obligar al magistrado a reiniciar las investigaciones de la muerte del cantante. Juntas realizaron manifestaciones frente a la Corte de Justicia y movilizaron la sociedad. Incluso su hija Amanda Jara, que siempre ha rehusado hacer declaraciones ante los medios y ha preferido mantenerse en un segundo plano, se ha convertido en un personaje fundamental en la lucha que reclama justicia para su padre.

Víctor Jara es un icono mundial.

Por otro lado, durante las semanas que el caso ha permanecido cerrado, "se ha acercado mucha gente a ofrecer su testimonio, incluso algunos conscriptos que estaban realizando el servicio militar en ese momento, pero que no son militares, aseguran tener información sobre la muerte de Jara". Sus declaraciones se suman a los cientos de testimonios que se han recopilado desde que se inició la primera investigación de su asesinato en los años setenta, y la información obtenida tras la reapertura del caso a finales de los noventa.

Peña opina que, en realidad, "no había motivos para dar carpetazo a un proceso que es tan excepcional". El periodista explica que, a diferencia de otros casos, el de Jara tiene todos los ingredientes para encontrar una pronta resolución. "Estaba retenido en un estadio, que en esos momentos hacía las veces de centro de detenciones legal, es decir, que no muere en la clandestinidad, y además hay 5.000 potenciales testigos, que son las personas que permanecían retenidas en un centro de detención", señala.

Después de verse obligado a reabrir el caso, "el juez siente que tiene todas las miradas puestas encima", opina Peña, que sí ve posible un final a tres décadas de impunidad. Para él, "potencialmente es un caso que tiene que resolverse" ya que, en Chile, "muchos casos como este, o incluso más difíciles", se han resuelto gracias a la actuación del juez que los llevaba. Así, todos están pendientes del siguiente paso de Fuentes que es abrir una serie de diligencias pedidas por el abogado Nelson Caucoto, Joan Jara y sus hijas para presionar al ejército para que los militares que tienen información testifiquen.

¿Alguna posibilidad de cambiar al juez? "Me consta que la familia querellante ha llevado a cabo una campaña mediática tremenda en la que han apuntado al juez como el mayor entorpecimiento en la aclaración de los hechos. Si ellos no han pedido que lo cambien es porque no puede hacerse", concluye Peña.