Cuando nos disponemos a preparar una ajada frita para rociar el pescado asado o cocido, es frecuente que, al añadir el vinagre al aceite hirviendo de la sartén, éste chisporrotee y nos de más de un disgusto con la quemaduras, además del pifostio que se organiza con tanta salpicadura. Luego hay que limpiarlo todo.
Aunque en la mayoría de las recetas que requieren refrito aconsejamos la forma clásica, por si acaso, avisamos de que hay que hacerlo con sumo cuidado. Además, aquí proponemos una manera menos peligrosa de acabar el pescado.
Una vez que tenemos la ajada preparada e hirviendo el aceite, rociaremos el pescado directamente con el vinagre, muy generosamente, como si se tratara de una ensalada viva. Después, vertemos la ajada y el aceite sobre toda la superficie del pescado.
En el fondo de la bandeja o fuente, se nos habrán juntado el vinagre, el aceite de la ajada y los jugos que el pescado ha soltado. Todo este líquido debemos echarlo de nuevo a la sartén, para ligarlo en vaivén a fuego medio.
Cuando comience el chisporroteo y la salsa adquiera un color crema pálido, volvemos a rociarlo sobre el pescado. Ya está.
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