Mamá, me voy de excursión a una central nuclear, ¿me dejas?

Si usted es padre o madre de un adolescente en edad escolar y su hijo le presenta una autorización para realizar una salida escolar, posiblemente piense eso de que "este pobre profesor no sabe dónde se mete". Pero si en ese permiso que tiene que firmar aparecen las palabras "visita a central nuclear", es casi seguro que se pare un momento, resople y dude, aunque sea por un instante, si es imprescindible la dichosa excursión. Las posturas tan encontradas entre partidarios y defensores de la energía nuclear y su seguridad hacen de este tema uno de los más sensibles para la opinión pública. Más sensibilidad aún después de la fuga de la central nuclear de Ascó I (Tarragona) a la que acudieron varios colegios después del fallo de seguridad.

Jaume Sellart (EFE)

La central nuclear de Ascó I en Tarragona.

Al plantearse la cuestión en la redacción de soitu.es, dos son las preguntas que les han surgido a los padres de soitu.es cuando se han planteado la visita de sus hijos a una central nuclear: ¿Es seguro lo que van a visitar? y ¿qué interés formativo tiene?

Lo primero que tiene que saber es que su hijo no va a visitar la central nuclear propiamente dicha. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) prohíbe la entrada de los menores a las instalaciones donde se ubican el reactor, las turbinas, las torres de refrigeración... Los adultos tampoco lo tienen fácil, pues es necesaria una autorización especial por parte de la dirección de la central. La mayoría de centrales españolas cuentan con centros de información, donde se les enseña lo que supone la energía nuclear, el funcionamiento de la central, se proyectan vídeos adaptados a las distintas edades, se les enseña desde lejos las instalaciones con un pequeño recorrido en autobús (como en Ascó I) o desde un mirador (como en Trillo). Y, por último, se obsequia a las visitas con un pequeño aperitivo y una bolsa de regalos. Y tienen cierto éxito: Trillo recibe entre 5.000 y 5.500 visitas anuales; Santa María de Garoña ha recibido 259.000 visitantes desde 1992; y Ascó, 80.000.

La valoración sobre los riesgos de estas instalaciones están lejos del consenso. Las centrales consultadas aseguran que éste es "inexistente", "mínimo", "menor que si se habla por teléfono o se da un paseo por la Gran Vía de Madrid". Greenpeace, por el contrario, considera que estas visitas "suponen un riesgo innecesario" para la gente. La Comisión Internacional de Protección Radiológica establece que por debajo de un milisiver (mSv) al año, un adulto no está expuesto a ningún riesgo para su salud, aunque en el caso de los trabajadores esa cifra es de 20mSv al año y nunca superior a 100mSv en cinco años consecutivos. Lo que ocurre es que este milisiver no tiene el mismo valor para las centrales que para los ecologistas. "Esta cifra está muy por debajo de lo realmente perjudicial y peligroso", señalan desde Trillo; "en el entorno de las centrales el riesgo a radiación es más elevado, porque se está más cerca del foco de emisión", afirma Carlos Bravo, responsable de la campaña de energía de la ONG.

Si como afirman desde la central de Trillo no es peligroso, ¿por qué Ascó I está haciendo análisis a los alumnos que la visitaron recientemente? En esta central se produjo el 26 de noviembre la expulsión de partículas radiactivas al entorno de la central (ninguna investigación ha encontrado partículas fuera del recinto) que, según el CSN, no superan los límites permitidos. Posteriormente a este fallo, que no fue notificado a tiempo y que cuando se dio a conocer se rebajó hasta cien veces su envergadura, la central fue visitada por varios colegios de la zona. Bravo considera que la actitud de los responsables fue "criminal, inmoral y profundamente irresponsable".

¿Propaganda o información?

Fuera del debate de la seguridad, el más importante pero también el más controlado por las autoridades, está el de la utilidad de este tipo de visitas. Son los colegios e institutos, a través de los consejos escolares, los que aprueban las actividades que se realizan dentro y fuera del centro por parte de los alumnos. Desde la CEAPA, Confederación española de padres y madres de alumnos, su vicepresidente Pedro Rascón recuerda que "todas las actividades didácticas deben contar con las máximas garantías de seguridad, indistintamente de si es a una central nuclear o a una fábrica de coches o de galletas". Sobre el contenido de estas visitas, tampoco hay coincidencias entre las centrales y los ecologistas. Las primeras apuntan a que ellas "informan" sobre la energía nuclear, su utilidad "siempre pacífica", el funcionamiento de las instalaciones, "incluso planteamos cuestiones espinosas como los residuos o catástrofes como Chernóbil". Incluso algunas de ellas, como la de Trillo, tienen acuerdos con la Universidad de Alcalá de Henares y el Ayuntamiento de Madrid, que organiza visitas de colegios.

Greenpeace, por el contrario, considera que en estas centrales "sólo se lanza propaganda falaz, que no tiene ninguna utilidad para la formación de los alumnos". Bravo ha visitado en alguna ocasión la central de Trillo como particular, y asegura haber escuchado cosas como que los residuos eran una "forma de devolver a la naturaleza lo quitado" o que "se podían mandar a la Luna". "Además, el 'lobby' nuclear oculta los riesgos que tiene este tipo de energía, siempre ocultista y basada en el engaño", afirma.

Un tema, el de las centrales nucleares, que genera debate y preocupación, más aún cuando hay niños por medio. ¿Y tú, firmarías la autorización a tu hijo?