La vaca argentina también está en crisis

La situación en Argentina empeora por momentos. Desde que el pasado día 11 de marzo se desatase la crisis al anunciar el ministro de Economía un cambio de las retenciones en la venta de productos del campo, que han pasado del 35% al 45%, en Buenos Aires impera el desabastecimiento. En los supermercados hay cada vez menos productos y la carne roja, el producto argentino por excelencia, tanto a nivel nacional como internacional, se ha dejado de comercializar. Mientras, en España todavía se vende aunque la crisis se empieza a notar y los precios ya han empezado a subir.

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El propietario de este puesto se ha solidarizado con el problema.

Las estanterías de la cadena de supermercados Coto están cubiertas por telas. No hay nada que enseñar allí, "están clausuradas", nos cuenta un vecino de un barrio del centro de la capital. Tras dos semanas de crisis, en los establecimientos no sólo escasean los productos de primera necesidad, sino que los precios son cada vez más caros. "Yo tengo la sensación de que los dueños de los establecimientos están aprovechando la crisis para subir los precios y lucrarse", comenta.

La famosa vaca argentina brilla por su ausencia. El producto del que se consumen 74 kilos por persona y año ya no queda en las carnicerías. De hecho, según ha declarado el vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías, Alberto Williams, al periódico La Nación, "el stock de carne disponible en la capital es prácticamente cero". El jueves todavía quedaba algo a la venta aunque el precio era un 25% más caro.

La crisis ha comenzado a notarse en este lado del océano. En España hay stock y productos a la venta, pero después de 15 días de crisis podría empezar a resistirse. De hecho, la carnicería Raza Nostra ha eliminado el lomo de la venta porque "su precio ha aumentado un 20% y calidad precio no compensa".

Escasez de productos generalizada

La carne roja no es el único producto que escasea en Argentina. También se nota el desabastecimiento en los lácteos y en todos los productos de primera necesidad en general. "Yo tengo un bebé de un año y tres meses y mi mujer ha tenido que comprar una leche diferente de la habitual porque no quedaba", dice este vecino.

La oferta de pollos, aceites, verduras, azúcar y hasta de polenta es cada vez más reducida. Por eso, algunos supermercados han intentado disimular la escasez de algunos productos esparciéndolos por las estanterías. Otros han optado por mezclarlos.

La situación empeora porque hay gente que ha acudido a comprar productos masivamente. Más de los que necesitan, y "esto contribuye a que las estanterías que no se reponen se vacíen todavía más rápido". Tal es la situación que algunos supermercados han tenido que establecer cupos. Según publica La Nación, hay carteles de advertencias en tiendas: "Se informa a los clientes que por problemas de público conocimiento no se podrán vender más de tres unidades de aceite por cliente". En otros establecimientos se ha limitado la compra de leche a seis cartones y de azúcar a sólo tres paquetes.

El origen del conflicto

Aunque fueron las caceroladas de los últimos tres días en la plaza de Mayo las que han hecho saltar a la palestra este conflicto, que podría terminar los agricultores aceptan las condiciones de la presidenta Cristina Kirchner para negociar, fue el día 11 de marzo cuando se desató la polémica. El ministro de Economía Martín Lousteau anunció entonces el cambio del sistema de retenciones, ya elevado de por sí, que pasaría de un porcentaje fijo del 34% a otro variable en función de lo que ocurra en el mercado internacional. Con este cambio del sistema, que se impuso en 2002 para llenar las arcas del Estado, las retenciones pasaron a un 45%.

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Unas 300 vías han sido cortadas por piquetes.

Los pequeños y medianos productores, los grandes perjudicados por esta medida, comenzaron entonces el parón. Dejaron de suministrar los productos a la capital, aunque no de producirlos, y cortaron más de 300 rutas del centro-este de Argentina para evitar el avance de camiones y así el suministro de productos.

Esto provocó que sectores de clases medias y medias-altas saliesen con las cacerolas a las calles de la zona más rica de la capital y se concentraran luego en Plaza de Mayo como rememorando las jornadas de 2001. Aún así, según explica un redactor de La Nación, "tampoco hay una sensación de Corralito, en imágenes sí, porque el contexto de Argentina ahora es distinto de entonces".

Además, añade el periodista que "la población confía en una solución temprana". Tras la cacerolada del jueves por la noche, Cristina Kichner ha mostrado su disposición de sentarse a negociar con los agricultores siempre y cuando "levanten el paro". La presidenta del Gobierno ha asegurado que no se puede negociar "sin que se hayan levantado las medidas de fuerza que extorsionan a la población" y ha insistido en que "las puertas de la Casa Rosada están abiertas para dialogar".