El acusado declara que "con mucho gusto" cumpliría la condena si devolviera la vida mi hermano

Toledo.-  Jesús R.G., de 37 años, acusado de matar a su hermano con un puñal en Madridejos (Toledo) en octubre de 2005, afirmó hoy que "estoy viviendo una pesadilla muy grande" y que "con mucho gusto cumpliría la condena si supiera que con ello devolvería la vida de mi hermano".

Así lo declaró el acusado ante los cinco hombres y cuatro mujeres que componen el tribunal del jurado popular que deberá emitir un veredicto de culpabilidad o no culpabilidad de Jesús y si este actuó consciente de lo que hacía o si su capacidad y voluntad estaba mermada o anulada por el consumo de drogas.

En sus conclusiones definitivas la fiscal mantuvo su petición de condena de catorce años de cárcel para el acusado, con antecedentes penales por tráfico de drogas, lesiones y robo con violencia, porque "quiso" causar la muerte de su hermano al propinarle dos puñaladas y no una como sostiene la defensa.

En todo caso, dijo la fiscal, el inculpado "prefirió ponerle en grave peligro y aceptó cuando menos que su hermano muriera" y entiende, basándose en los informes periciales, que Jesús no presentaba alteraciones mentales en el momento de los hechos y, por tanto, "sabía lo que hacía".

Insistió la fiscal en que para aplicar al reo una eximente o atenuante por drogadicción es preciso demostrar que el delito fuera consecuencia de esa adicción, lo que a su juicio no ha quedado demostrado.

Por su parte, el letrado de la defensa, Guillermo Sahagún, insistió en que no solo ha sido acreditado que el acusado era drogadicto, sino que su adicción era "crónica y aguda", pese a que los análisis de sangre efectuados seis horas después del crimen dieran negativo.

En este sentido recordó lo que ayer dijeron los peritos en el sentido de que los restos de drogas en sangre desaparecen a las cuatro o cinco horas de haberse consumido y destacó que "no hay que confundir los restos de las drogas con los efectos".

En este sentido enfatizó el testimonio que ofreció el único perito especialista en drogas que ha declarado en la vista oral, en concreto, la doctora María Gloria Condeiro-Crespo, que era médico del centro de desintoxicación de Villacañas (Toledo), al que acudió el inculpado en dos ocasiones (en 1998 y 2001) para intentar quitarse la adicción sin conseguirlo.

La defensa cuestionó lo dicho por los peritos forenses al concluir que el acusado no actuó bajo la influencia de la cocaína o de la heroína, porque no son psiquiatras, dijo el abogado, e insistió en que el Código Penal recoge como atenuante el consumo habitual de drogas.

La defensa niega que su patrocinado quisiera acabar con la vida de su hermano, con el que tenía buena relación, y afirmó en este sentido que "la decisión de alguien de matar a su hermano no se puede tomar en segundos a no ser que algo vaya mal en la cabeza".

Sostuvo la defensa que Jesús actuó por un impulso (arrebato) motivado por el miedo a que la víctima le sustrajera la droga cuando entró en su habituación y recordó que la única obsesión de un drogodependiente es tener su dosis diaria.

La defensa plantea al jurado tres alternativas, la de eximente completa por drogadicción, la de afección grave por el consumo de estupefacientes o la atenuante de la condena por drogas con penas que oscilan entre la absolución y los cuatro años de cárcel.