Laverty: "el papel del drama no es decir '¡tenemos la solución!', sino denunciar"

Un viaje a la Nicaragua sandinista como voluntario de una ONG cambió la vida de Paul Laverty (Calcuta, 1957). Sus intensas impresiones de aquel viaje se convirtieron en el guión de 'La canción de Carla' y a partir de ahí ha colaborado con Ken Loach en otros cinco largometrajes. El último de ellos, 'En un mundo libre', un contundente drama sobre las condiciones laborales de los inmigrantes en Gran Bretaña, se ha estrenado esta semana.

Lolo Vasco

El guionista británico Paul Laverty.

Habla con una suavidad muy convincente, en la que no estorban sus tropezones continuos con la diabólica gramática castellana. Paul Laverty parece un tipo de fiar y en sus tiempos de abogado de oficio en Glasgow debía ser bastante persuasivo. Ahora, como guionista, es muy selectivo, asegura que sólo escribe sobre lo que le interesa y en cierto modo podría considerársele también un guionista «de oficio». Por sus guiones transitan los ‘nadies’, aquellos que apenas reclaman la atención de la televisión o el cine.

Con ‘En un mundo libre’, «quería probar a entender la realidad que se esconde bajo el ‘milagro anglosajón’», explica. «Todo el mundo habla de la estabilidad, de la globalización, de lo moderno y de lo bueno que es todo esto… Pero hay tragedias mucho más fuertes que las que se ven en la película. Y hay explotación. Los grandes supermercados, por ejemplo, funcionan con subcontratas de subcontratas de subcontratas, con gente que trabaja en Bangladesh por tres céntimos a la hora, ganando en total quince euros al mes y viviendo en condiciones similares a las del Manchester de hace 150 años».

Angie, la protagonista del filme, ilustra muy bien la endeble frontera que hay hoy entre explotados y explotadores. Cuando la ETT en la que trabaja la echa a la calle, crea una empresa similar aunque más pequeña. Para rentabilizar al máximo sus mínimos recursos, tiene que emplear las mismas tácticas despiadadas que ha sufrido. Y lo hace a costa de los obreros más indefensos hoy en día, los inmigrantes. Para Laverty, era importante mostrar «cómo una persona normal como Angie poco a poco puede convertirse en una mafiosa».

Desde la ironía de su título, 'En un mundo libre' parece dejar poco espacio a la esperanza. Pero Paul Laverty recuerda que «el papel del drama no es decir ‘¡tenemos la solución!’ sino denunciar y ayudarnos a asumir responsabilidades, a que seamos más conscientes de las decisiones que tomamos cada día al hacer la compra o al ir al trabajo».

«Cuando los sindicatos y la sociedad civil son menos fuertes, se da una concentración de poder en las corporaciones. Todo esto es muy complejo, pero, poco a poco, las ideas progresistas están perdiendo peso y tenemos que responder al desafío de cómo nos organizamos. El suelo está cambiando», añade.

También se mueve el suelo del cine, sobre todo en lo que se refiere a su distribución tradicional, afectada por la facilidad de la copia, por el intercambio de archivos y por las nuevas fórmulas en las que interviene Internet. Y en este sentido, Laverty es rotundo: «Yo encuentro que eso es un desafío, pero no una amenaza».

Lolo Vasco

Paul Laverty junto a las protagonistas de 'En un mundo libre', Juliet Ellis y Kierston Wareing.

Su discurso es mucho más complejo y abierto que el habitual lamento contra la piratería que muestran otros cineastas: «Las descargas de Internet obviamente van a tener consecuencias, pero hay muchos otros desafíos, como por ejemplo la concentración de la distribución en unas pocas compañías que dominan y controlan la exhibición. Poca gente habla de eso. La verdad es que hay muchos cines pero muy poca elección. Las películas que no cuentan con grandes estrellas lo tienen muy difícil en la distribución».

Para el guionista, una salida contra el monopolio de la distribución sería «que se abriesen cines públicos, como ‘teatros del pueblo’ donde hubiese la posibilidad de ver muchas películas, no sólo las más comerciales».

La historia de ‘En un mundo libre’ podría situarse también en España, un país que Laverty conoce bien, ya que vive en Madrid desde hace más de una década junto a su compañera, Icíar Bollaín, y los tres hijos de ambos. Se conocieron durante el rodaje de 'Tierra y libertad', donde ella era protagonista y él interpretaba un pequeño papel en el que daba vida a un miliciano.

El barrio mestizo de Lavapiés, en el que vivían hasta hace unos meses, podría ser un buen escenario para una película de Ken Loach. «Sería un sitio increíble, vivir allá tiene todas las contradicciones de la globalización», explica, «aunque creo que a Ken le costaría desenvolverse con la lengua española. Ya ha hecho dos películas en contextos hispanos y es muy difícil. También a mí me costaría mucho. Hacer una entrevista es una cosa, pero entender la cultura y los matices de una lengua es algo muy distinto».

Sobre la posibilidad de escribir algún guión para su compañera Icíar, Laverty también tiene las ideas claras: «Ella siempre hace muy buenas sugerencias hacia mis trabajos y yo intento aportar cosas a sus proyectos, pero por ahora tenemos suficiente con cuidar a tres niños, que es un desafío mayor que cualquier película, mejor no mezclar esto con el trabajo, por si acaso explota», comenta entre risas mientras apura su taza de té, el único detalle que en la entrevista lo ha acercado a algún tópico británico.