Buenos Aires.- Alfredo Di Stéfano fue durante años el futbolista que más movilizó la imaginación de los argentinos, que lo vieron jugar muy poco pero que leían deslumbrados artículos sobre sus hazañas del otro lado del Atlántico, y elaboraron en sus mentes una imagen inconmensurable de él.
El presidente honorífico del Real Madrid, Alfredo Di Stefano.
Apenas si llegaban a su país unas breves cintas de celuloide de aquel muchacho en movimiento, todo vestido de blanco y triunfador, que solían verse en los noticieros del cine, esos en los que se reflejaban los hechos ocurridos en el mundo varias semanas antes.
Aquellos breves testimonios, algunas fotos espectaculares publicadas en diarios y revistas y los elogios expresados en tinta, eran todo el material que generaba sensaciones parecidas a las produce un cuento fantástico, del que era principal protagonista.
El tópico sobre "La Saeta" es que "fue una ráfaga" en las canchas de su país, que apuntó como "crack" en un River Plate plagado de estrellas, que jugó cedido una temporada en el club Huracán y que, a poco de regresar al equipo en el que se formó, se marchó de su tierra, primero a Colombia y después a España.
Indica la leyenda que hasta los siete años no había tocado un balón de fútbol y que un día su padre, también llamado Alfredo, asentador de patatas en el Mercado de Buenos Aires y en su juventud jugador de los equipos juveniles de River, le mostró uno, lo puso en el piso y le dijo: "pateá, a ver cómo te sale".
El remate del pibe, súbitamente, ennegreció un ojo de aquel hombre, que se quedó sentado en el suelo sin poder creer con qué fuerza Alfredito o "Estopita", por sus cabellos rizados, le había dado a la pelota. "Éste va a ser futbolista", pensó. Al otro día comentó el episodio con sus amigos.
Un tal Luraschi, que había sido portero riverplatense, fue el que más se entusiasmó para inscribirlo en las juveniles de River y el que acompañó al padre, varios años más tarde, para cumplir con ese trámite, después de que el muchachito rompiera decenas de zapatillas jugando partidos en las plazas y las calles de los barrios de Barracas, Parque Patricios y Flores.
Alfredo Di Stéfano deslumbró en las divisiones menores de River y muy pronto fue promocionado al equipo de la Primera División, en 1945, cuando tenía 19 años, donde brillaban artistas del fútbol como Adolfo Pedernera, Juan Carlos Muñoz, Angel Labruna y Féliz Loustau. Debutó ante Huracán y sólo jugó ese partido en la temporada.
Sustituyó a Muñoz, que era extremo derecho, único superviviente, con 89 años, de aquella delantera llamada "La Máquina" que completaba José Manuel Moreno.
Ante una consulta de EFE, Muñoz dijo que "Alfredo fue un jugador brillante, ya lo era cuando jugaba en el equipo de reserva. No me llamó la atención que triunfara en España. No hay más jugadores de esa casta".
"Era rápido, inteligente, solidario, técnicamente un superdotado y tenía un patadón formidable", agregó.
River lo cedió a Huracán en 1946, equipo en el que jugó 24 partidos y marcó 11 goles. Regresó al club de sus amores en 1947 -Huracán no podía pagar la fortuna que los riverplatenses exigían por su traspaso-, disputó hasta 1949 otros 66 encuentros y anotó 50.
La hinchada lo llamaba "el alemán" por su cabello rubio, y cantaba en los graderíos "aserrín, aserrán, cómo baila el alemán" en los partidos -casi todos- en los que destacaba como la gran figura del equipo que se proclamó campeón en 1947. Otro de los cánticos característicos de aquellos años era "socorro, socorro, ya viene la saeta con su propulsión a chorro".
Los jugadores paralizaron el fútbol argentino en 1948 con el objetivo de renegociar los contratos, pero ni la AFA ni los clubes aceptaron la reclamación y el campeonato continuó con jugadores juveniles.
Los motores de aquella huelga fueron los jugadores de River, entre los que estaba Di Stéfano, quien junto con el medio centro Néstor Raúl "Pipo" Rossi, decidió en 1949 irse del país y recalar en el fútbol colombiano con otros compatriotas suyos.
En 1947 fue convocado a la selección argentina, que ganó la Copa América en Guayaquil, Ecuador, en la que marcó cinco goles.
Se fue a Colombia a jugar con el Millonarios y después a España. Regresó a Argentina un par de veces para disputar con el Real Madrid y la selección de ese país unos partidos amistosos.
Años más tarde entrenó a los equipos de Boca Juniors y River Plate, y fue campeón con ambos en la Liga argentina en 1969 y 1981, respectivamente.
El año próximo se cumplirán 60 años del éxodo de futbolistas argentinos que encabezó con "Pipo" Rossi, fallecido el año pasado, y que privó a los aficionados locales del mejor tramo de su exitosa carrera.
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