Un millón de amigos…

Cuando era niña me encantaban aquellas películas en las que una patrulla policíaca desentrañaba las razones de un crimen haciendo un croquis de las relaciones personales de la víctima. Una sala de la comisaría, habitualmente en penumbra. Un grupo de justicieros incansables que altas horas de la madrugada bebían café para permanecer alerta y garabateaban líneas de unión entre la foto de la víctima y las de los sospechosos en una pizarra magnética de color blanco. Aquellas noches sin tregua en las que los inspectores comparaban el material de sus entrevistas y descubrían que la mujer de la víctima estaba liada con un exempleado de la empresa familiar que a su vez había contratado un seguro multimillonario a un agente al que todos tenían como sospechoso principal y que al final no era más que un cabeza de turco.

No es necesario leer un solo libro. Con esto te haces una idea.

Cuántas series, cuántos largometrajes que tenían su acción principal en esta premisa investigatoria se quedan ahora obsoletos. Cuántas noches en vela parecen inútiles. Porque en el contradictorio mundo de la web 2.0 para evitarse la pizarra, las líneas y las fotos basta con teclear en google el nombre del susodicho asesinado y la palabra facebook.
Si, afortunadamente, no están inmersos en la investigación policial de un asesinato en estos momentos pueden comprobarlo con el nombre de algún conocido. Eso sí, es necesario que el conocido esté registrado en facebook, cosa bastante sencilla a no ser que se trate de una persona desactualizada, antisocial y celosa de su vida privada como es mi caso. Las fotos de sus amigos y compañeros de trabajo aparecerán directamente en la página de presentación de la aplicación en cuestión y podrán pinchar sobre ellas para comprobar a su vez con quien alternan los amigos de sus amigos. Estos últimos, llevando la contraria a la canción, no tienen, necesariamente, que ser amigos de usted. Y probablemente tampoco tengan ningún interés en que usted sepa quiénes son y conozca sus caras. ¿Les parece exagerado? No se preocupen si solicitan algo más a facebook les propondrá que se den de alta en la comunidad. ¿Tentador? ¿Qué hay más allá? ¿Información ilimitada? Puede ser. Pero también sobre ustedes.
Un ejemplo sencillo. Esta mañana me dio por buscar en google el nombre de una amiga a la que hace tiempo que no veo y la palabra clave. Facebook. Mi única intención era comprobar su imagen después de tantos años. El caso es que al entrar a su perfil me aparecen a su vez todas las fotos de sus amigos y entre ellas la de alguien que conozco y que es expareja de una compañera de trabajo, de él paso a la foto de ella y de ella… Me encuentro de pronto ante una representación virtual de mi oficina al completo. Compañeros, excompañeros, hasta jefes… Y sus fotos de las vacaciones.
La sangre se me hiela solo de verlo. No porque me aterrorice encontrarme con la plantilla de la empresa al completo en horas de ocio. Que también. Sino porque me da miedo hasta donde puede llegar esta moda social de interrelacionarnos sin freno vía Internet. Hasta hace poco que el jefe te llamara al móvil fuera del horario laboral se consideraba una extralimitación, una inmersión en la vida privada de uno, algo de lo que nos quejábamos después de colgar el teléfono y quitar la sonrisa de idiotas. Ahora está mal visto no tener facebook, y para no parecer en carca te abres una cuenta. Y añades a tu jefe y a toda tu vida privada en él, y en tu myspace, y le aceptas en el Messenger y reenvías a sus fwd. Pero esta nueva faceta amistosa de la sociedad nos está dejando con el culo al aire. Si para cualquiera es tan fácil dar con nuestros datos personales, dejará de ser posible mantener en secreto tus aficiones personales, conseguir que contraten a tu novio en tu empresa sin decir que lo es, esconder que echas currículums a la competencia en busca de un aumento, evadir impuestos, ocultarte de aquellos conocidos de tus conocidos a los que les han comentado que tienes orejas se soplillo pero que afortunadamente nunca te han visto para comprobarlo, vivir…
Claro que siempre es mucho más guay tener un millón de amigos.