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Una y otra vez

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trabajo, comunicacion
Actualizado 02-06-2008 14:59 CET

A: El otro día estuve a punto. B: ¿A punto de qué?

A: De trabajar.

B: Joder. Qué ánimos.

A: Sí, sí. Llegué puntual, bostecé, me crují los dedos, me llevé un caramelo de menta a la boca y coloqué la mano derecha sobre el ratón, dispuesto a.

B: ¿Dispuesto a?

A: Sí, dispuesto a. Ése fue el problema. Es que. En fin. Olvidé en qué consistía mi trabajo.

B: Ostras. Odio cuando pasa eso.

A: Hice un esfuerzo por recordar, pero sólo tenía claro que a media mañana me tomaba un café y que consultaba el correo varias veces al día, el personal y el del trabajo.

B: ¿Le preguntaste a alguien?

A: Sí, sí. Obviamente, no quería preguntarle a mi jefe, a ver si me iba a soltar una de estas broncas tontas que uno se puede ahorrar si presta un poco de atención.

B: Sí, siempre se cabrean por las chorradas. Cuando la cagas de verdad, no se dan ni cuenta. Como no tienen ni idea.

A: Pues eso, en el bar les pregunté a mis compañeros. Pero tampoco sabían lo que yo hacía.

B: ¿Y ellos sabían lo que hacían ellos?

A: No quise preguntar, pero hubo uno que se puso blanco.

B: Je, sé lo que es eso. La última vez que me monté en una montaña rusa también me puse blanco.

A: Suerte que la de recursos humanos es amiga. Bueno, amiga... Ya sabes, la clásica amistad del trabajo...

B: El que iba delante de mí, se subió bebiendo un cartón de leche. Y, claro, me lo tiró encima. Blanco, me puso.

A: ... Cuatro bromitas cuando te la cruzas por el pasillo, la clásica charlita tonta en la cena de navidad...

B: Ya me dirás tú qué hacía ese tipo con un cartón de leche en una montaña rusa. Se lo pregunté.

A: ... La habitual declaración de amor a las tres de la mañana después de la cenita de navidad...

B: Le digo, ¿para qué te subes a una montaña rusa con un cartón de leche abierto?

A: ... El anillo, los dos años de noviazgo, el matrimonio, los tres niños, la hipoteca...

B: Y el tío, no, es que le iba dando sorbitos porque me han dicho que eso es bueno para evitar el mareo.

A: Pero, vamos, lo típico que se va de la empresa y ya no vuelves a hablar con ella. Como mucho en el bar dices, eh, ¿os acordáis de la Nosequé? La vi el otro día en Nosedónde. No, no la saludé porque no me vio y yo estaba haciendo ver que no la había visto.

B: Pero, vamos, yo había oído justamente lo contrario de la leche y los mareos, pero bueno, cada loco con su tema.

A: Entonces ella se puso a mirar entre los papeles y tal y resulta que no me encuentra.

B: ¿Pero no estabas delante suyo?

A: No, entre los papeles.

B: Pues estás bien fondón. Como para no verte entre los papeles.

A: Quiero decir, que mi expediente no estaba. Y me dice, ahora te lo miro.

B: ¿El qué?

A: Lo mío.

B: Ah.

A: Y me lo miró.

B: ¿Lo tuyo?

A: Lo mío.

B: Ah.

A: Y resulta que yo no tenía ni contrato ni nada, que yo no trabajaba allí.

B: Joder, cinco años madrugando y haciendo el tonto. Al menos cobrarías tu sueldo, ¿no?

A: Claro. Si no, ¿de qué? Entonces llamamos al ministerio y resulta que yo trabajo para otra empresa.

B: Anda.

A: Una empresa que se mudó de esas oficinas hace tres años.

B: ¿Sin avisar?

A: A mí no me dijeron nada, los muy cabrones.

B: ¿Ni un mail ni nada?

A: Ni un mísero mail.

B: Qué cabrones.

A: Ya ves.

B: Eso ya es mala educación.

A: Ya ves.

B: Una llamada, en plan, oye, que nos vamos, recoge tus cosas.

A: Nada.

B: Es lo mínimo.

A: Nada.

B: O un post-it en el monitor.

A: Nada, ni eso.

B: Con la dirección nueva.

A: Nada.

B: ¿Y vas a volver a tu empresa?

A: No sé... Está más lejos de casa...

B: Buf, qué palo.

A: Y estoy a gusto con la gente.

B: Eso es importante: que haya buen ambiente de trabajo.

A: Me llevo bien con el jefe.

B: Eso es importante: llevarse bien con el jefe.

A: No sé, de momento creo que me quedo donde estoy.

B: Bien hecho. Cambiar por cambiar es tontería.

A: Ahora además tengo la mesa más cerca de la ventana.

B: Ay, sí, dónde estén las ventanas.

A: En la pared, por norma general.

B: Sí. Eso es importante: que las ventanas estén en las paredes.

A: O en los techos.

B: Pero entonces creo que no se llaman ventanas.

A: ¿No?

B: No, si están en los techos se llaman de otra forma.

A: ¿De otra forma? ¿Todo junto? ¿Deotraforma?

B: No lo sé. Nunca lo he visto escrito.

A: Yo tampoco.

B: No hemos vivido mucho, ¿verdad?

A: No, siempre las mismas palabras. Una y otra vez.

B: Siempre una y otra vez. Gran libro: Una y otra vez.

A: Me gustó más la peli.

B: Te creo. Soy así de ingenuo.

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