Pero, en Dubai, el pionero en eso de 'flotar' sobre el mar fue el Burj Al Arab (en árabe, "Torre arábica"). Está situado sobre una isla artificial a 270 metros de la playa, en el Golfo Pérsico, y conectado a tierra firme por una carretera. Comenzó a construirse en 1994 y se finalizó cinco años más tarde. Es un hotel de superlujo (tiene nada menos que 7 estrellas) con una altura de 321 metros, lo que lo convierte en el segundo más alto del mundo (sólo lo supera el Rose Rotana). Su forma está inspirada en una embarcación a vela y cuenta con un helipuerto, 9 restaurantes, y 202 suites dobles sólo para bolsillos 'pudientes': una noche en la habitación más barata cuesta 3.690 dólares. Eso sí, su interior no tiene desperdicio.
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