Valladolid.- Un canto de elegía, entonado en el verso libre de su peculiar concepción cinematográfica, ha firmado el realizador barcelonés Marc Recha con "Petit Indi", que esta mañana ha estrenado la representación española a concurso dentro de la 54 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).
El director de cine Marc Recha. EFE/Archivo
Una naturaleza depredada, al borde de la completa sumisión al desarrollismo y prácticamente en vías de extinción, es uno de los mensajes que lanza Recha con "Petit Indi", la sexta entrega de su filmografía desde "El cielo sube" (1991) y que han protagonizado Eduardo Noriega, Sergi López, Pere Subirana y Eulalia Ramón.
Por encima de este experimentado elenco, Recha ha descansado el peso del largometraje y de su denuncia en la figura de Marc Soto, un adolescente que ha debutado en la interpretación con la misión de ser el alterego del director en una cinta lenta, plagada de simbolismos y con numerosos recursos próximos al experimentalismo.
Todo ello hace de Recha, autor también de "El árbol de las cerezas" (1998) y "Las manos vacías" (2003), un realizador distinto, al margen de tendencias y dictados comerciales, con un sello personal que le identifica en la línea del denominado cine de autor, a partir de obras que no se han desmarcado nunca de esa factura.
Vallbona, un barrio marginal de la Barcelona desarrollista y expansiva, ha sido el escenario de un largometraje cuya idea "parte de una concepción: vivimos el momento que nos toca", y éste es el de la vida al límite de la presión y planificación urbanística que, en el caso de esa barriada, se ve afectada por las vías del AVE.
"Es un lugar en proceso de transformación", ha añadido Recha en un perfecto castellano durante una rueda de prensa celebrada al final del filme: una coproducción hispanofrancesa rodada exclusivamente en catalán y que ha sido proyectada con subtítulos en español e inglés para su mejor comprensión.
"Petit Indi" establece un paralelismo entre la transformación de un barrio marginal, prácticamente rural, donde la artesanía y las labores camperas aún no han sido engullidas por la amenaza de una presunta civilización que Recha simboliza en sirenas de fábricas, bocinas de trenes y quejidos metálicos.
En medio de ese caos se sitúa el papel de Arnau, encarnado por un primerizo, meritorio y voluntarioso Marc Soto, igualmente inmerso en un delicado proceso de transformación personal donde no cuenta con la ayuda de sus mayores, por lo que se refugia en la naturaleza y, de forma especial, en los animales para leer y aprender lo que no le enseña su desestructurada familia.
La película, rodada con planos delatores, muy cercanos para reflejar detalles significativos que ayudan a la comprensión del filme, "tiene al final una moraleja, que es la del niño que pasa a encontrarse con la realidad" de la vida, según ha explicado el joven Marc Soto.
El filme, en ocasiones próximo al documentalismo, muestra también "la reacción de los personajes" que habitan en ese poblado marginal ante la amenaza del desarrollismo, según ha observado por su parte el actor Eduardo Noriega, quien ya trabajó con Recha en "Las manos vacías".
Nacido en 1970 en Hospitalet de Llobregat (Barcelona), la carrera de Recha se ha significado por su precocidad y carácter autodidacta, traducida hasta la fecha en seis películas que han circulado ya por festivales como cannes, Locarno, Nueva York, Toronto y Venecia.
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