Pappano dirige con pulso dos divertidas óperas de Ravel y Puccini

Londres.-  "L'Heure Espagnole" y "Gianni Schicchi", tienen en común no sólo su brevedad -apenas una hora cada una- sino también la desbordante comicidad argumental, que va unida a una exquisita brillantez sonora y una continua inventiva musical, realzadas desde el podio por el maestro Antonio Pappano.

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(EFE)

El director musical Antonio Pappano. EFE/Archivo

La Royal Opera House londinense las presenta de nuevo juntas - hasta el 28 de octubre en la vibrante puesta en escena de Richard Jones, a la que contribuyen eficazmente los coloridos decorados -entre el pop y el cómic- de John MacFarlane.

Si hubiese que elegir una producción para acercar el mundo de la ópera a nuevos públicos sin temor a fracasar, uno no dudaría un momento en elegir este montaje de esas dos pequeñas joyas de Maurice Ravel y Giacomo Puccini, respectivamente.

"La Hora Española" (1911), la primera ópera compuesta por Ravel- en realidad sólo escribió otras: "L'Enfant et les Sortilèges"- es una disparatada historia en torno a la infidelidad matrimonial que tiene como protagonista a la esposa del relojero de Toledo.

Sexualmente insatisfecha por su marido, la mujer esconde a sus amantes en relojes de pie que hace luego transportar a su dormitorio aprovechando la ayuda inocente de un mulero que ha entrado como cliente en la relojería.

Mientras el cornudo marido -llamado para más inri Torquemada- arregla relojes de torres e iglesias, la mujer recibe así en su alcoba a un ridículo poeta siempre en las nubes y a un rijoso y viejo banquero, a los que termina desechando para llevarse finalmente al catre, como era de esperar, al joven mulero justo a tiempo para recibir a su marido, que regresa de hacer su ronda.

"Gianni Schicchi, estrenada en Nueva York en 1918, es otra divertida comedia en torno a la codicia humana: un pequeño burgués llamado Buoso Dunati muere en escena rodeado de sus familiares, que están angustiados por un rumor según el cual el difunto ha dejado todas sus propiedades a unos monjes.

Al más joven, Rinuccio, se le ocurre una idea consistente en hacer creer que Dunati no ha muerto y cambiar así el testamento, tarea que podría encomendársele, según propone, al padre de su novia, un campesino llamado Gianni Schicchi.

La familia no aprueba la relación de Rinuccio con la hija de Schicchi por creerla por debajo de su clase social, pero puede más la codicia y aceptan participar en la estratagema por la cual el campesino se mete en la cama del finado antes de la llegada del notario.

Al acudir este último, el falso Dunati, totalmente tapado por las sábanas, dictará un nuevo testamento favoreciendo a los familiares, pero, para consternación de todos, quedándose él mismo con la mejor parte, aunque lo hará con un fin altruista: recompensar de esa manera a su hija y al novio.

En esta reposición, el papel de la esposa del relojero, Concepción, lo interpreta con gracia y una especie de disparatada locura, muy de película de Almodóvar, la mezzosoprano rumana Ruxandra Dose, que interpretó antes ese papel en versión concertante en el Carnegie Hall neoyorquino.

También están excelentes los otros intérpretes: el tenor británico Bonaventura Bottone, como el esposo burlado, su compatriota, el barítono Chirstopher Maltman, como el mulero, el tenor francés Yan Beuron, en el papel del poeta Gonzalve, y el barítono Andrew Shore, que encarna al banquero don Íñigo Gómez.

En "Gianni Schicci" hay que destacar sobre todo al barítono británico Thomas Allen en su debut en Covent Garden en el papel protagonista aunque ya encarnó al mismo personaje en la Ópera de Los Ángeles en el 2008 en una producción dirigida por Woody Allen.

Maria Bengtsson, como su hija, Lauretta, y Stephen Costello, en el de su novio Rinuccio, ponen el único toque lírico y sentimental - muy pucciniano- en una comedia en la que predominan, sin embargo, los tonos cínicos.