Pujol afirma que las gestiones de Múgica antes del 23-F las conoce todo el mundo

Barcelona.-  El ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol ha mostrado su "sorpresa" por el hecho de que el ex dirigente del PSOE y actual Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, niegue sus gestiones contra Adolfo Suárez antes del 23-F, unas maniobras que "todo el mundo" conoce.

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(EFE)

El ex presidente de la Generalitat y presidente de CDC, Jordi Pujol, durante la presentación hoy en Barcelona de la segunda parte de sus memorias, en las que analiza detalles de la Transición española, su relación con Adolfo Suárez y el episodio frustrado de Miquel Roca como su sucesor al frente de CiU.

Pujol ha presentado hoy el segundo volumen de sus recuerdos, "Memòries II. Temps de construir (1980-1993)" (Editorial Proa), en el que desvela que, en 1980, Múgica le propuso, en plena "obsesión" del PSOE por hacer caer a Suárez, sustituir al entonces presidente del Gobierno por un militar de "mentalidad democrática".

Después de que Múgica desmintiera ayer a Pujol y calificase esta versión de los hechos de "ocurrencia inventada", Pujol ha reiterado que efectivamente el entonces dirigente socialista vino a verle y le formuló esta reflexión.

"Múgica que diga lo que quiera, pero esto es así, rotundamente, esto va a misa. Yo le dije que ni hablar, eso era antidemocrático".

"Me sorprende que Múgica ahora proteste. ¡Pero si esto lo sabe todo el mundo! Esto ya lo ha dicho 'tutti quanti'", ha afirmado Pujol, quien acto seguido ha citado varios libros que se refieren a ese episodio, como "El virrei", de José Antich, "El 23-F a Catalunya", de Andreu Farràs y Pere Cullell, o "Anatomía de un instante", de Javier Cercas.

Pujol ha recordado que en el libro de Cercas incluso se comenta que Múgica llegó a figurar como "ministro de Sanidad" en el gobierno de unidad que Alfonso Armada planteó al golpista Tejero la noche del 23 de febrero de 1981 en el Congreso de los Diputados.

En la presentación de su libro de memorias ante los medios de comunicación, en un almuerzo en el que también le ha acompañado su mujer Marta Ferrusola, Pujol se ha reafirmado en lo que ha escrito sobre que a principios de los años noventa tenía claro que su relevo debía ser Miquel Roca y que él no podía prolongar su presidencia más allá del año 2000, pero "los calendarios no coincidieron".

Pujol ha reconocido que tuvo discrepancias con el ex secretario general de CDC pero no tiene "ninguna queja de Roca, fue una gran pérdida para el país que no quisiera continuar" en política y ser, en consecuencia, su sucesor al frente de CiU: "Había un tiempo de espera que yo comprendo que era largo", ha afirmado.

También ha comentado que, si bien CDC está afiliada a la Internacional Liberal, "por programa y acción de gobierno, podría haber ido a parar a una Internacional Socialdemócrata".

En un repaso general a sus vivencias como ex presidente, Pujol ha evocado cómo su relación con el socialista Felipe González fue de menos a más, pese a que éste en un momento determinado le disuadió de emprender una reforma estatutaria, y ha definido al ex líder del PP José María Aznar como "un hombre de palabra", un "Conde Duque de Olivares del siglo XX", con quien firmó el Pacto del Majestic.

"Un buen pacto, digan lo que digan, aunque quizá sobró la fotografía", ha admitido Pujol desde los mismos salones donde en 1996 tuvo lugar la firma de ese acuerdo entre PP y CiU.

Pujol ha reconocido, asimismo, que en algún momento el convergente Ramon Trias Fargas "se encontró con una CDC poco decidida" a luchar a fondo para forzar que el resto de partidos catalanes apostasen por el concierto económico.

Entre las diversas anécdotas relacionadas con su acción de gobierno, Pujol ha comentado que poco antes de dejar el Govern ordenó "agujerear tanto como fuese posible" la montaña por la que tenía que pasar el túnel de Bracons, para hacerlo irreversible aunque llegasen las izquierdas a la Generalitat.

Pujol ha negado haber caído en el "clientelismo" a lo largo de su carrera y ha asegurado que siempre procuró actuar bajo la consigna de no dar la sensación de que estaba favoreciendo a sus allegados, si bien "no hay nadie que pueda afirmar que, cuando ha tenido una cierta posición de poder en un momento determinado, no ha hecho un favor a un pariente, un amigo o al menos un correligionario".