El imperio incoherente

Acabo de leer 'Otra manera de cantar el tango', un libro que Felipe Mellizo escribió hace más de 20 años y que dormitaba en una librería de viejo. Se trata de una inquietante y sorprendente novela construida con historias cruzadas que es, en realidad, una guía secreta de Londres. Felipe Mellizo fue un maestro de periodistas (su hijo es maestro de guionistas) que, a mediados de los años 80, se convirtió en un personaje muy popular gracias a su forma sencilla y directa de presentar los informativos de TVE. Con Mellizo todo estaba muy claro: explicaba las noticias. Pero hoy no le recuerdo por su aspecto didáctico, por su lenguaje transparente, por su cultura amplia y relajada, sino por un detalle con el que engrandeció los informativos de la televisión pública: cerraba cada Telediario recomendando un libro. La guinda.

(EFE)

La situación le resulta graciosa.

No hace falta decir que la sección que habitualmente cierra este blog, 'Motivos para NO ver la televisión', está en deuda con el ingenio de Mellizo. Pero no quería hoy hablar de su influencia, sino de todo lo contrario. ¿Se han fijado en cómo terminan habitualmente los informativos de TVE? Con publicidad. Y no me refiero a la publicidad contratada, a los habituales anuncios. Hablo de las últimas frases pronunciadas por los presentadores. Publicidad de la propia cadena, con frases como "Nos despedimos hasta mañana. No olviden que dentro de unos minutos comienza un nuevo capítulo de 'Cuéntame', la serie de TVE que desde hace nosecuantas temporadas lidera las audiencias de los lunes y patatin patatán". O bien simples ejercicios de onanismo: "Antes de decirles adiós nos gustaría recordarles que el partido de fútbol de la selección española que emitió anoche La 1 de TVE fue el espacio más visto de la jornada, con nosecuantos mil espectadores, cifra que subió hasta los tropecientos mil en el minuto de oro, justo cuando Raúl metió gol con el glande por toda la escuadra".

No se queden en la anécdota. Con detalles como el libro de Mellizo, un grandioso ejercicio de cultura popular, se apostaba por la inteligencia. Con la autopromoción y la publicidad se apuesta por la audiencia, por el dinero, por la rentabilidad. Asuntos que deben quitar el sueño a una televisión privada, nunca a una pública.

Todo esto viene a cuento porque TVE quiere morir matando: cuando sólo faltan cuatro meses para que deje de emitir publicidad, la televisión pública avanza hacia la supresión de los anuncios dejando un rastro de contradicciones. Por un lado parece que ha saturado su programación de publicidad. Por otro, que reduce drásticamente la emisión de publicidad.

Veamos en primer lugar un ejemplo de saturación: según datos de Sofrés, la empresa que mide las audiencias, La 2 sobrepasa en ocasiones el tope legal de diez minutos de publicidad cada hora, superando a cadenas comerciales como Telecinco o Antena 3. Sin ir más lejos, el jueves 10 de septiembre emitió 40 minutos de anuncios en la franja de 'prime time', por encima de Antena 3 y Cuatro (39 minutos) o Telecinco (33 minutos).

Ahora veamos un ejemplo de moderación y prudencia: Luis Fernández, presidente de RTVE, anunció este martes en el Congreso ante la Comisión Mixta de Control de RTVE una "reducción significativa" de los espacios publicitarios, que supondrán "más o menos la mitad" de los que emite en la actualidad. Es decir, cinco minutos por hora.

Dadas las circunstancias, es posible que Felipe Mellizo hubiese cerrado su informativo recomendando la lectura de, por ejemplo, 'El imperio incoherente'. El libro de Michael Mann analiza las contradicciones con que Estados Unidos utiliza sus enormes recursos. Las desigualdades entre los dichos y los hechos. Las miserias y mentiras de los imperios políticos y económicos. La utilización inmisericorde de la propaganda. ¿Les suena de algo todo esto?

P.D.

A los que no entendemos de política nos cuesta comprender las reacciones, gestos y aspavientos de aquellos que se dedican de manera profesional a gestionar nuestros intereses. Sus estados de ánimo. Debe ser un lenguaje primitivo reservado a unos pocos elegidos, ya saben, con escaño o concejalía. Les pondré un ejemplo. Me desconcierta la cara que luce la madre de Leire Pajín en las fotografías que he podido ver en los últimos días. No comprendo qué motivos puede tener esta mujer para reírse a mandíbula batiente, para levantar los brazos de manera triunfal, para hacer con los dedos una señal de victoria. Si les digo la verdad, no entiendo ni cómo continúa saliendo como si nada a la calle, cuando lo que debería pedirle el cuerpo es recluirse de por vida en una cueva de las montañas afganas (y que se joda Bin Laden). Cada vez es más difícil no ya comprender, sino simplemente no sentir asco por esta gente.

Un motivo para NO ver la televisión

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