La verdadera historia de los 39 parientes de Adolf Hitler

Todo comenzó con un twitt en mi cuenta el pasado martes 14 de septiembre: "Dos belgas identifican a 39 descendientes vivos de Hitler. (...)". Hice clic en mi twhitler y me encontré en un sitio web austriaco que decía en inglés: "Hitler's 39 living relatives revealed":

¿Qué pasa con su familia?

Un funcionario de aduanas y un periodista que afirman haber descifrado el ADN de Adolf Hitler han dado con 39 miembros vivos de la familia del dictador nazi.

Impresionante. No hay fuentes ni fechas exactas, no hay 'descendientes' sino 'parientes', y, sin embargo, el artículo está lleno de indicios serios: los patronímicos y direcciones de los sobrinos nietos norteamericanos del Führer, el nombre del periódico para el que trabaja el periodista, Het Laatst Nieuws, primer diario belga, y esta frase digna de la película 'El Hundimiento':

Sus descendientes norteamericanos se han puesto de acuerdo en no tener hijos para que se extinga la saga de los Hitler y dejar de vivir con miedo. Pero han prometido publicar un libro antes de morir.

Pascal Riché, jefe de redacción de Rue89, me dijo que no se lo creía y que, si fuera cierto, es "de lo más malsano andar hurgando en el ADN de esa pobre gente". Le repliqué que, a buen seguro, la prensa inglesa iba a volcarse enseguida en el asunto, si es que no lo había hecho ya.

Por una vez, estaba en lo cierto: no sólo el tabloide Daily Express sino también el Hindu Business estaban ya sobre la pista y, como garantía de la máxima credibilidad, el Daily Telegraph (diario conservador de calidad) publicaba una pieza en su edición electrónica titulado 'Miembros de la familia de Hitler encontrados en EEUU y Austria'.

En la página, abajo del todo, aparecía al fin una especie de fuente: "Las declaraciones de dos 'cazahitlers' han sido publicadas en el periódico El Mundo". Caramba. La primicia histórica germano-americano-austríaca de una pareja belga flamenca publicada en un diario español.

Dos leyendas echadas por tierra: el hijo oculto de Hitler y su abuelo judío

Las 'revelaciones' mundiales aparecieron el domingo 13 de septiembre en la edición dominical del periódico madrileño de derechas, que, los fines de semana, da mayor protagonismo a los grandes reportajes de investigación.

Firmaba la crónica un periodista freelance corresponsal en Bruselas, Albert Serena, que también trabaja para medios catalanes. El primer párrafo dice así:

Si usted es descendiente de Adolf Hitler o teme poder serlo no se moleste en esconderse porque le encontrarán. En Bélgica, un funcionario de aduanas y un periodista han logrado descifrar el ADN del líder nazi, un secreto nunca antes revelado que ahora permite identificar genéticamente a cualquier familiar del dictador alemán. Desenmarañando su árbol genealógico, analizando colillas de cigarro olvidadas en un pueblecito de la Baja Austria, una servilleta de papel usada en un fast food de Nueva York o los sellos de cartas enviadas hace más de 30 años desde el norte de Francia, Marc Vermeeren y Jean-Paul Mulders ya han dado con 39 parientes del Führer vivos. Son los últimos Hitler.

El artículo, muy extenso, cuenta con todo detalle las vicisitudes de esta historia que llevó a dos belgas hasta Long Island, donde se entiende que "encontraron" a los tres sobrinos nietos de Hitler (los nietos de su hermanastro Aloïs), sitiando su casa durante siete días y siete noches en pleno temporal de nieve, hasta que el mayor, de 60 años, terminó por abandonar su escondite, hambriento. Relato de El Mundo:

Alexander A. Stuart-Houston condujo hasta un restaurante 'drive in', de ésos donde se come sin salir del coche. Pidió unas alitas de pollo y las ingirió al volante. Se limpió con una servilleta de papel y la arrojó a la carretera.

Una vez recogida la servilleta con toda precaución, el ADN fue analizado en Bélgica y permitió, entre otras cosas, poner fin a la leyenda del abuelo judío de Hitler (alimentada por el hecho de que su abuela paterna había concebido al padre del Führer antes de casarse cuando era empleada doméstica de una familia judía).

En la tercera parte del texto, el periodista español deja caer, como anécdota final, la parte francesa de la persecución de las muestras de ADN de los Hitler: Jean-Marie Loret, presentado por ciertos historiadores como el hijo oculto de Hitler, resulta que no comparte con los sobrinos nietos norteamericanos el famoso cromosoma Y, que portan los varones de una familia.

"Todo forma parte de una obra que leí hace algunos años..."

Alöis, padre de Hitler.

Caramba. 41 primicias en un único artículo. Los 39 parientes vivos de Hitler y el punto y final a dos leyendas que han hecho correr ríos de tinta: el hijo francés y el abuelo judío. "Una bomba", dirían los jóvenes de la redacción.

Jean-Paul Mulders no es francófono de nacimiento, pero se defiende en francés. En cambio, no habla una palabra de español, así que no ha entendido lo que se cuenta de él en El Mundo. Tampoco sabe por qué ese periodista español fue a verle hace dos semanas. "¿Tal vez porque era el aniversario de la invasión de Polonia?"

Este hombre de 41 años publicó una serie de artículos (pdf) que arrancaron el 22 de abril de 2008. En ese momento fueron una primicia, escrita en neerlandés, que sólo fue replicada por el corresponsal en Bélgica del periódico alemán FAZ y que también publicó una revista francófona propiedad del periódico belga Le Soir.

Un editor alemán reparó en el artículo y encargó a Mulders que escribiese un libro, que se publicó en Alemania en febrero de 2009, bajo el título 'Auf der Suche nach Hitler's Sohn' ('En busca del hijo de Hitler'), donde escribe, con casi total indiferencia:

Todo forma parte de una obra que leí hace algunos años sobre la juventud de Hitler escrita por un historiador alemán, Werner Masner, que evoca en repetidas ocasiones esta historia de un hijo que Hitler habría tenido en Francia durante la Primera Guerra Mundial.

Se trata de una historia que interesó mucho en los años 70. Yo me dije: hoy en día, que existen las pruebas de ADN, me gustaría salir de dudas. Con mi investigación y mi trabajo trato de establecer si Jean-Marie Loret es el hijo Hitler o no.

Mulders estaba convencido de que así era (en 1981 escribió un texto titulado 'Tu padre se llamaba Hitler' en la revista Les Dossiers de l'histoire), al igual que otros muchos historiadores que se apoyan sobre todo en las declaraciones de la secretaria personal del Führer, Christa Schnoeder.

Jean-Paul Mulders se asocia con un apasionado de la historia de Hitler, Marc Vermeeren, un flamenco de pura cepa que no habla ni inglés ni francés pero conoce bien Austria y Alemania. Juntos van a Estados Unidos para intentar obtener una muestra de saliva de los sobrinos nietos de Hitler, sobre cuyos lazos de parentesco con el dictador no cabe duda alguna. Mulders no pretende ante todo haber "descubierto" a sus parientes, contrariamente a lo que deja entender El Mundo:

Su existencia ya había sido revelada por el periodista David Gardner en 2000 en una obra titulada 'The Last of the Hitlers' (pdf) ('Los últimos Hitler').

Gardner contó en su periódico con todo lujo de detalles sus peripecias para obtener un poco de saliva de estos sobrinos nietos recalcitrantes que se negaban a entablar contacto alguno con la prensa. El episodio de la servilleta sucia arrojada en un restaurante 'drive in' es calcado.

Con Vermeeren se dirigió también a Austria, cuna de la infancia de Adolf Hitler, y allí el periodista reanudó sus pesquisas, que le llevaron hasta una vieja colilla abandonada por un primo muy lejano del Führer. También recuperaron el sello de una carta que su supuesto hijo francés habría humedecido con su saliva.

Aniversario de la Segunda Guerra Mundial

A su regreso a Bélgica, el dúo hizo analizar todas las muestras de saliva y llegó a la conclusión, respaldada por científicos, de que los 36 austríacos a quienes habían conseguido echar el anzuelo tienen el mismo cromosoma Y que los sobrinos nietos de Hitler. En cambio, Jean-Marie Loret no es portador de este cromosoma Y hitleriano. Ésta es la decepcionante conclusión de su aventura periodística:

Una de dos: o no es su hijo, que es lo que yo pienso, o no fue él quien lamió el sello de la carta que envió.

De forma incidental, el descubrimiento de los belgas acababa con la leyenda del abuelo judío.

El periodista español confirma que ha "vendido" este artículo a El Mundo puesto que el tema estaba candente por el aniversario de la Segunda Guerra Mundial. Su reportaje no alude a los artículos de Het Laast Nieuws, no menciona más que de pasada el libro de Mulders (quien le pasó su traducción al inglés, que aún no ha sido publicada) y no llega a contar de qué trata realmente el libro, a pesar de que estuvo con el belga varias horas. El falso hijo francés no es muy buen vendedor, admite Mulders.

Albert Serena publica el artículo el domingo 13 de septiembre anteponiendo la cifra de 39 a los descendientes de Hitler, cifra que tomarán todos los medios del mundo entero para turbación de Jean-Paul Mulders:

Nosotros habíamos dado con 36 parientes en Austria, puesto que nos parecía una base suficiente para establecer correspondencias de ADN. Pero lo mismo habríamos contentado con cinco que con 500.

Jean-Paul Mulders, que firma actualmente en la revista Knacks, está algo molesto:

Me sorprende enormemente que todos los medios que han publicado estas cifras no me hayan llamado por teléfono siquiera. En todo caso ilustra la dejadez de los periodistas.

Atribuye este repentino interés por su trabajo a una mera cuestión lingüística: "Nadie habla neerlandés. El español es más corriente, así que llama la atención". Nosotros mismos debemos admitir que el artículo de Het había escapado a nuestro ojo.

De manera que, un poco como en el juego del teléfono estropeado, del intercambio de un neerlandés con un catalán que lee en inglés tranquilamente desde novelas hasta artículos del Telegraph, se ha perdido el por qué (la investigación sobre el pretendido hijo francés) que no interesa ni a españoles ni a hindúes y menos aún a ingleses.

Ni una sola mención a ese diario de nombre impronunciable, Het Laast Nieuws, ni al trabajo llevado a cabo por el inglés Gardner. Dos inexactitudes: Vermeer se convierte en investigador español en un periódico neozelandés; los austríacos con patronímicos Hüttler habrían maquillado a propósito su apellido original, Hitler.

Queda la impresión totalmente injusta de que este periodista belga ha conducido una caza malsana de los "descendientes" de Hitler:

Aparte de los sobrinos nietos, se trata únicamente de parientes lejanos que comparten el mismo cromosoma Y. Al igual que cientos de miles de personas comparten el cromosoma Y del rey de los belgas puesto que en un árbol genealógico podemos remontarnos hasta 500 años.

* Este artículo se ha publicado originalmente en el medio digital francés Rue89

(Traducción: Carola Paredes)