La polémica política no salpica a una Cuba ávida de espectáculos internacionales

La Habana.-  La polémica política que levantó entre el exilio cubano el concierto que el colombiano Juanes encabezará mañana en La Habana no ha tenido gran resonancia en la isla, donde la mayoría solo ve el espectáculo como un milagro musical.

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Juanes subió hoy al escenario de la Plaza de la Revolución de la capital cubana para ensayar las canciones que tocará mañana, pero hace unas semanas nadie hubiera apostado por esa imagen en medio de una avalancha de críticas que llegó a amenazar el espectáculo.

Cuando el músico dio a conocer su intención de reeditar aquí el concierto "Paz sin fronteras" que realizó en 2008 en la frontera colombo-venezolana, parte del exilio cubano, principalmente desde Miami (EE.UU.), interpretó su iniciativa como un gesto de apoyo al Gobierno de La Habana, en parte debido al escenario elegido, donde el régimen comunista suele convocar sus concentraciones.

Algunos de los artistas invitados declinaron participar, la presión mediática creció y Juanes llegó a recibir amenazas.

Durante semanas, los medios oficiales cubanos ni siquiera se hicieron eco de esa polémica, pero a la isla siempre llegan las noticias en forma de rumores y los más jóvenes empezaron a rezar para que no se suspendiera el espectáculo más internacional de los últimos años.

"Es un milagro que finalmente haya venido", dijo a Efe Claudia, una estudiante de 17 años que hoy se coló en los ensayos del colombiano y mañana regresará a la Plaza junto con el medio millón de personas que se calcula asista al evento.

Un grupo de adolescentes se acercó a Juanes y, parafraseando la letra de una de sus canciones, le gritó: "Nada es imposible".

La euforia de los cubanos se explica porque el espectáculo es una oportunidad única en un país excluido del circuito comercial de la música y donde casi nunca hay conciertos de corte internacional.

Lo que para el exilio es una carta de coqueteo con los hermanos Fidel y Raúl Castro y para los artistas implicados solamente un evento por la paz y la reconciliación, para el público cubano se trata de una fiesta que le permitirá ver de cerca a algunas estrellas que nunca soñaron conocer.

Es difícil encontrar en Cuba a alguien con reparos políticos en contra del concierto, incluso la mayor parte de la disidencia interna se ha puesto de acuerdo para apoyar la iniciativa, pues considera que tiene gran potencial para unir a los cubanos.

Lo único que algunos disidentes o familiares de estos ha pedido a Juanes es que no olvide a los presos de conciencia encarcelados en Cuba.

Los más indiferentes entre los cubanos dicen que no irán a la Plaza porque habrá demasiada gente y calor, o porque simplemente nunca les ha interesado ese tipo de música.

Desde La Habana la impresión es que fuera del perímetro de la Plaza de la Revolución la ciudad se quedará vacía el domingo, y todo girará en torno a las cinco horas de canciones que ofrecerán Juanes, la puertorriqueña Olga Tañón y el español Miguel Bosé, entre otros artistas.

"Va a ir mucha gente de la que se está esperando", previó Oymara Galindo, una enfermera de 23 años, para quien "todo el pueblo le va a agradecer a esos músicos que estén aquí, y los que no vinieron ojalá que cuando vean las imágenes cambien de opinión".

Ismel, de 32 años, dijo a Efe que el revuelo político en el exterior ha sido el que le ha dado pie al Gobierno cubano para darle algún matiz político al concierto.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez, fue el primero que el pasado jueves quiso hacer una interpretación política del evento, al considerarlo un mensaje contrapuesto al embargo económico que Estados Unidos aplica sobre la isla desde 1962.

Ese mismo día, el presidente del Instituto Cubano de la Música, Abel Acosta, aludió en la televisión a la "clara conexión del núcleo fascista de Miami" con algunos disidentes en la isla que supuestamente pretenden sabotear la iniciativa, pero indicó que no tuvieron resonancia en la sociedad ni en los jóvenes cubanos.

Juanes ha dicho que concibe el evento como un modo de ayudar a los cubanos a salir del aislamiento y acercar a los que viven dentro y fuera del país.

La mayoría de los cubanos simplemente espera que Juanes abra las puertas y permita que lleguen más famosos a una isla donde la música y el baile son como el oxígeno.