La Pobla del Duc se inunda de ríos de color púrpura durante la Raimà

La Pobla del Duc (Valencia).-  Las calles de la localidad valenciana de La Pobla del Duc se han convertido hoy en ríos de color púrpura con la celebración de la Raimà, una batalla de uva en la que más de 8.000 personas se han enzarzado en una guerra de racimos.

ampliar foto

(EFE)

Las calles de la localidad valenciana de La Pobla del Duc se han convertido hoy en ríos de color púrpura con la celebración de la Raimà, una batalla de uva en la que más de 8.000 personas se han enzarzado en una guerra de racimos. EFE/Archivo

Una hora antes del comienzo de esta popular guerra de racimos de uva, que este año ha celebrado su quinta edición, la plaza de la Cooperativa de este municipio, situado a 90 kilómetros de Valencia, ha comenzado a llenarse de visitantes llegados de puntos tan lejanos como Estados Unidos, Inglaterra o China.

Un pasacalle de "Batukada", cuyos ritmos han conseguido que la multitud se arrancara a bailar, ha servido de preludio del acto principal de la jornada festiva en la que más de 90 toneladas de uva de la variedad "garnacha tintoreta" iban a ser lanzadas entre los participantes.

A las 12 de la mañana, una mascletà daba la señal para que la multitud, agolpada a lo largo del recinto ubicado a la entrada del pueblo, comenzara la batalla de racimos de uva que han sido repartidos entre los asistentes en seis camionetas.

Con la ayuda de varios voluntarios, los vehículos cargados con uvas recolectadas en los campos adyacentes, se han abierto paso entre los asistentes para aprovisionar de "munición" a los presentes que estaban "dispuestos a lanzar cuantos más racimos mejor", según ha afirmado un visitante de Ciudad Real, Ángel Bustos, que ha llegado para visitar a un amigo y ha acabado en medio de la batalla.

Así, durante una hora, lugareños y visitantes llegados de diferentes ciudades se han enzarzado en una guerra frutal en la que al final todos han acabado empapados por un jugo pegajoso y con los pies sumergidos en el zumo de uva que inundaba la calzada.

Los participantes, ataviados la mayoría con ropas viejas y con gafas de bucear para protegerse los ojos, han disparado sus "proyectiles" a las personas más cercanas o conocidas, aunque algunos han conseguido alcanzar a los curiosos, periodistas y fotógrafos que se situaban detrás de las vallas.

La explosión de un castillo de fuegos artificiales ha marcado el fin de la guerra y los participantes han corrido hacia "La Poasa", lugar en el que el ayuntamiento ha habilitado mangueras y duchas para quitar los restos de pepitas y de piel de uva que se han pegado en el cuerpo, pelo y ropa de los participantes.

Otros han decidido aguantar más rato sin limpiarse las impurezas de la fruta, con el fin de aprovechar las "propiedades antioxidantes y cosméticas" que, según algunos participantes, residen en el jugo que se obtiene del fruto de la vid.

Veinte miembros de protección civil, diversas patrullas de la Policía Local y de la Guardia Civil, así como tres ambulancias, han velado para que no pasara nada en una jornada festiva que, según han manifestado fuentes del Consistorio, se ha saldado sin incidencias de gravedad.