Un experto pide estudios para prevenir los seísmos de entre 7 y 8 grados en España

León.-  El investigador del Instituto Minero y Geológico de España (IGME) Miguel Ángel Rodríguez ha abogado por estudiar "en detalle" el movimiento de las fallas en España "para evitar sorpresas", ya que las hay con "longitud suficiente" para originar terremotos de "entre 7 y 8 grados" de magnitud.

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(EFE)

En la imagen de archivo, un simulacro de catástrofe.

Para hacerse una idea de lo que esto significa, el mayor terremoto registrado en el mundo se produjo al sur de Chile en 1960 y tenía una magnitud de 9,6, ha explicado en una entrevista telefónica con EFE el geólogo del área de Investigación en Peligrosidad y Riesgos Geológicos del IGME.

Se ha referido al terremoto detectado el pasado domingo con epicentro en Acebedo (León), con una magnitud de 3,6, un lugar de España donde la actividad sísmica es baja.

Ha explicado que el hecho de que "no se haya registrado un terremoto en una zona, no quiere decir que no se haya producido o que no vaya a haberlo en el futuro, sino que no se ha detectado".

Por este motivo, ha apostado por estudiar el movimiento de las fallas para poder saber con precisión donde puede ocurrir un terremoto y de cuánta magnitud, en aras a adoptar medidas preventivas a la hora de construir inmuebles.

En España, hay fallas "de sobra" de 200 kilómetros de longitud, que si se rompieran podría provocar terremotos de entre "7 y 8 grados de magnitud", ha dicho el investigador.

No obstante, ha matizado sobre la posibilidad del extremo de 8 grados que, aunque podría darse, es muy difícil.

"Un claro ejemplo de lo que podría suceder en algunas zonas del país donde hay fallas activas" es lo que ocurrió en Aquila (Italia) el pasado abril, donde se produjo un terremoto de magnitud 6,3, en el que murieron casi 300 personas y hubo 1.500 heridos, ha explicado.

El Instituto Geográfico Nacional tiene elaborado un mapa de sismicidad en España, en el que establece que las zonas más peligrosas son la Cordillera Bética y los Pirineos.

Son mapas elaborados a partir de datos recogidos por los sismógrafos, "muy bien hechos", pero que "podrían mejorar" si se tuviera en cuenta la geología, es decir, si se estudiara el movimiento de las fallas a lo largo de la historia en todo el país.

Ha aludido, por ejemplo, a los terremotos registrados en Pedro Muñoz (Ciudad Real), de magnitud 5,1, y al de Escopete (Guadalajara) de 4,1, ambos en 2007, unas zonas donde en teoría "no debería haberlos habido, no porque no se pueda, si no porque no se habían registrado con instrumentos en esta zonas".

Por otro lado, ha reconocido que es "imposible" predecir cuándo va a ocurrir, como ocurre en cualquier rama de la ciencia, ya que "uno no va al médico y le pregunta cuándo va a coger una gripe".

Por último, el geólogo ha querido aclarar el error frecuente que se produce al confundir magnitud de un terremoto, con su intensidad.

Ha explicado que la magnitud de un terremoto se refiere a la energía elástica liberada cuando se produce y esto lo miden los sismógrafos.

En cuanto a la intensidad, éste parámetro mide el efecto que produce el terremoto en la superficie.

Por ejemplo, un terremoto en medio del desierto Sahara puede ser de intensidad cero, porque no afecta a ninguna edificación, pero liberar una energía de 8,3 de magnitud.

Además, no es lo mismo un terremoto que se produce a 65 kilómetros de profundidad de la corteza, que a cinco.

En la Península Ibérica, el mayor terremoto registrado se produjo el 1 de noviembre de 1755 al oeste del cabo de San Vicente, de magnitud de 8,5 (de intensidad 10), que originó un tsunami de casi 15 metros de altura y se saldó con 15.000 muertos, según fuentes del Instituto Geográfico Nacional.

Por Belén Molleda