KABUL (AFGANISTÁN).- Los cuatro soldados y los dos periodistas de la agencia estadounidense Associated Press (AP), entre ellos el fotógrafo español Emilio Morenatti, regresaban el martes por la tarde a su base en Kandahar después de haberse detenido en una pequeña aldea cuando se produjo una violenta explosión.
En los últimos años, su objetivo ha mostrado la situación en Afganistán y Pakistán.
Una bomba activada por control remoto o quizá una mina anticarro acababa de hacer blanco. El vehículo pesado quedó inutilizado y sus seis ocupantes desparramados por el suelo con heridas graves.
Minutos después, equipos médicos de emergencia llegaban al lugar del atentado a bordo de helicópteros de combate y conseguían evacuar a los heridos hasta el hospital militar.
Emilio Morenatti, de 40 años, había sido alcanzado en el pie y los médicos intentaban salvárselo. Su compañero, el cámara de televisión indonesio Andi Jatmiko, de 44 años, tenía afectada una pierna y varias costillas, pero su estado era menos grave.
La noticia llegó a Kabul en un confuso correo electrónico desde Marruecos. Un compañero de Emilio pedía información a otro compañero en la capital afgana. Eran las ocho de la mañana hora local, las cinco y media de la madrugada en España, varias horas después de que el fotógrafo español hubiese sufrido la amputación de su pie.
Este enviado especial mandó dos correos electrónicos a Nueva York y a México poco después de las seis de la mañana con el siguiente texto: "Me acaba de llegar un mensaje sobre Emilio. Ha sido herido en un atentando, que no está en peligro de muerte, pero que podría perder un pie. ¿Es cierto?" Once minutos después llegaba la confirmación aunque la noticia no se haría pública hasta que no se le informase a su madre. Eran las 6:22 en España. Dos horas y media después, Associated Press mandaba la nota de prensa.
El presidente de AP, Tom Curley, explicaba que este incidente refleja "los riesgos que periodistas como Emilio y Andi asumen cada día mientras trabajan en primera línea en los lugares más peligrosos del mundo". La agencia también informó de que tenían plena confianza en que estaban recibiendo el mejor tratamiento posible por médicos especializados en este tipo de heridas.
Con sus sobrinos, tras ser liberado después de su secuestro en 2006.
Algunos buenos amigos de Emilio pertenecientes a AP estaban deshechos por la noticia. "Estuvo consciente todo el tiempo y todavía era capaz de darle ánimos a su mujer Marta (Ramoneda)", me comentó uno de los antiguos jefes directos de Morenatti. Su mujer agradeció las numerosas muestras de apoyo y cariño de amigos y compañeros de trabajo del fotógrafo, que desde 2003 trabaja para AP para la que cubría las elecciones del próximo 20 de agosto en Afganistán.
Por la tarde el fotógrafo se mostró cansado y bajo de moral cuando fue visitado por una compatriota. "Estaba destrozado, le dolía mucho la pierna y le daba palo la que se iba a montar en España con su situación", me comentó telefónicamente.
El reportero gráfico, nacido en 1969 en Zaragoza y criado en Jerez de la Frontera, dirige desde hace casi dos años la sección de fotografía de AP en Pakistán, y viaja regularmente a Afganistán. Un avión militar medicalizado tiene previsto trasladarlo desde Kandahar a Dubai donde le esperan su mujer y otros familiares.
Morenatti llevaba quince días empotrado en una unidad militar estadounidense de combate cuando se produjo el ataque. Es uno de los fotógrafos más destacados de Asociated Press y su trabajo ha sido distinguido con los premios Andalucía de Periodismo y Europeo de Fotografía Fujifilm, así como el 'Pictures of the Year International'. También con una mención de honor en el 'World Press Photo 2007'. En mayo, consiguió el premio Fotopres que convoca La Caixa por su trabajo 'Violencia de Género en Pakistán', una serie de retratos sobre mujeres pakistaníes atacadas con ácido.
Dieciocho periodistas han muerto en Afganistán entre 1992, año en que empezó la guerra civil entre los grupos muyaidines, y 2008, y varias decenas han sido heridos en incidentes armados. En noviembre de 2001, murió el periodista español Julio Fuentes en una emboscada cuando se trasladaba con otros tres periodistas también fallecidos desde Jalalabad a Kabul.
La libertad de prensa también es una entelequia en Afganistán. Es lo que observó una misión de Reporteros sin Fronteras que visitó el país a principios de año y que pidió al presidente Hamid Karzai que convirtiese la defensa de la libertad de prensa en una de sus prioridades.
"La situación de la libertad de prensa se ha degradado en Afganistán y es responsabilidad del Gobierno encauzar esa inquietante deriva. El país no podrá seguir progresando hacia la democracia y desarrollarse sin una prensa libre e independiente", declaró el secretario general de Reporteros sin Fronteras en Kabul.
La organización aseguró que las amenazas contra los periodistas afganos y extranjeros proceden de los grupos talibanes, "que no han dejado nunca de amenazar de muerte a los periodistas que no se avienen a sus demandas", diferentes organizaciones criminales y grupos mafiosos. Amplias zonas del país son "auténticos agujeros negros de la información".
Sólo en 2008 mataron a dos profesionales de la prensa e hirieron o agredieron a otro medio centenar. "Es lamentable que una decena de mujeres periodistas se hayan visto obligadas, en los últimos meses, a abandonar su trabajo por culpa de las amenazas. Muy raramente han conseguido la protección que necesitaban", denunció la organización humanitaria.
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