A varios miles de kilómetros de Pakistán, pero también muy lejos de Huesca, un hombre sigue con especial atención el rescate de Óscar Pérez, el alpinista aragonés que permanece atrapado desde hace ya seis días en la pared del Latok II. Es Tomaz Humar, uno de los escaladores más celebres del mundo, el mismo que en 2005 protagonizó una asombrosa e insólita operación de salvamento a casi 6.000 metros de altitud en el Nanga Parbat. Desde su casa en Eslovenia recuerda aquellos días en los que la más alta diplomacia y una importante movilización internacional contribuyeron, no sin la inevitable dosis de polémica, a salvarle la vida. Ambos casos tienen muchas similitudes —por desgracia, también unas cuantas diferencias— y por eso pedimos a Humar, que conoce muy bien el país y a algunos de los personajes clave en esta historia, que nos ayude a entender lo que está viviendo Óscar Pérez en la arista norte de una de las montañas inexpugnadas del Karakorum.
Tomaz Humar, poco después de ser rescatado en el Nanga Parbat.
"Tiene que ser el Rey de España o el presidente del Gobierno quien realice directamente las gestiones para sacarlo de ahí", asegura Humar. A la dificultad de la cordillera se le une la pesada burocracia paquistaní, donde el Ejército coordina las labores de rescate. Y para que los militares muevan un dedo es obligatorio que los mandos se muestren diligentes —cuanto más alto esté en el escalafón quien tenga verdadero interés en movilizar a los equipos (como ocurre en todos lados, por supuesto), mayores serán las posibilidades de éxito—. Por eso Humar reclama que se intervenga directamente desde arriba, de Zapatero a Asif Ali Zardari. Como ocurrió en su caso, cuando el presidente de la República de Eslovenia consiguió que el asunto llegara hasta el general Pervez Musharraf, entonces presidente y jefe del Ejército en Pakistán.
Los movimientos diplomáticos fueron fundamentales, con el tiempo corriendo en contra. Musharraf ordenó a dos de los mejores pilotos de la fuerza aérea, el teniente coronel Rashid Ullah Beg y el teniente coronel Khalid Amir Rana, que rescataran del Nanga Parbat a Humar, arriesgando la vida de sus hombres por otro, extranjero, que voluntariamente había decidido jugarse la suya. Hoy la diplomacia española se mueve desde Islamabad, pero, según cuenta Sebastián Álvaro, "la cosa va desesperadamente lenta". El ex director de 'Al filo de lo imposible' coordina en Skardu el rescate y sus últimas palabras a la revista Desnivel no son muy optimistas ni dan la impresión de que la vida de Óscar Pérez cuente tanto como la de Tomaz Humar [puedes leer el relato de Álvaro en desnivel.com].
Humar, en la pared Rupal donde aguardaba a ser rescatado.
Óscar lleva ya siete días aislado, prácticamente los mismos que pasó Humar en la pared del Rupal, y se encuentra aproximadamente a 6.200 metros —el esloveno permanecía sobre los 6.000 metros cuando el helicóptero de Rashid Ullah Beg le arrancó de la pared en el rescate a mayor altitud realizado hasta el momento—. Ahí están algunas de las similitudes, además de la dificultad de la montaña o el excelente nivel de los dos alpinistas. Pero las diferencias entre ambos casos son, si no más importantes, sí más dramáticas, y complican el desafío. En el accidente que sufrió Óscar Pérez se rompió una pierna y un brazo. Su compañero de escalada, Álvaro Novellón, le dejó todo lo que llevaban: dos sacos de dormir, ropa de abrigo, comida liofilizada, barras energéticas y varios cartuchos de gas. Y aquí viene la segunda diferencia: Humar llevaba una radio y podía comunicarse; Óscar no dispone de ningún tipo de conexión.
"Siete días ya es muy duro. Lo más importante, a pesar de las lesiones, es que se mantenga equilibrado de cabeza. Que coma y beba también, pero la estabilidad emocional es clave en estos momentos", explica Humar. Desde los primeros momentos ha ayudado en todo lo posible al equipo de crisis del club Peña Guara de Huesca, especialmente facilitando contactos. Humar es amigo personal de Nazir Sabir, probablemente el montañero pakistaní más importante, presidente del Club Alpino de su país, empresario, ambientalista y también con una importante carrera política. Y sabe muy bien la importancia de que buenos pilotos participen en la operación. Algunos, como el propio Rashid Ullah Beg, se dedican ahora a otras tareas en el Ejército, nos cuenta Humar.
El teniente coronel Rashid Ullah Beg abraza al montañero esloveno tras el rescate.
Agosto de 2005. El mejor alpinista esloveno atrapado en el Nanga Parbat. Todo el país y muchos medios extranjeros pendientes. Después de una semana vivaqueando, metido en un húmedo agujero, muerto de hambre y frío, ya al límite de sus fuerzas, dos helicópteros acceden a su pared con la intención de llevárselo colgado. A 6.000 metros no hay aeronave con potencia suficiente para mantenerse quieta, sometida a las propias corrientes que genera, pegada a las rocas y con el nervio para capturar a un hombre de más de 70 kilos y bajarlo a la base de la montaña. Sólo un Lama SA-315B, con un gran piloto al mando, puede volar con garantías en el fino aire de las alturas. Jamás se había intentado y, en palabras del propio Humar, "si hubiéramos repetido 100 veces esta operación, nunca saldría".
A las 4.30 a.m se duerme. A las 6.18 el ruido de un helicóptero le despierta. Enciende la radio. "El rescate está en marcha", le dice uno de los pilotos. Humar no quiere entrar hoy en los detalles de aquel día —"no pretendo ser protagonista"—, pero los relatos de la época cuentan cómo una de las dos aeronaves se aproxima a escasos metros de la pared, con las aspas casi tocándola. Le lanzan tres cuerdas con una bolsa llena de piedras en su extremo. "Estaba colgado de la pared, balanceándome. Las ráfagas de viento hacían muy difícil respirar, y con las turbulencias y las avalanchas cayendo sobre las hélices era todo un caos. Los pilotos se pasaban las mascarillas de oxígeno entre ellos", explicaba Humar a National Geographic. Finalmente consiguió agarrar una de las cuerdas. Sólo tenía unos segundos para atarse, pero el mosquetón estaba congelado. "Comencé a chuparlo, la piel de la lengua se rasgaba, pero lo descongelé y logré atarme". Pero Humar olvidó un pequeño asunto: seguía atado a la pared y el helicóptero ya tiraba de él. La debacle estaba cerca. Había preparado un cuchillo la noche anterior, pero sus dedos estaban congelados como para encima encontrarlo en los bolsillos. En la crónica de National Geographic se describe la tensión del momento: o caía el helicóptero, o arrancaban parte de la pared o todo al mismo tiempo. Pero lo que pasó fue lo menos probable. Las cuerdas que ataban a Humar a la montaña se rompieron y el helicóptero voló libre hacia la base de la montaña con su presa sana y salva.
Óscar Pérez, en una escalada.
Será muy difícil que la historia se repita con Óscar. De momento, como cuenta Sebastián Álvaro en una crónica "de urgencia", todo el asunto de los helicópteros está siendo una chapuza. Hoy mismo, que han decidido trasladar el campo base a la vertiente sur del Latok, un MI 18 ruso no ha querido asumir el riesgo de aterrizar en la zona. Los planes han cambiado y se ha perdido un día. Desde Peña Guara nos explican que está descartado un rescate al estilo del de Humar, al menos no donde se encuentra Óscar Pérez. "Es muy peligroso y genera corrientes. Otra cosa es que se llegue hasta él —Álvaro Novellón y el norteamericano Fabricio Zangrilli ya están preparados, y se espera a otros dos americanos—, se le baje y entonces un helicóptero intente el traslado", aseguran en el equipo de crisis.
¿Qué opina Humar? "Será muy complicado llegar por la pared vertical. En estos momentos hay que dar con su posición, tener un contacto visual, realizar fotos, tratar de ver si está bien. Y a partir de ahí, cuando se le tenga localizado, rescatarle. Si no está muy herido y pierde sangre, puede aguantar 10 días. Si tiene algún tipo de luz podría servir para verle. Espero lo mejor. Que Dios le salve la vida".
¿Qué dicen en Huesca? "El martes los helicópteros intentaron dar con él, pero no le vieron. Sí, se hicieron fotos. No, no sangra. La diferencia importante con el rescate en el Nanga Parbat es que Óscar está lesionado y no tiene teléfono". [Un par de horas después de hablar con ellos, en un comunicado en la web de Peña Guara mostraban su desesperación]
¿Y en Pakistán? "Parece que las presiones diplomáticas dan su fruto. Ha llegado un representante de la embajada española en Islamabad y mañana espero a los cinco alpinistas españoles que llegarán a Islamabad" (Sebastián Álvaro).
Así están las cosas. Complicadas. Como lo fue el rescate de Tomaz Humar.
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