El décimo aniversario de la entronización de Mohamed VI culmina con la jura de pleitesía

Tetuán (Marruecos).-  Marruecos coronó hoy los festejos por el décimo aniversario de la entronización del rey Mohamed VI con la multitudinaria "bey'a", la ceremonia en la que los notables del Reino juran pleitesía cada año al monarca.

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(EFE)

El rey de Marruecos, Mohamed VI, abandonando la mezquita Hasán II de Tetuán, donde ha asistido a la oración del viernes. Marruecos coronó hoy los festejos por el décimo aniversario de la entronización del rey con la multitudinaria "bey'a", la ceremonia en la que los notables del Reino juran pleitesía cada año al monarca.

Tetuán, antigua capital del Protectorado español, albergó en esta ocasión el evento, piedra angular de la fidelidad a la Corona, en el que el rey, vestido con una chilaba y un manto de color crema, sale a recibir a las autoridades en el Mechuar, la plaza junto al Palacio Real.

A lomos de un caballo purasangre árabe y protegido por un parasol que porta un sirviente de raza negra, el rey recibe el sometimiento de sus súbditos tanto en el ámbito religioso, en su calidad de "Emir al Muminín" (príncipe de los creyentes), como en el civil.

El colorido ritual se completa con la presencia de cientos de cargos públicos marroquíes, autoridades militares y religiosas, todos ellos vestidos con chilabas de color vainilla y tocados con capuchas.

Pese a que hasta el último detalle está estudiado, los imponderables le jugaron una mala pasada al rey, que tuvo que aguantar a duras penas encima de un caballo nervioso que no paró de revolverse.

Pero la rebeldía del purasangre no impidió que el evento se celebrase según lo previsto y que el rey, después de ser presentado ante la multitud, avanzase fila por fila ante las reverencias de sus súbditos.

La estampa simboliza, desde la independencia de Marruecos en 1956, la pleitesía del pueblo marroquí a la institución de la Corona, la más valorada del país y uno de los grandes capitales en el haber de Mohamed VI.

Las calles del centro de la ciudad, cortadas desde horas antes de la ceremonia, se poblaron de cientos de tetuaníes con la intención de ver al rey, pese al asfixiante calor de la jornada.

A diferencia de su padre y antecesor, Hasán II, el actual monarca ha visitado con regularidad el norte de Marruecos, una de las regiones más deprimidas del país, y ha hecho de este tipo de manifestaciones populares una de las señas de identidad de su reinado.

En un español algo rudimentario, Said, camarero de la cafetería La Unión, a apenas unos metros del Mechuar, expresó a Efe su alegría por la presencia de Mohamed VI, "un rey que quiere al norte".

Para Said, la razón de ese apego del soberano por esta región radica en los veranos de su infancia, cuando frecuentaba a menudo las playas mediterráneas.

La "bey'a", celebrada entre draconianas medidas de seguridad y grandes restricciones a la labor de la prensa, supone el culmen de los festejos que comenzaron ayer en Tánger con el tradicional besamanos y el Discurso del Trono.

En esta alocución, Mohamed VI -quien definió en una entrevista su papel de "monarca ejecutivo"- sienta las líneas maestras de su reinado para el próximo año.

En su mensaje de ayer, el rey abogó por continuar las reformas emprendidas la pasada década, especialmente en los campos en que Marruecos acumula un mayor retraso, como la justicia, la educación o la lucha contra la pobreza.

Asimismo, anunció la creación en un breve plazo de tiempo de la llamada Comisión Consultiva para la Regionalización, que deberá establecer las bases de la autonomía que Marruecos desea para el territorio del Sahara Occidental.

Marruecos presenta su iniciativa autonómica para la ex colonia española como la única solución viable al conflicto, pese a que ésta cuenta con el rechazo del independentista Frente Polisario y Argelia.