Transnets, por Francis Pisani
De los gadgets a las redes
Los hechos son de sobra conocidos ya pero mi reciente post elogiando el Kindle 2 me obliga a retomar el tema. Amazon ha eliminado varios títulos de los Kindles donde habían sido descargados. Lo ha hecho sin avisar a los interesados y sin dejarles que hicieran lo que les diera la gana. El asunto es grave y, sin embargo, hay que celebrar que haya ocurrido.
Foto de una piraña (me niego a poner una foto enemiga que dé publicidad al aparato)
Ironía que a nadie se escapa, entre los títulos borrados se encuentra 'Rebelión en la granja' y, más paradójico aún, '1984' de George Orwell. La lista en realidad es más larga e incluye obras de Ayn Rand y de J.K. Rowling. Contra esta locura de Amazon, ni toda la magia de Harry Potter sirve de nada. Es Jeff Bezos, que hasta ayer cantaba las maravillas del libro electrónico, quien ahora hace desaparecer los títulos en "el agujero de la memoria". Que lo quisiera o no, que dé explicaciones y lo excuse o deje de hacerlo, es lo de menos: el gesto es simbólico por partida doble y ha de servirnos para reflexionar sobre ciertos peligros que entrañan internet, la web, las tecnologías de la información y los gadgets que tanto adoramos.
Tal vez lo peor sea que Amazon puede alegar que actuó ajustándose a derecho para justificar su error. Los términos del contrato que los lectores de libros electrónicos firman con la empresa con sede en Seattle permiten que ésta actúe así. Ha prometido no volver a hacerlo, pero ese no es el problema.
Como sostiene Farhad Manjoo en Slate (el mejor artículo que he leído sobre el tema) lo peor no es la conducta de la empresa, sino las capacidades técnicas que tiene para borrar todo el contenido de los aparatos que creíamos que nos pertenecían, puesto que los hemos comprado. Apple se reserva todos los derechos sobre las aplicaciones que nos descargamos. "Si Apple o Amazon pueden decidir destruir las cosas que hemos comprado —escribe Manjoo— está claro que un tribunal, o, por seguir a Orwell, tal vez incluso un régimen totalitario, podrían obligarles a hacer lo mismo".
La censura existe en el mundo del papel pero por lo general es más fácil burlarla. ¿Qué pensar de un mundo enteramente digital donde 'Cándido' o 'Ulises' podrían ser destruidos de un sólo clic y de una vez por todas?
Sigo siendo un fan de los dispositivos de lectura (y de Kindle), donde veo gran parte del futuro de los libros, pero debo reconsiderar mi actitud frente a Amazon. Debe revisar los términos del contrato que le da derecho a borrar los libros que compramos y suprimir la tecnología que le permite hacerlo. Mientras no lo haga, desaconsejo (con otros) adquirir un Kindle (cuando esté disponible en Europa).
Pero no basta con eso. Debemos multiplicar los movimientos de protesta contra acciones de este tipo (los clientes de Amazon no están muy contentos que digamos) y tener en cuenta sus posturas ante la problemática de los derechos digitales en el momento de votar a favor o en contra de los políticos que aprueban las leyes que conducen a tales amenazas a la democracia.
Pero, ¿por qué me alegro?
Quienes hayan leído hasta aquí lo sabrán seguramente. Inspirados por las grandes empresas, las leyes que regulan los derechos digitales son aberrantes y peligrosas, tanto en Estados Unidos como en Europa. Nos costaba explicarlo. Ahora ha quedado claro que esto va de libertades públicas y afecta incluso al derecho a la propiedad. Mirad quién debería abrirle los ojos a los más conservadores.
No podríamos haber soñado con un ejemplo mejor para rebelarnos. ¿A qué estamos esperando entonces?
[Foto de una piraña por Laura Travels en Flickr (me niego a poner una foto enemiga que dé publicidad al aparato)]
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Francis Pisani es periodista independiente hasta el punto de hacer de ello una filosofía. Vive desde 1996 cerca de San Francisco y de Silicon Valley y escribe sobre todo lo que concierne a las tecnologías de la información y de la comunicación. Adora los blogs, los gadgets y las redes. Colabora en:
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