Micheletti dice que su posición de no aceptar el retorno de Zelaya es "indeclinable"

Tegucigalpa.-  El nuevo presidente de Honduras, Roberto Micheletti, afirmó hoy que su posición de no aceptar el retorno al país del depuesto mandatario Manuel Zelaya es "indeclinable", al ratificar la posición de su Gobierno en el diálogo iniciado con la mediación de Óscar Arias.

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"Mi posición es indeclinable, yo continúo en la posición en la que hemos estado", aseguró durante un discurso en una reunión con empresarios y representantes de sectores sociales en la Casa Presidencial.

Pidió a los hondureños que confíen "plenamente" en la comisión que representa a su Gobierno en las negociaciones instaladas en Costa Rica, que concluyó este domingo en fracaso.

"Estamos haciendo los esfuerzos porque el diálogo termine en una cosa positiva, sin retorno de aquel que rompió la Constitución de la República, no una sino varias veces", dijo Micheletti, en referencia a Zelaya, quien fue derrocado por militares el pasado 28 de junio.

Micheletti se pronunció un día después de que sus representantes en San José consideraran "inaceptable" una propuesta de siete puntos presentada por Arias, presidente costarricense, a las comisiones negociadoras de ambas partes, cuyo eje fundamental preveía que el gobernante destituido vuelva al poder.

"Vamos a continuar con nuestro Gobierno, vamos a continuar con las próximas elecciones generales del 29 de noviembre", sostuvo Micheletti, al tiempo que pidió que se respete la Constitución.

Señaló, asimismo, que han recibido "presiones de toda naturaleza" e indicó que no las aceptan "bajo ninguna circunstancia".

Después de que se levantaran las conversaciones entre ambas partes, Arias declaró que no renunciará a sus oficios como mediador y que se dará un plazo de 72 horas para tratar de convencer a Micheletti desde Costa Rica para que acepte sus propuestas.

El presidente costarricense y Premio Nobel de la Paz de 1987 expresó su temor de que si no se alcanza una salida en la mesa de diálogo se desate una guerra civil y "un derramamiento de sangre que no merece el pueblo hondureño", una posibilidad que ha sido descartada por las autoridades de facto en Tegucigalpa.