En la maleta has colado el ordenador, el iPhone o la BlackBerry. Todo aquello que te permite estar conectado al trabajo en vacaciones. Incluso estás dispuesto a bajarte tu 'smart phone' al chiringuito y abrir el correo electrónico entre caña y caña.
Bajo la toalla, con ordenata y aterrados.
No digas más. Estás acojonado por el miedo a perder tu trabajo. Vas a demostrar a tus jefes que eres cuasi japonés: sientes la empresa como tuya, y por eso te vas a conectar de vez en cuando. Y lo vas hacer con independencia de que seas un 'currito' aterrado porque en tu trabajo sigue adelante el segundo ERE para este otoño; o que seas un empresario de postín, asfixiado porque no consigues financiación de tus antiguos bancos y vas a tener que hacer más despidos de tu gente y peligra incluso la viabilidad de la compañía.
Sin saberlo, ya has entrado en las estadísticas como víctima de la crisis y los condicionamientos que la nueva situación introduce en tu vida y en la de tu familia. El 61% de los españoles somos incapaces de desconectar del trabajo por culpa de la recesión económica y, lo que es más, estamos dispuestos a trabajar una media de 30 minutos al día en una semana de vacaciones para impactar al jefe y no encontrarnos con situaciones desagradables a la vuelta del verano. Eso es lo que señala el estudio de hotels.com, una agencia de viajes 'on line' que ha realizado un muestreo entre 2.000 personas. La cifra, 2.000 viajeros, es importante. La mayoría de los sondeos demoscópicos se hacen con menos de 1.000 personas.
Hay más datos. Otro trabajo realizado por Alta Gestión —éste entre 500 personas— revela algo que parece de sentido común, pero bueno es contrastarlo. El 51% de las personas que salen de su domicilio habitual para pasar las vacaciones desconecta antes de su curro que las que se quedan en casa. Las mujeres tienen más facilidad para pasar del trabajo. El 53% de las féminas encuestadas son capaces de olvidarse de la oficina desde el primer día, mientras que sólo el 49% de los hombres logra que su 'curro' se borre de su cabeza nada más iniciar las vacaciones.
Si has llegado hasta aquí y estás feliz al no estar en ninguno de los casos encuestados, prepárate. En los últimos dos años, desde que han despedido a los primeros compañeros en tu trabajo, ¿disimulas cuando estás enfermo y te has tomado algún reconstituyente para aguantar las horas extras y entregar el trabajo? ¿Tienes depresiones, ansiedad por ir a trabajar, contracturas musculares, dolores de espalda? Pues ya formas parte de otra realidad. La Confederación Alemana de Sindicatos (DGB) acaba de advertir contra "el peligroso aumento del dopaje" entre los trabajadores —da igual la cualificación— ante el temor a perder el empleo.
La dirigente sindical alemana Annelie Buntenbach advertía de los riesgos que conlleva que los 'curritos' ahora prefieran ocultar su enfermedad, tomar reconstituyentes o acudir al fisioterapeuta a escondidas, para no tener que pedir una baja. Antes de la crisis, las bajas laborales por enfermedad en Alemania eran del 5,07% y en los últimos meses superan ligeramente el 3%.
No hace falta irse a Berlín para confirmar esto. "Desde que empezó la crisis, nos piden menos informes médicos para solicitar una baja laboral. La verdad es que hemos aumentado el número de pacientes y con enfermedades derivadas de las horas ante el ordenador: cervicalitis, tendinitis, lumbalgias... Pero no quieren que les pidamos la baja frente a lo que pasaba hace un par de años". Son palabras de Manuel Garabal, fisioterapeuta, especialista en shiatsu (lo introdujo en España en 1990, con el japonés Shigeru Onoda) y un experto en lesiones deportivas de todo tipo. Manuel fue durante muchos años fisioterapeuta de la vuelta ciclista, con equipos como Mx Onda o el Estepona. Revolucionó la fisioterapia al ser el primero en usar las famosas bandas rojas,'las bandas Beckham', que popularizó el ex jugador del Madrid.
A Garabal y a su colega Marta Serrano les da cierto pudor reconocer que "la crisis no nos ha afectado. Incluso hemos subido en el número de pacientes. La mayoría tienen entre 25 y 45 años y son informáticos, oficinistas, directivos de empresas, profesores —por circunstancias tenemos profesores de finanzas— o peluqueros. Todos lo dejan para el último día y vienen a que hagamos casi milagros en vísperas de las vacaciones o de cada puente" explica Marta, que está ya cansada, a las puertas del verano. Pero es ahora cuando la Clinica Balfón, que pilotan Garabal y el traumatólogo Alfonso Conde, está a pleno rendimiento. Garabal sabe que la profesión es ahora una de las más buscadas en internet y que los gastos en fisioterapia han entrado a ponderar en la cesta del IPC.
El doctor Garabal con Hugo, de Fama.
Ni Garabal ni Marta Serrano notan diferencia entre un sexo u otro en cuanto a las dolencias. La mitad de sus pacientes son mujeres, y la otra mitad son hombres, pese a que las mujeres desconecten antes. "Es normal que las mujeres desconecten antes del trabajo. Lo sabemos hace tiempo", explica el psiquiatra Benito Peral, quien lleva también más de un año notando los efectos de la crisis entre sus nuevos y viejos pacientes. "Para las mujeres el trabajo es una parte de su vida, pero no es su vida como suele ocurrir entre muchos hombres. El varón tiende a buscar la autorrealización mediante su trabajo y la mujer, aunque tiene mucho estrés por otras razones —como los hijos o las tareas de la casa— tiene vida propia, por eso desconecta antes de la oficina".
Durante los últimos meses, Peral ha comentado con otros colegas los estragos que la crisis está haciendo también psíquicamente, por eso no le extraña que el personal se marche de vacaciones enganchado al trabajo. "Da igual que sean trabajadores o directivos de empresa. Los segundos tienen miedo a perder su puesto de trabajo y los primeros, a quedarse sin su proyecto o sin el negocio familiar".
Todo esto se llama estrés, y éste puede producirse por 'estresores' psicológicos y 'estresores' sociales. En ambos casos, se genera una patología de ansiedad, que a veces tira de la vitalidad, y en otros casos genera una ansiedad depresiva. O las dos cosas, primero una y luego otra. Y todo por la sobrecarga del trabajo, según la explicación del psiquiatra.
De ahí a entrar en el conocido "síndrome del quemado" o 'burn out' no hay nada. La incapacidad para desconectar del trabajo y además torturarte, es todo uno. Para soportar esas circunstancias, describe Peral, el organismo fabrica más adrenalina y también más corticoides (hormonas), imprescindibles si quieres sobrellevar las cargas físicas y psicológicas. "Cuando la adrenalina o los corticoides no se generan así, nos dopamos de forma natural. Cuando fallan y ya no somos capaces de generarlas, los pacientes recurren a las sustancias estimulantes, desde el café al Red Bull y, si tienen acceso, a los estimulantes químicos, farmacéuticos. Sí, eso es doparse" asegura el doctor, a quien no extraña que los alemanes lo hayan detectado. "Aquí también estamos en situaciones similares" replica Peral, cada día más apasionado con esa enfermedad que es el estrés.
Si has llegado hasta aquí y tienes todos los síntomas o una parte de los que se enumeran, no te deprimas por falta de originalidad. Sólo imponte abrir el 'ordenata' la mitad de los días que pensabas y deja el iPhone o la BlackBerry en el cajón cuando subas a la montaña, bajes a la playa o, simplemente, tíralo a la piscina. Lo mismo comienzas una nueva vida.
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