El reto de poner nombre a las especies (aunque sea el de Darth Vader)

La revista International Journal of Primatology publicaba esta semana el descubrimiento de un nuevo mono en una recóndita región de la Amazonia brasileña: Saguinus fuscicollis mura, una subespecie de tamarino de unos 213 gramos de peso con un tamaño de 24 centímetros y una cola de 32. Otro nuevo animal de los muchos que son descubiertos cada año, esta vez nada menos que un primate, que pasa del mundo de lo desconocido directamente a la lista de la biodiversidad más amenazada por la extinción. Los científicos lo han llamado así en alusión a la tribu de los indios Mura que también se refugian en esta zona de selva.

Escarabajos del género Agathidium, como el del centro de la imagen, llevan el nombre del ex presidente Bush o de Darth Vader: Agathidium bushi y Agathidium vaderi (Foto: Efe).

Cada año son miles las especies que aparecen de pronto en el planeta por primera vez para los ojos humanos. Según el último balance del International Institute for Species Exploration de la Universidad Estatal de Arizona (EEUU), en el año 2007, por ejemplo, fueron descritas nada menos que 18.516 nuevas, de las que más de la mitad (9.411) correspondían a insectos. Es más, de acuerdo a esta institución conocida por sacar una lista de las diez especies más asombrosas descubiertas cada año (top ten de 2007 y 2008), desde 1758 se ha puesto ya nombre a cerca de 1,8 millones de formas de vida distintas en el mundo. Los científicos deben romperse la cabeza para buscar denominaciones que no se repitan y quizá por ello algunos optan por recurrir a fórmulas curiosas o divertidas, como el liquen Caloplaca obamae, encontrado en California y bautizado así hace sólo unos meses en honor del presidente estadounidense Barack Obama. Con todo, lo cierto es que estas 1,8 millones de especies suponen sólo una pequeña porción de todas las formas de vida que se cree que habitan en el planeta y, si se incluyen a los microorganismos, se estima que no deben de representar ni un 10% de toda la biodiversidad de la Tierra. Faltan muchos nombres que poner y el desafío es hacerlo rápido con el mayor número posible para evitar que desaparezcan incluso antes de ser descubiertas. Pues resulta difícil de proteger aquello de lo que no se tiene constancia de su existencia.

Recurrir a personajes famosos para bautizar a nuevos hallazgos no es nada nuevo. El eminente científico español Mariano Graells dedicó en 1849 su descubrimiento de la preciosa mariposa Graellsia isabelae a la reina Isabel II (luego más tarde se supo que era también un género nuevo y se incluyó también su apellido). Lo que ya no es tan normal son las denominaciones elegidas hoy en día por los entomólogos estadounidenses Quentin Wheeler y Kelly Miller para sus numerosos descubrimientos de escarabajos. Estos científicos tienen en su haber nuevas especies del género Agathidium con el nombre del ex presidente George W. Bush (Agathidium bushi) o de los republicanos Donald Rumsfeld (A. rumsfeldi) o Dick Cheney (A. cheneyi), pero también con el del personaje Darth Vader de la película 'Star Wars' (A. vaderi). Por no hablar de las apelaciones relacionadas con sus mujeres, Pocahontas o el español Hernán Cortés. Según explicaron en 2005, la elección de los miembros del Gabinete de Bush no tenía nada que ver con cuestiones morfológicas de los coleópteros y sí con su admiración hacia ellos. Bush llamó personalmente a Wheeler para darle las gracias.

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Bill Gates y la mosca Eristalis gatesi (Foto: Efe/Wikimedia).

"Cada especie debe tener un nombre único que se forma uniendo dos palabras del latín o latinizadas y lo más corriente es que la denominación escogida identifique alguno de sus caracteres, pero cada científico tiene libertad para ser tan imaginativo como quiera", detalla Miguel Ángel Alonso Zarazaga, único español que forma parte de la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica (ICZN), el organismo científico que se ocupa del código que define las reglas universales para poner nombre a los animales. A este taxónomo le divierten casos como el del pez llamado Otocinclus batmani por la mancha de su cola que se parece el símbolo de Batman, pero también le encantan los juegos de palabras como el de la avispa Aha ha, que es más o menos lo que exclamó el entomólogo australiano Arnold Menke cuando recibió el paquete con este especimen. "Todos mis hijos tienen una especie dedicada y mi mujer una especie y un género, además también he llegado a utilizar a Don Quijote", comenta este investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales, que explica que la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica sólo interviene ante algún nombre cuando se solicita por algún litigio entre varios taxónomos que defienden denominaciones distintas para una misma especie. "Sólo se ha intervenido directamente en una ocasión y fue para evitar que se utilizara el nombre de Jesucristo".

En las listas de nombres más curiosos se pueden encontrar hormigas con el nombre del actor Harrison Ford (Pheidole harrisonfordi), moscas con el del fundador de Microsoft Bill Gates (Eristalis gatesi) o de caracoles de mar con el del tenista Boris Becker (Bufonaria borisbeckeri). Se supone que la ICZN no permite escoger ninguna denominación que pueda ser ofensiva, sin embargo, existen algunos casos curiosos como el del chinche Aphanus rolandri, una combinación entre Aphanus, que en griego significa oscuro o innoble, y la latinización de Rolander, un estudiante al que el naturalista Carl Linnaeus no tenía en gran estima. Como detalla Alonso Zarazaga, para poner un nombre a una nueva especie resulta necesario publicar un artículo en una revista científica con su descripción y la propuesta de denominación. "Las mejores revistas envían el artículo al menos a dos revisores antes de publicarlo, aunque luego hay sitios en los que publican lo que les da la gana; resulta muy importante la fecha, pues en caso de que dos científicos entren en disputa por una especie se dará la razón al primero en describirla", detalla el investigador, que especifica que la nomenclatura científica para una especie se compone de dos palabras en cursiva, la primera en mayúscula para el género y la segunda en minúscula para la especie concreta. "Si la especie pertenece a un género ya conocido, entonces el científico debe respetar el primer nombre fijado con anterioridad, y si se trata de una subespecie, entonces se incluye una tercera palabra".

El insecto Gollumjapyx smeagol fue bautizado así por españoles en honor al personaje de 'El señor de los anillos'. (Foto: Universidad de Alcalá).

Entre los personajes de ficción, arrasan los de nombres de la película 'Star Wars' como Dar Vader, Chewbacca (Polemistus chewbacca), Yoda (Albunione yoda) o Han Solo (Han solo). Pero también los del libro 'El señor de los anillos', del escritor J.R.R. Tolkien (que tiene también su especie Leucothoe tolkieni). En 2007, los investigadores españoles Alberto Sendra y Vicente Ortuño mostraron una especial agudeza con la creación del nombre Gollumjapyx smeagol para denominar un nuevo invertebrado con tórax y apéndices extraordinariamente largos que había sido descubierto en cuevas de Castellón y Tarragona. Eligieron llamarlo así porque este artrópodo había evolucionado de ambientes exteriores a medios subterráneos, al igual que ocurre con el personaje de 'El señor de los anillos' que pasa de ser Smeagol a convertirse en el malvado Gollum. "Hay cierta tradición de dedicar las especies de la fauna subterránea a algún ser mitológico", comentó entonces el investigador Ortuño, "a este animal queríamos inmortalizarlo de esa forma, pero como la mitología griega y romana están muy manidos, recurrimos a una mitología moderna".

Los investigadores del Gollumjapyx smeagol incidirían después en cómo la elección de este nombre provocó un impacto mediático muy superior al que suele tener el descubrimiento de otros insectos. ¿Deberíamos los entomólogos o zoólogos, cada día más arrinconados en el púlpito de nuestra superespecialización, intentar por todos los medios acercar nuestros estudios a la sociedad que nos rodea?, se preguntan ellos mismos en un boletín de una sociedad entomológica. "En España todavía somos mucho más clásicos que en los países anglosajones", destaca Alonso Zarazaga, que también asegura que si no encuentran fondos la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica puede tener muy difícil su supervivencia. Casi tanto como gran parte de las especies a las que se intenta poner nombre. Como llama la atención el International Institute for Species Exploration, los rápidos cambios ambientales en todo el mundo obligan a acelerar la búsqueda de nuevas especies, para evitar que desaparezcan antes incluso de llegar a conocerlas. Si bien el descubrimiento de un nuevo primate como el encontrado en la Amazonia brasileña no es demasiado común, en 2008 se halló otro en esta misma selva, en 2005 uno en Bolivia y uno en Tanzania, y en 2004 uno en la India. "Esta nueva descripción de un simio muestra que todavía quedan grandes descubrimientos que hacer", subrayó Fabio Róhe, uno de los científicos que ha puesto nombre al Saguinus fuscicollis mura. "Este hallazgo debería servir como un toque de atención de que hay todavía mucho por aprender de los sitios más salvajes del planeta, áreas que los humanos continúan aún amenazando con la destrucción".

Para saber más:

• Las listas con los nombres de especies más raros y curiosos