Los líderes del mundo, los países más ricos del planeta y más industrializados del momento, se reúnen desde esta tarde en la región italiana de L'Aquila. El G-8, al que acude por primera vez Barack Obama, se dispone otra vez a arreglar el mundo. Para ello contará con la 'colaboración' a partir de mañana del G-5 (China, India, Brasil, México y Sudáfrica) más Egipto. También se reunirán otras 17 potencias económicas mundiales y todos juntos tendrán el 90% de la riqueza mundial. Una cumbre con mucho renombre pero que posiblemente tenga los días contados.
Obama pasa de Berlusconi, como muchos.
Los integrantes de la cita de hoy (EE UU, Japón, Canadá, Rusia, Italia, Francia, Reino Unido y Alemania) tienen en su mano compromisos como reconducir —otra vez— el rumbo de la economía, reafirmar su interés por los países pobres, luchar contra el cambio climático y poner freno a la política nuclear de Irán. Cuestiones importantes de las que, según juzgan los analistas internacionales, no se sacará nada en claro.
La crisis económica y la del propio anfitrión, Italia —que está dañado por los escándalos que salpican a su presidente— no son, sin embargo, las únicas que se afrontarán en el G-8. Una más importante para el grupo, y quizá menos visible, que juzgan analistas como Moisés Naím es la de la propia existencia de este foro. El experto advierte de que esta recesión mundial serviría para enterrar definitivamente al G-8 sustituyéndolo por el grupo de los veinte que se reunió el pasado abril en Londres.
No es, ni mucho menos, el único que piensa así. El presidente de Brasil, miembro de los veinte, cree que el G-8 se ha quedado obsoleto. A él se une la alemana Angela Merkel, quien reconoció la semana pasada que "el formato del G-8 es insuficiente" porque "los problemas a los que nos enfrentamos no pueden ser resueltos solamente por los países industrializados". Algunos catedráticos también opinan en esta línea. Un ejemplo de ello es Richard Portes, de la London Business School, que cree además que "las reuniones del G-7 y G-8 de estos años no alcanzaron ningún resultado sustancial".
Una de las primeras reuniones del G-7, en los años 70.
Otra crisis de gran calado es la de la credibilidad que tienen sus propios líderes. Además de que una gran parte de sus mandatarios no se encuentran en un buen momento político, no se ha conseguido cumplir objetivos ambiciosos como el que se marcaron en la cumbre de Gleneagles en 2005. Allí propusieron ayudar con 50.000 millones de dólares a los países pobres —sobre todo en África— hasta el año 2010. Cuatro años después de ese encuentro distintas ONG han denunciado que estamos muy lejos de llegar a esa cifra. Este grupo, creado formalmente en 1973 para unificar criterios económicos y políticos y al que han acusado siempre de capitalista, puede por tanto afrontar una de sus últimas reuniones.
La reunión de esta tarde congrega, tal y como apunta la prensa anglosajona, a los líderes menos líderes de los últimos tiempos. Excepto Obama casi todos los demás se encuentran 'tocado' dentro o fuera de su país. ¿Cómo llegan a la reunión?
Silvio Berlusconni es todo un showman y no iba a ser menos en esta ocasión. Los líderes mundiales deben estar escandalizados con sus escandalosas fotos con mujeres en su residencia privada, sus velinas y su mediático divorcio. El presidente italiano ha querido dar buena imagen y ha cambiado el lugar donde se iba a celebrar la reunión entre los países más ricos del mundo. De la paradisiaca isla La Maddalena (frente a Cerdeña), tal y como estaba planeado, ha pasado a celebrarse en la zona de L'Aquila, región devastada por un terremoto que se cobró la vida de 307 personas el pasado abril. No sabemos si esto conseguirá mejorar su escasa popularidad en el exterior machacada aún más por haber desatendido sus tareas como anfitrión.
El presidente de EEUU es el único que se salva totalmente de la quema. Obama es primerizo en esta reunión pero ya lleva unos días dejando su impronta personal por Europa. Después de reunirse con el líder ruso ha bajado hoy de su Air Force One con Michelle y sus hijas con el objetivo de convencer a sus colegas de que deben frenar las aspiraciones nucleares de Irán. La necesidad de un estímulo económico más potente la dejará para posteriores encuentros.
El líder nipón es la cara nueva de la cumbre. Presidente de Japón desde septiembre de 2008, el primer católico que llega al poder en su país, es poco popular allí, según explica el New York Times. Además, su visión particularmente nacionalista dificulta que suscriba la ronda de Doha sobre el comercio libre.
El líder ruso Dmitri Medvedev ganó protagonismo el pasado lunes. Se lo dio el presidente de EE UU tras una reunión en la que Obama enfatizó el importante papel del presidente ruso en la política internacional. Este paso se supone clave ya que el ruso ha estado, desde su nombramiento en 2007, bajo la sombra omnipresente del primer ministro Vladimir Putin.
Gordon Brown es probablemente el que en peores condiciones políticas llega a este encuentro de poderosos. El escándalo sobre la liquidación de gastos de varios de sus miembros de gabinete, con sus consiguientes dimisiones, llevaron al 'premier' británico al borde de la dimisión y propiciaron el descalabro de su partido, el laboralista, en las últimas elecciones municipales y europeas. Brown, que capitaneó la cumbre del G-20 para ganarse un puesto en la escena internacional, está prácticamente acabado.
La canciller alemana Angela Merkel no ha cambiado su discurso desde la última cumbre del G20 hasta hoy. La líder germana sigue repitiendo que se debe frenar el gasto de Estado excesivo. Alemania ha luchado tradicionalmente contra un déficit abultado para evitar una inflación muy alta como la que vapuleó al país en la época de entreguerras. Merkel, además, intenta contentar las peticiones de su país ya que quedan menos de 100 días para que se celebren las elecciones parlamentarias.
El presidente de Francia siempre busca aliados para todas las cumbres. Si en la última ocasión se juntó con Merkel en la defensa de un gasto público moderado, esta vez ha conectado con el 'premier' británico para que se fijen objetivos contra el cambio climático. Su intención, dicen medios internacionales, es buscar más peso fuera de Francia.
Es el gran desconocido junto al presidente del Gobierno nipón. Harper, primer ministro de Canadá, no tiene un respaldo mayoritario en su Congreso. En la reunión de hoy propondrá frenar la incesante oleada de proteccionismo de los países desarrollados.
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
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