Santa Cruz de Tenerife.- El Instituto Canario de Bioantropología investiga en el cementerio de la Chacarita de Buenos Aires restos de emigrantes canarios para estudiar su evolución, enfermedades y relación con otras poblaciones, en un proyecto que prevé extender a Cuba, Venezuela, Uruguay y Estados Unidos.
El director del Instituto Canario de Bioantropología, Conrado Rodríguez Martín. EFE/ Archivo
Así lo indica Conrado Rodríguez, director del Instituto Canario de Bioantropología, quien explica en una entrevista a Efe que esta institución del Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo de Tenerife ha comenzado la investigación bioantropológica en el cementerio bonaerense, uno de los mayores del mundo, y en ella hay dos vertientes.
La primera es la investigación basada en la antropología forense sobre los restos allí depositados de emigrantes canarios, y para ello se seleccionan los de fallecidos que habrían sido depositados en un osario o una fosa común transcurrido el plazo correspondiente desde su entierro por no haberse abonado las tasas.
Los antropólogos forenses realizan un estudio desde el punto de vista poblacional, histórico y antropológico para determinar la evolución de la población canaria emigrante desde que sale de las islas y precisar "con quién se mezcla, si se sigue relacionando a nivel matrimonial sólo entre canarios o también llega sangre nueva".
"Se trata de ver qué ha pasado con esa población desde el punto de vista cronológico, si era más susceptible a algún tipo de enfermedades y si había relaciones de parentesco con otros grupos emigrantes", precisa Conrado Rodríguez.
Esta investigación bioantropológica conlleva "tiempo y dinero" pero es una de las líneas que pretende establecer en el futuro el Instituto, de forma que se realice una labor a años vista centrada en lugares puntuales, como el caso de Canelones o Montevideo, fundadas por emigrantes canarios en Uruguay, al igual que San Antonio de Texas en Estados Unidos.
Lo difícil será localizar los enterramientos primigenios, de principios del siglo XVIII, y habrá que consultar además registros de parroquias y cementerios.
Una vez situados será necesario enviar equipos para que indaguen respecto a cuántas personas de origen canario podría haber allí, y Conrado Rodríguez precisa que no se puede hacer toda la investigación al mismo tiempo e incluso dentro de un país habría que hacerla por fases.
La otra vertiente que tiene esta investigación es que ayudará a establecer parámetros y estandarizar métodos para diagnosticar el sexo, la edad, la estatura, la robustez y las patologías en los restos examinados.
Ello se debe, según explica el director del Instituto Canario de Bioantropología, a que como en su mayor parte se trata de fallecidos recientes, con enterramientos de hace menos de un siglo, muchos de ellos han sido sometidos a operaciones de prótesis de cadera o rodilla o han tenido fracturas tratadas quirúrgicamente.
Todo ese material sanitario es útil en una identificación porque al tener número de serie se contacta con el fabricante y se sabe en que hospital se vendió, y éste a su vez tiene el registro de a qué persona se le puso.
"Es una herramienta que prácticamente da el carné de identidad" de los restos, detalla Rodríguez, quien anuncia que en el Congreso Iberoamericano de Paleopatología previsto para octubre en Argentina se presentará una comunicación sobre el material quirúrgico descubierto en estas investigaciones y cómo ayuda a identificar una persona.
La colaboración entre el Instituto Canario de Bioantropología y el Instituto de Medicina Legal de Buenos Aires y el Equipo Argentino de Antropología Forense comenzó tras un proyecto de investigación de las enfermedades de contacto transmitidas por los europeos a los aborígenes de Tierra de Fuego y las islas de la Patagonia.
Ello motivó además que los investigadores canarios hayan aportado su experiencia para trabajar sobre casos de desaparecidos, fundamentalmente desde una perspectiva patológica, durante la dictadura militar argentina, en la que se calcula que desaparecieron entre 8.000 y 20.000 personas.
En este caso no se trata de un proyecto de investigación específico sino de una colaboración puntual porque a los investigadores canarios les interesa la experiencia de los argentinos en el campo de la arqueología y la antropología forenses, y a ellos la canaria en la patología esquelética.
En este asunto hay que diferenciar la patología que pudo ser infligida por quien comete una violación de los derechos humanos -el victimario en lenguaje legal- y la previa al arresto, secuestro o detención, y que sirve como un elemento de referencia más a la hora de identificar unos restos.
Esta labor se ve dificultada porque se trata de examinar un esqueleto, no un cadáver reciente, y una vez localizado se inicia una tarea arqueológica sistemática y en un marco legal, que es lo que diferencia a la arqueología forense de la tradicional.
Además de determinar el sexo, la edad y otros datos referentes a la identificación del desaparecido, se investiga también si fue objeto de tortura, pues hay marcadores de lesiones o enfermedades en personas que han estado más de un año detenidas en condiciones muy precarias de higiene y nutrición.
El último paso es analizar el ADN, que se compara con el de un pariente inmediato.
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